Por : Gilberto LAVENANT
En el proceso legislativo, en torno a la propuesta hacendaria del Presidente Enrique Peña Nieto, los grandes perdedores, además de los habitantes de la franja fronteriza, que tendrán que pagar una mayor tasa del IVA, son los políticos que, sin rubor alguno, por intereses partidistas o por dinero, avalaron esa lesiva medida. Sobre todo, por dinero.
Aunque los que lo hicieron por “disciplina partidista”, no tienen perdón, ni justificación alguna, en peores condiciones quedaron quienes vendieron su voto al mejor postor. A estos últimos es a los que identifican como mercenarios.
Wikipedia, la Enciclopedia Libre, dice que se conoce como mercenario, a aquel soldado que lucha o participa en un conflicto bélico, por su beneficio económico y personal, normalmente con poca o nula consideración en ideología, nacionalidad o preferencias políticas con el bando para el que lucha.
Y lo recalca : el soldado, que representa una nación, está dispuesto a luchar por una causa, que es de su comunidad o país. El mercenario, subraya, lo hace solamente con ánimo de lucro y que por lo tanto en los asuntos bélicos, se le conoce como soldado de fortuna.
Bueno, pues corren rumores de que aquellos legisladores federales, que hicieron a un lado los posicionamientos de sus respectivos partidos, no lo hicieron precisamente por convicción personal, sino a cambio de fuertes cantidades de dinero. Mercenarios, pues.
En ese nivel ubican a un personaje, polémico, controversial, de Baja California. El Senador por el Partido del Trabajo, Marco Antonio Blásquez Salinas. Se sacó el “premio mayor”, sin comprar boleto. Básicamente, las actitudes groseras, como periodista, en contra de gobernantes en turno, le generaron simpatías en los sectores vulnerables de Tijuana.
Formado bajo la sombra el empresario Jaime Bonilla, allegado al excandidato presidencial Andrés Manuel López Obrador, se trató de aprovechar las características personales de Blásquez, para fortalecer la campaña de AMLO en el 2012. El tabasqueño tenía su mejor presencia en el centro del país. No tanto en la frontera y en especial en Baja California.
Bonilla se ubicó en una candidatura a diputado federal, por la vía plurinominal. A Blásquez, su empleado, le asignó un paquete un poco más difícil, una candidatura al Senado, pero de mayoría relativa, o sea de tierra, de los que tienen que pedir el voto.
La debacle del panismo, luego de dos sexenios de gobernar a México, y la desconfianza de muchos mexicanos en el priísmo, así como la persistencia de López Obrador, permitieron a Bonilla y Blásquez subirse a la cresta de la ola política, de forma tal que, sin antecedentes en la materia, lograron las posiciones que hoy ostentan. Uno en la Cámara de Diputados Federales y el otro en el Senado. Fue algo casi insólito, patrón y empleado, llegar a la cúspide de la política. Pero, como dicen por ahí, que aunque sean del mismo barro, no es lo mismo olla que jarro.
Blásquez, prácticamente era hijo de Bonilla. Fue su empleado durante muchos años e incluso hasta la fecha en que fue postulado electoralmente. Ambos representaban los intereses y la presencia de López Obrador en esta zona del país. Evidentemente habían empezado su carrera política con el pie derecho.
En el asunto del IVA, Bonilla se mantuvo fiel a los lineamientos de Andrés Manuel. Como Presidente de la Comisión de Asuntos de la Frontera Norte, de la Cámara de Diputados Federales, en todo momento se pronunció en contra de la homologación del IVA y demás disposiciones centralistas de la propuesta hacendaria.
Su empleado, Blásquez, parecía ir en el mismo sentido. Fue de los primeros en convocar a integrar un frente común de defensa de Baja California, en contra de la entonces pretendida homologación del IVA. No perdía oportunidad para fustigar a aquellos, principalmente priístas, que vacilaban en defender los intereses de los bajacalifornianos o simplemente se escondían, para no comprometerse.
En vano fueron los esfuerzos de los representantes de los sectores económicos de Baja California, finalmente el mayoriteo priísta, y las negociaciones de las cúpulas partidistas, permitieron la aprobación del asunto del IVA. Aunque en principio se decía que de los 7 diputados federales priístas, solamente cuatro o cinco de ellos avalaron la propuesta y algunos pregonaron que votaron en contra. Hoy se sabe que todos, sin excepción, acataron la consigna partidista, valiéndoles gorro los intereses de los bajacalifornianos.
Sin embargo, eso no sorprendió tanto, como el caso del Senador del PT. Cuando en comisiones sometieron a votación la propuesta peñanietista, y casi se lograba un empate, que alentaría las esperanzas de los fronterizos, Blásquez Salinas simplemente se abstuvo de emitir su voto. Dicen que no hay peor lucha, que la que no se hace y el legislador petista se negó a luchar por los intereses de sus representados.
La verdad es que ni su patrón, el Ing. Jaime Bonilla, encuentra explicación a la postura asumida por su empleado. Incluso dice que le insistió en que el sentido del voto debería ser en contra de la homologación del IVA. Pero Blásquez optó por la abstención.
Hay sospechas, de que la abstención, tuvo un factor de muchos pesos. Como los mercenarios, Blásquez hizo a un lado cuestiones ideológicas y sacrificó su incipiente carrera política. Cuentan que AMLO se avergüenza de Blásquez. Que detesta a los mercenarios de la política.
La paga ha de haber sido muy buena, para echar por la borda todo lo demás. Uno más en la lista de los traidores. En el ámbito periodístico, de cazador, ahora es pato.
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