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sábado, 22 de febrero de 2014

Palco de prensa: Yo también estuve ahí.

                                     Por : Gilberto LAVENANT

Este sábado, el columnista, autor de Palco de Prensa, asistió como invitado especial a la reunión sabatina de Campestre o Nada, A.C., que preside el Dr. Gilberto Covarrubias Pimentel, a fin de analizar y criticar el libro “La toma del Club Campestre por los estudiantes”, editado por la UABC, cuyas autoridades encargaron su realización a los historiadores David Piñera Ramírez y José Gabriel Rivera Delgado.

 Esta obra, en parte viene a llenar una página en blanco en la historia de la Universidad Autónoma de Baja California, que habiendo sido creada el 22 de febrero de 1957, al 5 de febrero de 1971, en que se inicia el movimiento estudiantil relativo al Campestre, prácticamente era una “universidad virtual”.

Entonces, la UABC, se puede decir así, existía solamente en papel, pues carecía de instalaciones propias. Las escuelas preparatorias con que contaba la Máxima Casa de Estudios, operaban en aulas prestadas. Tenía 4,379 alumnos, de los cuales 3,546 eran de prepa y solamente 840 cursaban estudios de nivel superior.

De esto se desprende que 2,760 preparatorianos, sabían perfectamente que no tenían posibilidades de cursar estudios superiores en Baja California y que por lo tanto deberían abandonar la entidad y a sus familias, viajar a universidades de otras partes del país, como Sonora, Jalisco, Nuevo León o Distrito Federal. Muchos de ellos, ya no regresaban a sus lugares de origen. Allá se desarrollaban profesional y socialmente.

Sin embargo, el problema no solamente era salir fuera del Estado en busca de oportunidades de estudio, sino que además eso tenía un costo que muchos no podían cubrir, lo cual provocó que infinidad de jóvenes bajacalifornianos vieran frustradas sus aspiraciones de cursar estudios superiores.

En base a esto, fue que surgió el llamado movimiento que se conoce como “la toma del Campestre”. Jovencitos de preparatoria, encabezados y dirigidos por algunos universitarios, a los que se sumaron cientos de niños adolescentes, en edades de 14 a 16 años, que apenas cursaban la secundaria, organizaron una marcha protesta, el 5 de febrero de 1971, iniciando en la Avenida Revolución, frente al Jai Alai, hasta concluir a la altura del Club Campestre.

Eran unos verdaderos revolucionarios, pues tuvieron el coraje y el valor para salir a la calle a reclamar espacios para cursar estudios superiores, lo que probablemente hoy no ocurriría, pues la mayoría de los jóvenes de ahora son apáticos, desinteresados en la problemática social. Los excelentes avances tecnológicos, que les ha proporcionado el uso de la comunicación telefónica móvil, el internet y redes sociales, les absorben su tiempo y su interés. En 1971, no tenían ese tipo de distractores.

Este movimiento surgió, en circunstancias especiales. Apareció una empresa, denominada Inmuebles Californianos, S.A. de C.V., que adquirió derechos de propiedad de la familia Arguello, respecto del Rancho Tijuana.

Después de largos litigios, la ICSA, como se le identificaba, logró resolución judicial favorable, mediante la cual se le adjudicaban, y se ordenaban le fuesen entregados, valiosos predios, entre ellos los que ocupa el Club Social y Deportivo Campestre y su enorme campo de golf, cuyos socios son prominentes hombres de empresa o profesionistas de holgada situación económica.

Los socios del  Campestre, estaban desconcertados, los recursos legales ya se habían agotado y les fueron desfavorables. Urdieron un conflicto laboral y colocaron las banderas rojinegras. Sin embargo, al reconocer que eso no sería suficiente para frenar a ICSA, luego de reunirse en un salón del edificio de Canacintra, ubicado frente al Auditorio de Tijuana, donde constituyeron el llamado Comité Pro Defensa del Patrimonio de Tijuana, aunque solamente se trataba de su Club Social, caminaron hasta el Campestre y se apoderaron de sus instalaciones, dispuestos a evitar el despojo.

Para ello, contaron con el apoyo del gobierno estatal, que encabezada el Ing. Raúl Sánchez Díaz, el que, en un desesperado intento, decretó la expropiación del predio del Campestre, dizque para fines de bien común, obviamente con el propósito de entregarlo a los socios, en caso de resultar favorable la acción.

Fue entonces que el reclamo estudiantil llegó a su máxima expresión, y al conocer la supuesta expropiación, surgió en ellos la idea de reclamar que los terrenos del Campestre fuesen para crear las instalaciones de la UABC, que tanto requerían para tener espacios en los que pudieran cursar estudios superiores.

Los jóvenes estudiantes, desalojaron a los socios del Campestre y se establecieron en el campo de golf, bajo la consigna : “UABC, Campestre o Nada”. Ahí permanecieron durante poco más de dos meses, utilizando casas de campaña, que incluso usaron como improvisadas aulas para tomar clases. Fue un verdadero movimiento social, que hoy en día sería difícil repetir.

Este movimiento concluyó, hasta que el gobierno estatal donó a la UABC los terrenos en los que actualmente se ubica el Campus Tijuana. Luego de esto, gracias a quienes participaron en el movimiento del Campestre, la Universidad Autónoma de Baja California se desarrolló enormemente, hasta convertirse en una institución de primer mundo. Sin embargo, nada de esto se decía en la historia universitaria.

Lo interesante es que en el libro a análisis, ordenado por las autoridades universitarias, 43 años después, se proyecta al movimiento del Campestre como un movimiento político, con tendencias izquierdistas. Si bien es cierto que algunos de los líderes efectivamente eran de izquierda, este movimiento fue un fenómeno social. Los jóvenes de entonces eran revolucionarios. El columnista puede decir : yo también estuve ahí.

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