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viernes, 6 de mayo de 2016

GILBERTO LAVENANT

QPBC. Tijuana, es una de las ciudades más violentas del país. Las autoridades dicen que la mayoría de los  homicidios, que aquí se registran, están estrechamente relacionados con el narcomenudeo.
Aplicar esta etiqueta, facilita el trabajo a las autoridades policiacas. De un somero análisis, en unos minutos, determinan que alguien perdió la vida, por andar en malos pasos. Y eso basta para acumular un asunto al legajo de homicidios cuyo origen o verdad histórica nunca se conocerá.
La violencia que permite ese tipo de decesos, es escandalosa, dramática y preocupante. Tratar de evitar sus efectos, es relativamente sencillo. Basta limitar las actividades sociales. Acudir poco a los centros nocturnos o a los expendios de comidas de mar, por ejemplo, a los que suelen acudir los individuos violentos o dedicados a actividades ilícitas.
Pero hay otros tipos de violencia, que tenemos mucho más cerca, cuyo riesgo es enorme. El caso del homicidio de la universitaria, registrado en días pasados, es un claro ejemplo de ello.  

No se requiere ser un individuo tatuado, ni tortuoso. Traer un cuchillo o un arma de alto poder. Basta un desajuste mental, para agredir a quienes están cerca, hasta arrebatarles la vida.
A la sociedad entera ha sorprendido esto. Que un joven universitario, sin aparente motivo alguno, más que tratar de justificarse o congraciarse con su pareja, agredir y asfixiar a quien  fue su novia. Absurdo.

El Rector de la UABC, Juan Manuel Ocegueda, señala que, en base a esto, se tendrá que hacer exámenes a los universitarios, para detectar posibles enfermedades mentales
Este asunto, sumamente lamentable, es solamente el síntoma de una sociedad enferma. Consecuencia de muchos factores.
Hace tiempo, había un programa radiofónico que planteaba un cuestionamiento : ¿sabe usted dónde están sus hijos? O aquello de : ¿sabe usted, con quien andan sus hijos?
Los padres de familia, tienen que ser más observadores, respecto de las conductas y de las relaciones de sus hijos.
Los jóvenes deben ser alegres. Una alegría fresca, sana, cristalina. Cualquier actitud uraña, agresiva, es preocupante o nociva. Propia o ajena 
Es necesario buscar el apoyo de profesionales, que ayuden a identificar cuadros de conductas inapropiadas en los jóvenes. Que en muchos de los casos, resulta difícil identificar.
Se vive en una sociedad enferma. Expuestos a muchos males sociales. Enfermedades que no se curan en la universidad.
Es preocupante, pero puede ayudar, el dedicar  algunos minutos a platicar o tratar de establecer una relación más estrecha con ellos. El uso de móviles, los está alejando del seno familiar. Muchos de ellos viven en otro mundo. Muchos de ellos viven en un verdadero infierno. Algunos de ellos son dominados por sus demonios interiores.

Esa es otra violencia mortal, que ronda cerca de todos nosotros. El caso de la joven universitaria, no es el primero y lamentablemente no ha de ser el único.
Hace años, unos jóvenes universitarios, se atrevieron a secuestrar a una menor, familiar de uno de ellos, dizque para reunir recursos para su fiesta de graduación. Sueño que nunca lograron cumplir y que ahora ven extinguir en prisión 
Otros, incluso menores de edad, por simple juego o distracción, han asesinado o secuestrado. Son casos aislados, pero que representan síntoma de la sociedad enferma. No todo tiene que ver con el uso o venta de drogas.
La única forma de prevenirlos, es ser más cuidadosos de los seres queridos. En principio. 
Estar más cerca de ellos. No abandonarlos en manos extrañas. 
El uso de juegos cibernéticos, en forma constante e irrefrenable, les enajena. 
Esa violencia cercana, casi imperceptible, también mata. Lamentablemente.