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jueves, 30 de junio de 2016

PALCO DE PRENSA: DESCONCIERTO POLÍTICO.




Por : Gilberto LAVENANT

Aunque no lo reconocen abiertamente, los priístas de todo el país están desconcertados. El pasado 5 de junio perdieron 5 de 12 gubernaturas, lo que después de todo dió lugar a la renuncia de su dirigente nacional, Manlio Fabio Beltrones.

El desconcierto fue mayor, pues además de que no encuentran justificación a la salida de Beltrones, de la dirigencia nacional, no pueden responsabilizar de ello al Presidente de la República Enrique Peña Nieto.  
Incluso para el propio Beltrones fue difícil. No solamente tomar esa decisión, sino el darla a conocer, sin que apareciera como un rompimiento de relaciones con el Primer Mandatario.
Llegar a esa posición, requirió de la anuencia, visto bueno o aceptación de Peña Nieto. Nadie le renuncia al Presidente, sin herir susceptibilidades.

La dirigencia máxima del PRI, no forma parte del gabinete presidencial. Pero como si lo fuera.

En especial, en el caso de Beltrones, que aunque jura que en estos momentos no está en su mente la candidatura priísta por la Presidencia de la República, muchos saben que es el candidato natural para ello.  

Las derrotas electorales del 5 de junio, fueron un feo tropiezo no solamente para el PRI, sino para el propio Beltrones. El triunfo le hubiese allanado el camino hacia la candidatura presidencial. Las derrotas, manchan su proyecto político.

No pudo soportar el fracaso. Sin reconocerse como autor o responsable del mismo. Tenía que asumirlo como propio, sin responsabilizar al Presidente Peña Nieto. 
Por eso, a lo más que llegó, en su discurso de despedida, fué lamentar que los avances logrados en las reformas estructurales, no se hayan reflejado en mejorías en los bolsillos de los mexicanos.

Beltrones se niega a aceptar, al menos públicamente, que decisiones o propuestas presidenciales, afectaron las preferencias electorales de los candidatos priístas, como la de proponer reformas a la Constitución sobre los matrimonios igualitarios o entre homosexuales, sin tomar en cuenta que más de 80 millones de mexicanos son católicos y para los cuales la figura del matrimonio es una figura fundamental, prácticamente sagrada. 

Como priísta, Beltrones puede asumir que es incorrecta la postura presidencial, pero no como máximo dirigente del priismo. Por eso, se vió en la necesidad de retirarse, en tanto pasa la tormenta.


Manlio Fabio, aunque habla con firmeza, muestra preocupación, porque el PRI no está preparado para hacer frente a la próxima contienda presidencial. Básicamente, requiere voluntad para juzgar y castigar a sus malos elementos, para combatir la corrupción y frenar la impunidad.  


Por el momento, tiene desconcertados a los priístas, porque tiene que lograr ese cambio de actitudes, a partir de convencer de ello al propio Presidente Peña Nieto, sin que le represente un rompimiento. Es obvio que como máximo dirigente del priísmo, no pudo.


Para los políticos rivales de los priístas, el papel es relativamente sencillo. Tienen en el presidente de la República a su principal “sayo”. Para los priístas, es difícil e incómodo, decir que el Presidente Peña Nieto está equivocado. 

En esa condición de incomodidad se encontraba Beltrones. Por eso, básicamente, tuvo que renunciar. El problema es que aún muchos priístas no entienden su postura. Ni el propio Peña Nieto.