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domingo, 9 de febrero de 2014

Palco de Prensa: No se vale.


                                      Por : Gilberto LAVENANT

La indigencia, en Tijuana, es un problema serio. La falta de empleos suficientes, la falta de preparación de muchos individuos para el trabajo y el caer en una condición de frustración,  pesimismo y fracaso, lleva a los individuos a ser improductivos, no generan los recursos necesarios para su autosuficiencia, se dedican a la mendicidad o a realizar actividades ínfimas, que incluso a muchos de ellos les resultan indignantes. Incluso delictivas.


Para dimensionar este problema, cabe observar que en una de las últimas “reflexiones” de Nancy Sánchez Arredondo, dirigente estatal del PRI –su rama profesional es el Trabajo Social- indica que según datos de la CONEVAL, en el 2012, en Baja California existían más de 91 mil personas en pobreza extrema y más de 1 millón de personas en pobreza moderada, lo que significa que más de la tercer parte de la población de esta entidad, se encontraba entonces en condición de pobreza. 
La pobreza, es madre de muchos males sociales. Delincuencia, promiscuidad, falta de valores, mendicidad, indigencia en general. Muchos indigentes deambulan por las calles mendigando, “limpiando” vidrios de autos con un trapo extremadamente sucio, vendiendo chicles, drogados o bajo efectos del alcohol que consumen, durmiendo en parques públicos o tirados en plena vía pública o entre la basura.

Y aunque los indigentes representan un problema social, sumamente serio, no existen, de parte de ninguna autoridad, programa o acción alguna para rescatarlos, rehabitarlos socialmente y volverlos productivos. Simplemente “barren” con ellos, para que dejen de ser un deprimente espectáculo en la vía pública. La intención es simplemente esconderlos.

En lugar de tratar de apoyarlos, aunque la tarea sería ardua para ello, los pick ups de la policía municipal, habilitados como patrullas, recorren las calles deteniendo a cuanto indigente se encuentran a su paso. Los cargan en la caja de las unidades, exhibiéndolos a la vista de todo mundo, y finalmente los recluyen en la cárcel preventiva.

El pasado fin de semana, Fernando Esquer Peraza, director de la Estancia Municipal para Infractores, conocida comúnmente como “la 20”, dijo que alrededor del 50% de las personas que ahí ingresan, son indigentes.

Y cita las principales causas de la detención. Hacen sus necesidades en la vía pública, se intoxican con alcohol o droga, principalmente. Diariamente reciben de 320 a 330 personas en “la 20”, que tiene capacidad para 400. Ahí pasan desde 3 a 36 horas. La cuestión es que al salir libres, casi inmediatamente la policía los vuelve a detener, por las mismas razones, o simplemente “por no demostrar su manera honesta de vivir”.

Wikipedia, la llamada Enciclopedia Libre, explica que se entiende por indigencia, el ingreso insuficiente para cubrir una canasta básica de alimentos, vestimenta para un individuo o un hogar. Con la crisis económica que afronta México, muchos mexicanos están en condiciones de indigencia.

Muchos de ellos, ya andan en las calles buscando el sustento diario. Muchos otros pronto habrán de salir, porque no tienen para pagar la renta, ya perdieron las casas adquiridas mediante un crédito que ya no pueden cubrir, o simplemente no tienen un techo, porque acaban de llegar del interior del país. La policía municipal, anda a la caza de ellos. No se vale.

La privación de la libertad de los indigentes, no soluciona nada. Más bien complica o agudiza el problema de la indigencia. Los detienen y les impiden hasta mendigar, mientras que las familias de muchos de ellos se quedan esperando que les lleve el sustento diario. No se vale.

Ahora se pretende, para que paguen las sanciones a que se han hecho acreedores, establecer un programa de trabajo comunitario, lo que aparentemente es correcto, pues si están encerrados, por cometer alguna falta y no tienen dinero para pagar la sanción, pues que paguen con esfuerzo personal. Injusto, por completo. No se vale.

Es responsabilidad de la autoridad, pugnar por el bien común de la ciudadanía. Los indigentes, también son ciudadanos. Muchos de ellos constituyen valiosos recursos humanos, que se desperdician, precisamente por la condición personal de cada uno de ellos. Desempleo, incapacidades físicas, problemas de salud por ingerir bebidas embriagantes o drogas, su deprimente vestimenta.

Pero en lugar de aprovecharlos positivamente y en beneficio de ellos y de Tijuana, los privan de su libertad. No se vale. Al final de cuentas, la autoridad, de los tres niveles de gobierno, tiene una enorme responsabilidad frente a la indigencia. Por no crear más fuentes de trabajo, no establecer suficientes oportunidades de estudio, olvidarse de implementar programas de viviendas populares.

Tantas cosas por hacer, a favor de los indigentes, y no simples políticas asistencialistas cobijeras, que no resuelven nada y que generalmente están dirigidas o tienden a beneficiar a la clientela política electoral.

Basta de las detenciones irracionales de indigentes. Si no se quiere que hagan sus necesidades en la vía pública, pues que establezcan servicios sanitarios públicos. Si no se quiere que deambulen por las calles mendigando, pues que abran oportunidades de empleo mínimo. Si no se quiere que anden bajo los efectos de alcohol o drogas, pues que los canalicen a centros de rehabilitación, pero bajo el control oficial.

No se vale combatir el serio problema de la mendicidad, con la “ley del garrote”, mediante acciones policiacas, pues eso indica que falta creatividad y sensibilidad social. No se vale, porque nadie puede negar que la indigencia, es un problema social, no de carácter policiaco. Definitivamente, no se vale.

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