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jueves, 4 de julio de 2013

Palco de Prensa : La guerra política.



                                           Por : Gilberto LAVENANT

Esta sí que es una guerra. Los “misiles”, surgen de todas partes.

Cuando se advirtió que esta sería la madre de todas las guerras, en el terreno político, por supuesto, seguramente  que nadie imaginó que llegarían a tanto.

Las propuestas de gobierno, que se supone sería lo fundamental de esta contienda, aunque las hubo, de todas partes, pasaron a segundo término ante el enfrentamiento de las diversas fuerzas políticas en pugna.


Quien fuera a decir, que la lucha por el poder, fuese al extremo de pasar de la simple descalificación, a las acusaciones genéricas y finalmente a las denuncias formales.

Y no es solo el dicho de que “la gubernatura de Baja California es la joya del panismo”. No, no es solamente una postura política. De por medio está la nómina del gobierno de Baja California, el último reducto del panismo.

Si el PAN pierde la gubernatura, después de usufructuarla durante 24 años, sí que será una calamidad para los panistas. Miles quedarán sin empleo. Muchos dejarán de percibir magníficos sueldos que de ninguna manera podrían lograr en el sector privado.

Y a “patear el bote”, en busca de chamba.

Lo mismo se puede decir de los priístas, en el sentido contrario. Un viejo dicho advierte que vivir fuera del presupuesto, es vivir en el error. Los priístas, ya han vivido durante 24 años en el error. Ya casi olvidaron lo que es disfrutar las mieles del poder.

Es más, podría decirse que muchos priístas jóvenes, nunca en su vida han sabido lo que es ostentar un cargo público. Antes del panismo, de la ruffomanía, para ser más precisos, eran unos niños o apenas unos jovencitos. Ahora, lo que saben del priísmo, es lo que les han contado sus padres o abuelos. Las simples leyendas.

En principio, ese es el meollo del asunto, de esta frenética contienda política : la chamba. Bueno, y la posibilidad de hacer negocios a la sombra de los cargos públicos.

No es cuestión de ideologías, como antaño. La geometría política, que distinguía a los políticos por sus ideologías, de izquierda, derecho y centro, hace mucho que quedó rebasada.

Y que no se quejen, ni presuman o den golpes de pecho, unos u otros. En todos los bandos políticos hay corruptos. Exageradamente corruptos. La prueba es que varios exgobernadores, de diversas filiaciones partidistas, andan a “salto de mata”, por las tropelías cometidas en el cargo. Otros, ya están en la cárcel.   

Muchos se niegan a reconocer que los políticos, de todos los partidos, conforman un mismo sistema, podrido por la avaricia, la rapiña, la ineptitud. La laxa tolerancia de unos y otros.

Durante años se ha dicho que la corrupción es como un cáncer. Pero no tanto porque no tenga cura, sino porque nadie se atreve, ni quiere, combatirla. Les pasa a los abogados, expertos en Derecho, cuando la corrupción favorece a sus intereses, la fomentan y festejan. Cuando les afecta, se quejan y denuncian.

Es importante destacar que el hecho de que en México se haya planteado como algo factible, la alternancia política, aunque a los panistas les duró muy poco el gusto, tan sólo 12 años, muchos piensan que la leyenda de “David y Goliat”, puede repetirse. Que un día, otro vaquero simplón, como Vicente Fox, puede derrotar de nueva cuenta al priísmo. La cuestión es que también son corruptos.

Por eso, lo imposible, se ha hecho posible. Quienes pregonan como una verdad infalible, que el agua y el aceite no se pueden juntar, hoy ven con azoro las alianzas de perredistas y panistas. La extrema derecha y la extrema izquierda, parecían tan lejanas. Hoy caminan agarradas de la mano, como lo hacen las parejas de hombre y hombre, o mujer y mujer, sin rubor alguno.

Alianzas estas que no son porque tengan alguna coincidencia ideológica, sino simple y sencillamente, el objetivo común es el poder, el dinero, los lucrativos negocios que se pueden hacer en la función pública.

Así mismo, tales pugnas por el poder, han polarizado a la sociedad. Unos y otros se acusan mutuamente de ser corruptos. Esto se refleja ya en todos sectores sociales. Unos y otros se rechazan, se marginan. Se etiquetan por su filiación partidista. Se estigmatizan y se niegan a reconocer que la corrupción e ineptitud, no tienen filiación partidista.

Pero, volviendo al proceso electoral de Baja California, convertido en una guerra, ya protagonizan un enfrentamiento en el terreno legal. Parece que la contienda consiste en ver quien presenta acusaciones más serias y contundentes.

Suponiendo, sin conceder, que unos y otros tienen la razón y el derecho, en sus acusaciones y señalamientos en contra de sus rivales políticos, deben reconocer que las pillerías se cometen, por la indolencia y complicidad de las propias autoridades. Por el solapamiento de los órganos de fiscalización. La impunidad, es una institución equivalente a la corrupción.


Aquí no cabe aquello de que : “quien esté libre de culpa, que tire la primera piedra”. Duele pensar que Baja California sea gobernada por un pillo. La duda, cala más que la certeza. Y aún así, proclaman que hay que abatir el abstencionismo. Qué cinismo.

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