Por : Gilberto LAVENANT
La
indigencia, en Tijuana, es un problema serio. La falta de empleos suficientes,
la falta de preparación de muchos individuos para el trabajo y el caer en una
condición de frustración, pesimismo y
fracaso, lleva a los individuos a ser improductivos, no generan los recursos
necesarios para su autosuficiencia, se dedican a la mendicidad o a realizar
actividades ínfimas, que incluso a muchos de ellos les resultan indignantes.
Incluso delictivas.
Para
dimensionar este problema, cabe observar que en una de las últimas
“reflexiones” de Nancy Sánchez Arredondo, dirigente estatal del PRI –su rama
profesional es el Trabajo Social- indica que según datos de la CONEVAL, en el
2012, en Baja California existían más de 91 mil personas en pobreza extrema y
más de 1 millón de personas en pobreza moderada, lo que significa que más de la
tercer parte de la población de esta entidad, se encontraba entonces en
condición de pobreza.
La
pobreza, es madre de muchos males sociales. Delincuencia, promiscuidad, falta
de valores, mendicidad, indigencia en general. Muchos indigentes deambulan por
las calles mendigando, “limpiando” vidrios de autos con un trapo extremadamente
sucio, vendiendo chicles, drogados o bajo efectos del alcohol que consumen,
durmiendo en parques públicos o tirados en plena vía pública o entre la basura.
Y aunque
los indigentes representan un problema social, sumamente serio, no existen, de
parte de ninguna autoridad, programa o acción alguna para rescatarlos,
rehabitarlos socialmente y volverlos productivos. Simplemente “barren” con
ellos, para que dejen de ser un deprimente espectáculo en la vía pública. La
intención es simplemente esconderlos.
En lugar
de tratar de apoyarlos, aunque la tarea sería ardua para ello, los pick ups de
la policía municipal, habilitados como patrullas, recorren las calles
deteniendo a cuanto indigente se encuentran a su paso. Los cargan en la caja de
las unidades, exhibiéndolos a la vista de todo mundo, y finalmente los recluyen
en la cárcel preventiva.
El pasado
fin de semana, Fernando Esquer Peraza, director de la Estancia Municipal para
Infractores, conocida comúnmente como “la 20”, dijo que alrededor del 50% de
las personas que ahí ingresan, son indigentes.
Y cita las
principales causas de la detención. Hacen sus necesidades en la vía pública, se
intoxican con alcohol o droga, principalmente. Diariamente reciben de 320 a 330
personas en “la 20”, que tiene capacidad para 400. Ahí pasan desde 3 a 36
horas. La cuestión es que al salir libres, casi inmediatamente la policía los
vuelve a detener, por las mismas razones, o simplemente “por no demostrar su
manera honesta de vivir”.
Wikipedia, la
llamada Enciclopedia Libre, explica que se entiende por indigencia, el ingreso
insuficiente para cubrir una canasta básica de alimentos, vestimenta para un
individuo o un hogar. Con la crisis económica que afronta México, muchos
mexicanos están en condiciones de indigencia.
Muchos de ellos,
ya andan en las calles buscando el sustento diario. Muchos otros pronto habrán
de salir, porque no tienen para pagar la renta, ya perdieron las casas
adquiridas mediante un crédito que ya no pueden cubrir, o simplemente no tienen
un techo, porque acaban de llegar del interior del país. La policía municipal,
anda a la caza de ellos. No se vale.
La privación de la
libertad de los indigentes, no soluciona nada. Más bien complica o agudiza el
problema de la indigencia. Los detienen y les impiden hasta mendigar, mientras
que las familias de muchos de ellos se quedan esperando que les lleve el
sustento diario. No se vale.
Ahora se pretende,
para que paguen las sanciones a que se han hecho acreedores, establecer un
programa de trabajo comunitario, lo que aparentemente es correcto, pues si
están encerrados, por cometer alguna falta y no tienen dinero para pagar la
sanción, pues que paguen con esfuerzo personal. Injusto, por completo. No se
vale.
Es responsabilidad
de la autoridad, pugnar por el bien común de la ciudadanía. Los indigentes,
también son ciudadanos. Muchos de ellos constituyen valiosos recursos humanos,
que se desperdician, precisamente por la condición personal de cada uno de
ellos. Desempleo, incapacidades físicas, problemas de salud por ingerir bebidas
embriagantes o drogas, su deprimente vestimenta.
Pero en lugar de
aprovecharlos positivamente y en beneficio de ellos y de Tijuana, los privan de
su libertad. No se vale. Al final de cuentas, la autoridad, de los tres niveles
de gobierno, tiene una enorme responsabilidad frente a la indigencia. Por no
crear más fuentes de trabajo, no establecer suficientes oportunidades de
estudio, olvidarse de implementar programas de viviendas populares.
Tantas cosas por
hacer, a favor de los indigentes, y no simples políticas asistencialistas
cobijeras, que no resuelven nada y que generalmente están dirigidas o tienden a
beneficiar a la clientela política electoral.
Basta de las detenciones irracionales de
indigentes. Si no se quiere que hagan sus necesidades en la vía pública, pues
que establezcan servicios sanitarios públicos. Si no se quiere que deambulen
por las calles mendigando, pues que abran oportunidades de empleo mínimo. Si no
se quiere que anden bajo los efectos de alcohol o drogas, pues que los
canalicen a centros de rehabilitación, pero bajo el control oficial.
No se
vale combatir el serio problema de la mendicidad, con la “ley del garrote”,
mediante acciones policiacas, pues eso indica que falta creatividad y
sensibilidad social. No se vale, porque nadie puede negar que la indigencia, es
un problema social, no de carácter policiaco. Definitivamente, no se vale.
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