Por : Gilberto LAVENANT
Cuando los partidos PAN y PRD, anunciaron que irían en alianza, en el proceso electoral de Baja California, en donde se disputaría la gubernatura estatal, causó extrañeza en muchos bajacalifornianos. Dirían que era algo así como mezclar el agua y el aceite.
Parecía absurdo, prácticamente aberrante, que dos partidos, de ideologías totalmente distintas y distantes, pudiesen aliarse o coaligarse. La izquierda y la derecha juntas, era algo casi insólito.
Unos y otros, en la práxis política, habían mostrado posturas discordantes. Los perredistas impulsaron en el Distrito Federal, los matrimonios del mismo sexo. Los panistas lo rechazan rotundamente. Los perredistas están favor del aborto, en el DF lo permiten hasta durante los primeros tres meses del embarazo. Los panistas no lo permiten en ningún momento, a partir de la concepción.
Se decía, que tales posturas habrían de enfrentarlos, tarde que temprano, hasta darse el rompimiento. No han pasado muchos días, luego de los comicios del 7 de julio, aún no asumen los cargos públicos, derivados de los triunfos electorales, y ya hay barruntos de tormenta entre ambos partidos. Todo indica, que la “luna de miel” términó súbitamente.
Suele ocurrir entre las parejas, tanto heterosexuales, como homosexuales. El período del noviazgo, puede ser sensacional. Todo dulzura. Pero apenas inicia la vida en común -aunque en el caso del PAN y el PRD ya se conocían- empiezan a conocerse. Cada quien saca a relucir su propia personalidad y se rompe el sueño.
En cuanto al triunfo electoral de Baja California, el gobernador electo, Francisco Vega de la Madrid, durante sus primeras entrevistas de prensa, luego de recibir la constancia de mayoría, prácticamente dijo que a los partidos que lo postularon en alianza con el PAN, como lo son PRD, PANAL y Partido Estatal de Baja California, no les dará “ni las migajas” en la administración pública.
Señaló que la alianza, concretamente PAN y PRD, fue con el sólo propósito de impedir que el PRI ganara y les arrebatara la gubernatura, pero que dicha alianza no implicaba el compromiso de cederles o asignarles posiciones en la administración pública.
Bueno, pues el día de ayer, Jesús Zambrano, dirigente nacional del PRD, declaró que el PAN, sin el PRD, hubiese perdido Baja California y que simple y sencillamente el PRI hubiese ganado. Esto lo reconoce Madero. Pero esta postura o aparente distanciamiento entre PAN y PRD, en cuanto a los resultados electorales en Baja California y los pasos a seguir, no surgió como por arte de mágia. Tampoco se debió a que haya acabado el “hechizo” o “encanto” que les llevó a vivir, políticamente hablando, en amasiato.
Simple y sencillamente, después de que el Presidente Enrique Peña Nieto “resucitó” al PAN y al PRD, con el pacto por México, e incluso les dió la oportunidad de extorsionarlo o chantajearlo, luego de los resultados favorables en los comicios locales, tanto PAN como PRD, se consideran autosuficientes, para seguir cada cual por su lado.
El tema que está dando pie al evidente rompimiento, lo es el de la reforma energética. El PAN se pronuncia a favor de la apertura de Pemex a la inversión privada y el PRD, se pronuncia en contra de la privatización de dicha paraestatal. La propuesta panista está basada en la reforma a tres artículos constitucionales. Los perredistas advierten que no hacen falta tales reformas.
Lo dijo ayer el dirigente perredista, que las propuestas panistas, en materia energética, “más bien responden a sectores del blanquiazul, que siempre han soñado con regresar a manos privadas la riqueza energética”. Incluso cuestionó lo dicho por el dirigente nacional panista, Gustavo Madero, al tratar de justificar la propuesta de reformas constitucionales, afirmando que no había la intención de vender ni un tornillo de Pemex. ¡A otro tonto con ese cuento! exclamó Zambrano.
E insistió en que la postura perredista, en materia energética, es muy clara : la modernización del petróleo mexicano, pero sin privatizar.
La verdad, detrás de todo esto, es que, tanto los panistas, como los perredistas, buscan su sobrevivencia política. Tanto Gustavo Madero, como Jesús Zambrano, desean llegar fuertes al inicio del proceso de renovación de las dirigencias de ambos partidos. Si llegan fuertes, tendrán oportunidad de inducir o recomendar a sus respectivos sucesores. Si llegan débiles, hasta pueden salir expulsados de sus partidos.
Otra postura asumida por ambos, para dicha sobrevivencia, es “sacarle jugo” al Pacto por México. Aunque constantemente están regateando al Presidente Peña Nieto, con la amenaza de que abandonarán el Pacto, si no les da tal o cual cosa, lo cierto es que dicho Pacto ha sido para ellos como un tanque de oxígeno, que les sacó del “estado de coma” en que se encontraban.
Hacen como que se salen, pero es mera finta. En realidad, pretenden que todo mundo les reconozca que las propuestas que han surgido del Pacto por México, han sido ideas de sus respectivos partidos. Que los mexicanos reconozcan que gracias a ellos, México sigue existiendo. Que son los salvadores del país. Dos frases podrían aplicarse a ello : “a río revuelto, ganancia de pescadores”, o bien que “cada quien quiere llevar agua a su molino”.
Pero eso no es todo. Apenas acaban de pasar los comicios del 7 de julio y cada quien inició ya los preparativos para las elecciones intermedias del 2016 y sobre todo la sucesión presidencial del 2018. El PRI, aunque ostentando la Presidencia de México, empieza en desventaja, al perder Baja California.
Recuerden, los “enanos del circo”, están creciendo. Tan grandes se sienten, PAN y PRD, que se preparan para contender sin aliarse. Y pensar que casi estaban muertos.
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