Por : Gilberto LAVENANT
Hasta
hace algunos años, los centros nocturnos, los llamados giros negros, sitios de
espectáculos “sólo para adultos”, así como bares y cantinas, se concentraban en
la Avenida Revolución, y los de menor categoría en la tristemente célebre Zona
Norte.
Era común
identificar o referir a la Zona Norte, ubicada precisamente al norte de la zona
central, de la Calle Primera hacia la línea internacional, como zona de
tolerancia, lugar donde se localizaban los prostíbulos, y un poco más al
centro, el área de la Avenida Revolución, los centros de espectáculos
nocturnos.
Estas
zonas desarrollaron dicho perfil, por su cercanía con el cruce fronterizo, en
principio porque podían llegar hasta ahí los marinos que solían cruzar la
frontera y dar rienda suelta a sus impulsos, sin las restricciones que tenían
en su país.
Vinieron
los tiempos de “vacas flacas” para el turismo y visitantes fronterizos, se
desarrollaron otras zonas de la ciudad de Tijuana, nuevas vialidades, áreas
comerciales, y los giros negros empezaron a proliferar en lugares distantes de
la Zona Norte.
Pero
también surgió un fenómeno, fraccionamientos de nivel medio, las llamadas zonas
residenciales, sufrieron una transformación, pues sus avenidas principales se volvieron comerciales y
empezaron a ubicar en ellas centros de espectáculos, bares, cantinas o
restaurantes con venta de licor.
Podría
decirse, que debido la violencia incontenible, a la inseguridad pública, viejos
residentes de Tijuana abandonaron las zonas residenciales en las que vivieron
durante tantos años y muchos de los antiguos propietarios, aprovechando la
ubicación de sus viviendas, las transformaron en centros comerciales o en
locales para renta.
Para
quienes siguen considerando área residencial, la zona en la que han vivido
durante tantos años, algunas por generaciones, han experimentado, con coraje y
frustración, la instalación y operación de centros nocturnos, bares, cantinas o
restaurantes con venta de licor, sin ningún control.
Claro,
resulta incómodo, además de peligroso, el que los miembros de una familia,
tengan que presenciar escenas denigrantes, protagonizadas por los que acuden a
esos lugares de “diversión”, pues muchas de las veces ocurren en plena calle y
sin que autoridad alguna los controle y sancione.
Una de
esas zonas residenciales, es la Colonia Madero, conocida comúnmente como
Colonia Cacho. Aún viven ahí, familias de nivel medio y medio superior,
sumamente conocidas, social y políticamente, al grado que era reconocida área
de gente pudiente.
Así
mismo, ahí se ubican instituciones educativas de renombre, algunas de carácter
privado y otras públicas, pero una y otras sumamente respetables y honorables.
Todo
indica, que las cosas han cambiado. De unos años para acá, los regenteadores de
centros de espectáculos y de los llamados giros negros, algunos de ellos
aparentemente disfrazados, han escogido la Colonia Cacho, para instalarse y
operar.
Los
residentes de esta zona residencial, están indignados. Con frustración observan
que sus reclamos no encuentran eco en las autoridades, que autorizan la
instalación de este tipo de “negocios”, donde corre libremente el alcohol, el
sexo, el escándalo.
Con
sarcasmo, le llaman “La Polancacho”, en referencia a la Colonia Polanco del
Distrito Federal, que, aunque guardadas las proporciones, también transformó su
perfil residencial en el nido de antreros.
Algunos
de los dolidos residentes de La Cacho, están desarrollando una campaña de
protesta, a través de los medios de difusión electrónicos. Las redes sociales,
medios como Youtube, el Outlook, han sido el conducto para hacer saber su
malestar, con la intención de ser escuchados.
A través del correo electrónico lapolancacho@gmail.com,
circulan sus protestas. También han creado una página en facebook : https://www.facebook.com/lapolancacho
Igualmente, en twitter : https://twitter.com/lapolancacho
Algunos videos relativos a los
escándalos, los han subido a : https://www.youtube.com/user/lapolancacho
Precisan,
que “La Polancacho”, es una expresión ciudadana, sin filiación partidista, ni
oficial, además de que observan, que las opiniones que aparezcan en su página
de facebook, son personales y no representan a ningún grupo, asociación o
comité vecinal.
Es
evidente, que la proliferación de los llamados giros negros, ya es
incontrolable. Que cada día crecen en número y cuya operación toleran o soslayan
las propias autoridades. Obviamente, porque los funcionarios encargados de la
autorización y vigilancia de este tipo de establecimientos, no son vecinos de
la zona.
Hace
años, se llegó a pensar en la posibilidad de cambiar la zona de tolerancia, de
la Zona Norte, a algún punto de la periferia de la ciudad. Evidentemente, hoy
esa idea ya fue abandonada, no solamente porque los núcleos urbanos ya no
dejaron espacios libres y les resulta más cómodo, instalarse en las zonas
céntricas, sin importar que eso incomode o moleste a los antiguos residentes.
Los
autores de “La Polancacho”, hacen señalamientos, claros y contundentes, como el
siguiente : “A los funcionarios no les importa, porque ellos no viven con estos
problemas”.
Es innegable,
que el acohol y el sexo, es un gran negocio, no solamente para individuos sin
escrúpulos, que regentean ese tipo de establecimientos, sino también para los
funcionarios –en este caso del nivel municipal- que otorgan los correspondientes
permisos y se hacen “de la vista gorda”, ante los excesos e inmoralidades que
en ellos se registran.
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