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sábado, 7 de mayo de 2016

GILBERTO LAVENANT

QPBC.- Los ayuntamientos de Baja California, para su  operación, cuentan con una estructura operativa, a base de delegaciones municipales, que son representaciones del gobierno de la ciudad, en la prestación de servicios.
La población de cada municipio, ya es enorme, por lo que es difícil, además de complejo, atender a todos en las oficinas centrales del gobierno. No hay capacidad para ello.
Así mismo, para quienes viven en la periferia de las ciudades, les resulta incómodo y costoso, viajar desde su comunidad hasta las oficinas prestadoras del servicio.
La mejor forma de atender las necesidades sociales, es instalar oficinas en cada zona de la ciudad y para ello se establecen delegaciones municipales y subdelegaciones. 
El problema es que esta estructura requiere de personal y eleva el costo de operación del gobierno municipal. 
Cada delegación o subdelegación, cuenta con oficinas casi similares a las del gobierno central y el titular de la delegación o subdelegación es una especie de presidentito. De ahí la denominación de delegado.
Tratando de optimizar los recursos, y dada la crisis financiera de los gobiernos municipales, en el caso del Ayuntamiento de Tijuana, se determinó establecer un sistema centralista, que limitó seriamente a los delegados.
Las peticiones que reciben los delegados municipales, de parte de los vecinos, se concentra en el gobierno central, el que programa las acciones. Así mismo, tratando de la adquisición de bienes, se hace mediante una sola operación y el gobierno central programa la atención o realización de obras en cada zona de la ciudad.
Supuestamente, al concentrar las adquisiciones, se evita el derroche, se logran descuentos y se evitan desviaciones. Sin embargo, le resta o limita la capacidad de respuesta de los delegados. Quedan convertidos en simples empleados administrativos. Políticamente hablando, dejan de ser los representantes del Alcalde. Demora la posible solución a los problemas sociales.
Los colonos o vecinos de una zona, dejan de acudir a la delegación municipal a plantear un problema, si el titular no tiene facultades para resolverlos. Solamente es un mero tramitador y la respuesta habrá de darla el titular del gobierno central o el funcionario a quien le corresponda.
Bajo el mismo sistema, un día, al alguien se le ocurrió que los delegados municipales, no tengan facultades o ascendencia sobre los elementos de seguridad pública municipal, asignados a la delegación. El alcalde, es el jefe de la policía municipal, pero los delegados municipales, no tienen facultad alguna en materia de seguridad pública. Absurdo.
La corporación cuenta con una estructura y los jefes de la corporación en cada zona o delegación, no son subordinados del delegado municipal. Ellos son independientes o autónomos.
Esto es absurdo, porque el delegado municipal, siendo el representante del Alcalde, también debería ser una especie de jefe policiaco en su jurisdicción. Sin facultades, no puede frenar los excesos o superar deficiencias en materia de seguridad pública. No puede dar respuesta inmediata a las quejas o reclamos de los colonos o vecinos.
Se entiende esto del centralismo, a nivel federal. Que implica el que en la ciudad de México, sede del gobierno federal, a 3 mil kilómetros de distancia, se tomen decisiones o acuerdos que afectan a Baja California.
Que las decisiones del gobierno estatal, se tomen en la ciudad de Mexicali, sede de la gubernatura estatal.
Pero es difícil aceptar, que las decisiones que atañen a cada zona de la ciudad de Tijuana, se tomen en el Palacio Municipal, existiendo las delegaciones municipales, que son representaciones del gobierno de la ciudad.

En ocasiones, las medidas adoptadas, bajo supuestos objetivos de ahorro, resultan caros e ineficientes, porque las representaciones delegacionales, carecen de facultades para atender y resolver problemas o reclamos sociales.
Para quienes han  ostentado la titularidad de alguna delegación municipal, al menos en Tijuana, resulta incómodo este modelo de gobierno municipal centralista, que en lugar de facilitar las acciones de gobierno, las complica.
Parece un tema intrascendente, pero no lo es, dada la compleja problemática de la ciudad y la próxima renovación de los titulares del gobierno municipal.


Si se trata de controles, hay sistemas informáticos para ello, y normas, para regular las labores de los funcionarios públicos. Cuídenles las manos. Que cada quien cumpla con sus responsabilidades.