Por : Gilberto LAVENANT
Nadie puede negar, que el surgimiento de las redes sociales está generando el despertar ciudadano. Para colmo de los políticos, principalmente.
Lamentablemente, muchos de los males sociales existen y persisten, ante la apatía ciudadana en general. Muchos individuos, con capacidad y derecho para votar, se abstienen de ir a las urnas a emitir sus votos, pensando que con eso demuestran a los políticos su coraje, sus frustraciones, su repudio.
No entienden, ni quieren reconocer, que el abstencionismo, favorece a los políticos. En especial a los malos políticos, a los mentirosos, hipócritas, corruptos, que suelen vivir del erario público, porque sus incapacidades no les permitirían sobrevivir. Nadie los contrataría para laborar, porque, en general, no sirven para nada.
La mayoría de los políticos, llegan a los cargos públicos, con el voto de las minorías, integrada por muchos de aquellos que ponen su voluntad al servicio de los zánganos de las administraciones públicas, a cambio de cobijas, despensas, paquetes de materiales de construcción o, en el mejor de los casos, por una chamba en el gobierno.
Los apáticos, simplemente se la pasan lamentándose, quejándose, criticando, señalando, padeciendo, tolerando. Pudieron haber ejercido su derecho al voto y lograr, junto con muchos otros, que ganaran los menos malos. Aunque eso tampoco sea un consuelo.
Esa es una de las principales causas por las que la clase política mexicana, en su mayoría está integrada por individuos sin escrúpulos, impreparados, faltos de ética y de buenas costumbres. Los buenos hombres, o mujeres, generalmente no participan en política.
A partir del surgimiento de las redes sociales, muchos ciudadanos, amparados en el anonimato, la mayoría de ellos, han empezado a entender y reconocer, la valiosa oportunidad que la tecnología les ha puesto al alcance de sus manos. Desde la comodidad de sus casas, oficinas, fuentes de trabajo e incluso en plena calle, pueden decir lo que piensan y sienten respecto a los gobernantes.
Lo ideal sería, que el anonimato no existiera y que cada quien señalara, reclamara, acusara, con su verdadero nombre y apellido. No obstante, es un principio de un camino que tarde que temprano se fortalecerá y tendrá un mayor peso social y político.
El caso del linchamiento social de los legisladores federales que avalaron la reforma hacendaria propuesta por el Presidente Enrique Peña Nieto, ha sido un claro ejemplo de ello. El sentir de muchos bajacalifornianos, en contra de tales individuos, calificados de traidores, está manifiesto en las redes sociales.
Políticos que son, ya empiezan a regresar a la entidad, a tratar de reparar su maltrecha imagen. Quizás nadie les haga fuchi, en forma personal y directa, pero ya se ha advertido que la traición, no se olvidará nunca. Cualquiera de ellos, que se atreva a participar en los siguientes comicios, sin duda alguna tendrá que pagar la factura, por su deshonestidad y osadía. El cinismo es una de las características básicas de todo político y se atienen a que la ciudadanía tiene corta memoria.
Los tiempos cambian, la ciencia avanza vertiginosamente, y la conciencia ciudadana, tarde que temprano, tendrá que cambiar. Abandonar la apatía, mostrar mayor interés en la función pública, independientemente de filiaciones partidistas, para lograr que los cargos de gobierno, los ocupen efectivamente hombres y mujeres de bien y no los peores o los menos peores.
Otro de los casos, que sirve de ejemplo para observar que efectivamente está despertando la conciencia ciudadana, es el del aún alcalde de Ensenada, el priísta Enrique Pelayo Torres. Gracias a las redes sociales, se está dando un linchamiento social que ha traspasado los límites de la jurisdicción del municipio porteño.
El regordete y descarado político, no ha guardado el mínimo respeto a sus conciudadanos. Aunque lo trata de minimizar, el sospechosísmo respecto a que sus actos son guiados por su codicia económica, es uno de los principales factores para juzgarlo y descalificarlo. Si Pelayo consideró que después de la alcaldía, le esperaban otros cargos públicos, las condiciones en que termina su gestión municipal, indican que ya es un cadáver político.
Todo indica que –salvo prueba en contrario- será el primer alcalde de Baja California, que no tendrá el tradicional evento social y político en que rinden su tercero y último informe de gobierno. Debido a la avalancha que han generado sus actos públicos a lo largo de su gestión, decidió suspender el evento en mención, programado para el próximo lunes.
Desgraciadamente, en el sistema político mexicano, la corrupción va de la mano de la impunidad, y a los políticos corruptos o ineptos, salvo los linchamientos sociales, como en el caso de Pelayo, no les pasa nada. Todos, sin excepción, deberían ser juzgados conforme a la legislación vigente, fincarles responsabilidades y, en su caso, enviarlos a la cárcel. Mientras esto no se haga, los “Pelayos” seguirán proliferando.
Aunque apenas es el despertar, la conciencia ciudadana de los ensenadenses, está supliendo la falta de liderazgos sociales. Los representantes de los sectores, en especial el empresarial, no se atreven a levantar la voz, porque generalmente están seriamente comprometidos con los gobernantes en turno. Los favores, con favores se pagan y nadie, que no esté libre de culpa, puede atreverse a lanzar la primera piedra.
Cabe observar que uno de los primeros ejemplos de este despertar ciudadano, lo fue el movimiento#YoSoy132. Probó y demostró la valía de las redes sociales. Falta más. Falta que se fortalezca el valor cívico y la ciudadanía en general se atreva a enfrentar riesgos. Que rompan el anonimato y se atrevan a llamar a los pillos con su nombre y apellido. Mejores ciudadanos, darán mejores gobiernos.
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