Por : Gilberto LAVENANT
Este
miércoles, a las 9:00 de la mañana, será presentada la solicitud de amparo
contra la homologación del IVA, que incrementó la tasa impositiva del 11% al 16%,
promovido por los sectores empresariales de esta frontera. Los promotores
saben, que “palo dado, ni Dios lo quita”, pero se aferran a aquello de que “la
esperanza muere al último”.
Con
orgullo dicen que lograron recabar 58 mil 8 firmas. Afirman que eso representa
el sentir social de inconformidad de los fronterizos por esta decisión
unilateral, que se hizo, refieren con sarcasmo, pensando que los fronterizos
son privilegiados, al tener y pedir un trato preferencial, distinto al del
resto del país. Si se observa, no son tantos y más bien son pocos ante el total
de la población de esta entidad.
Aunque cabe
advertirles, que esto no es cuestión de números, sino de voluntad política,
tanto de parte de la autoridad que tomó tan severa y absurda disposición, como
de los juzgadores que tendrán en sus manos la enorme responsabilidad de
resolver el reclamo que se les hace. Si los primeros fueran conscientes y los
segundos responsables y ambos actuarán con estricto apego a derecho, las
acciones arbitrarias, serían una mera excepción, no la regla.
El
amparo, es un recurso especial que otorga la Constitución General de la
República, para proteger a quienes vivan en México, contra acciones arbitrarias
de la autoridad. Los mexicanos comúnes y corrientes, piensan, ingenuamente,
como en este caso los empresarios que lo promueven, que el amparo es casi algo
divino. Esto es una apreciación un tanto exagerada. Esto, no estará en manos de
Dios, resolverlo, sino de hombres. Y es de humanos cometer errores, dicen.
Es un
tanto complejo este asunto. Para empezar, por las violaciones que refieren.
Señalan que la homologación del IVA, viola diversos principios, tales como el
de desarrollo económico, competencia económica, neutralidad tributaria, equidad
y otros, cuyos efectos ya se han reflejado en los bolsillos de los ciudadanos, a
partir del 1 de enero en que entró en vigor. Ni siquiera los juzgadores
federales están familiarizados con tales principios.
Sobre
todo, nunca hay que dejar pasar desapercibido, que el Poder Judicial, incluso
la Suprema Corte de Justicia de la Nación, donde despachan y cobran los
señorones que tienen la facultad, casi divina, de analizar y decretar la
nulidad de los actos arbitrarios de gobierno, que no estén fundados o motivados,
es parte del sistema político mexicano.
Todo lo
que existe o se mueve, dentro del ámbito del sistema político mexicano, se
maneja conforme a los usos y costumbres, y está a expensas de recibir
lineamientos, presidenciales, por supuesto, y de acatar consignas, para
resolver en tal o cual sentido. Esto no es difícil, porque las leyes son de
interpretación y se interpretan, atendiendo el interés del Estado, léase
gobierno.
Bajo
tales advertencias, hay que sentarse a esperar. Irónicamente, uno de los
efectos principales del amparo, es que al otorgarlo a los ciudadanos que lo
promueven, vuelvan las cosas al estado en que se encontraban antes de dictar la
medida.
Cuando se
emita la resolución, en caso de que sea favorable para los quejosos, será
imposible lograr tal objetivo, porque muchos mexicanos habrán muerto de hambre,
por el proceso inflacionario, el desempleo y tantas cosas más, a causa de la
homologación del IVA. Será imposible revivirlos. Esa sí que sería una proeza
divina.
En el
caso de los empresarios, que sufrirán severas pérdidas, o incluso aquellos que
tendrán que reajustar su personal o definitivamente cerrar sus empresas, nadie
les cubrirá los daños sufridos. El gobierno no les dará el dinero perdido, para
que vuelvan a operar sus empresas.
A los ciudadanos,
que perdieron su empleo, y ya desempleados, incurrieron en incumplimiento de
pago de los créditos mediante los cuales adquirieron sus viviendas, tampoco se
les pagará los sueldos que dejaron de percibir, ni les darán dinero para pagar
los créditos que hayan dejado de cubrir, ni les regresarán sus viviendas de las
que fueron despojados por ser mala paga.
Esto no
es pesimismo, sino una realidad. Tarde que temprano, la Suprema Corte dirá que
el gobierno federal actuó en el ejercicio pleno de sus facultades y derechos,
al plantear la reforma hacendaria que contenía la homologación del IVA, y que
los legisladores que la aprobaron, lo hicieron con el carácter de
representantes populares, o sea prácticamente en representación de los que
ahora reclaman el amparo y protección de la justicia federal y quienes por conducto
de sus representantes, avalaron y aprobaron la propuesta. Que por lo tanto, se
actuó con apego a los preceptos constitucionales.
Lo
preocupante es que nadie del centro, ni el propio Presidente Peña Nieto,
escucharon los reclamos de los fronterizos, que se manifestaron en contra de la
homologación del IVA e incluso advirtieron las consecuencias de tal medida.
Mucho menos habrán de escucharlos ahora que reclaman se deje sin efecto, por la
vía del amparo, lo que implicaría una catástrofe financiera para el gobierno
federal, casi de imposible reparación.
Como
también es preocupante, que nadie del gobierno federal, y en especial el Presidente
Enrique Peña Nieto, han venido a Baja California a observar los daños ocasionados
a los fronterizos, por la aplicación de medida tan absurda. Ha visitado otras entidades,
azotadas por la violencia o los desastres naturales, pero no esta región del
país. Como que alguien borró a Baja California del mapa oficial.
De seguir
las cosas así, cuando concluya el presente sexenio, Baja California deberá ser
declarada casi totalmente siniestrada. Sufrirá un retroceso en todas las áreas
o aspectos. Como retroceder al pasado decenas y decenas de años. Casi al origen
de esta entidad. Pero en fin, esperen el resultado del amparo. Ojalá que no sea
demasiado tarde, o simplemente se aceptará que fue tiempo perdido. Quizás entonces
hasta la esperanza habrá muerto.
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