Por :
Gilberto LAVENANT
Esta sí que es una guerra. Los “misiles”,
surgen de todas partes.
Cuando se advirtió que esta sería la madre
de todas las guerras, en el terreno político, por supuesto, seguramente que nadie imaginó que llegarían a tanto.
Las propuestas de gobierno, que se supone
sería lo fundamental de esta contienda, aunque las hubo, de todas partes,
pasaron a segundo término ante el enfrentamiento de las diversas fuerzas
políticas en pugna.
Quien fuera a decir, que la lucha por el
poder, fuese al extremo de pasar de la simple descalificación, a las
acusaciones genéricas y finalmente a las denuncias formales.
Y no es solo el dicho de que “la gubernatura
de Baja California es la joya del panismo”. No, no es solamente una postura
política. De por medio está la nómina del gobierno de Baja California, el
último reducto del panismo.
Si el PAN pierde la gubernatura, después de
usufructuarla durante 24 años, sí que será una calamidad para los panistas.
Miles quedarán sin empleo. Muchos dejarán de percibir magníficos sueldos que de
ninguna manera podrían lograr en el sector privado.
Y a “patear el bote”, en busca de chamba.
Lo mismo se puede decir de los priístas, en
el sentido contrario. Un viejo dicho advierte que vivir fuera del presupuesto,
es vivir en el error. Los priístas, ya han vivido durante 24 años en el error.
Ya casi olvidaron lo que es disfrutar las mieles del poder.
Es más, podría decirse que muchos priístas
jóvenes, nunca en su vida han sabido lo que es ostentar un cargo público. Antes
del panismo, de la ruffomanía, para ser más precisos, eran unos niños o apenas
unos jovencitos. Ahora, lo que saben del priísmo, es lo que les han contado sus
padres o abuelos. Las simples leyendas.
En principio, ese es el meollo del asunto,
de esta frenética contienda política : la chamba. Bueno, y la posibilidad de
hacer negocios a la sombra de los cargos públicos.
No es cuestión de ideologías, como antaño.
La geometría política, que distinguía a los políticos por sus ideologías, de
izquierda, derecho y centro, hace mucho que quedó rebasada.
Y que no se quejen, ni presuman o den golpes
de pecho, unos u otros. En todos los bandos políticos hay corruptos.
Exageradamente corruptos. La prueba es que varios exgobernadores, de diversas
filiaciones partidistas, andan a “salto de mata”, por las tropelías cometidas
en el cargo. Otros, ya están en la cárcel.
Muchos se niegan a reconocer que los
políticos, de todos los partidos, conforman un mismo sistema, podrido por la
avaricia, la rapiña, la ineptitud. La laxa tolerancia de unos y otros.
Durante años se ha dicho que la corrupción
es como un cáncer. Pero no tanto porque no tenga cura, sino porque nadie se
atreve, ni quiere, combatirla. Les pasa a los abogados, expertos en Derecho,
cuando la corrupción favorece a sus intereses, la fomentan y festejan. Cuando
les afecta, se quejan y denuncian.
Es importante destacar que el hecho de que
en México se haya planteado como algo factible, la alternancia política, aunque
a los panistas les duró muy poco el gusto, tan sólo 12 años, muchos piensan que
la leyenda de “David y Goliat”, puede repetirse. Que un día, otro vaquero
simplón, como Vicente Fox, puede derrotar de nueva cuenta al priísmo. La
cuestión es que también son corruptos.
Por eso, lo imposible, se ha hecho posible.
Quienes pregonan como una verdad infalible, que el agua y el aceite no se
pueden juntar, hoy ven con azoro las alianzas de perredistas y panistas. La
extrema derecha y la extrema izquierda, parecían tan lejanas. Hoy caminan
agarradas de la mano, como lo hacen las parejas de hombre y hombre, o mujer y
mujer, sin rubor alguno.
Alianzas estas que no son porque tengan
alguna coincidencia ideológica, sino simple y sencillamente, el objetivo común
es el poder, el dinero, los lucrativos negocios que se pueden hacer en la
función pública.
Así mismo, tales pugnas por el poder, han
polarizado a la sociedad. Unos y otros se acusan mutuamente de ser corruptos.
Esto se refleja ya en todos sectores sociales. Unos y otros se rechazan, se
marginan. Se etiquetan por su filiación partidista. Se estigmatizan y se niegan
a reconocer que la corrupción e ineptitud, no tienen filiación partidista.
Pero, volviendo al proceso electoral de Baja
California, convertido en una guerra, ya protagonizan un enfrentamiento en el
terreno legal. Parece que la contienda consiste en ver quien presenta
acusaciones más serias y contundentes.
Suponiendo, sin conceder, que unos y otros
tienen la razón y el derecho, en sus acusaciones y señalamientos en contra de
sus rivales políticos, deben reconocer que las pillerías se cometen, por la
indolencia y complicidad de las propias autoridades. Por el solapamiento de los
órganos de fiscalización. La impunidad, es una institución equivalente a la
corrupción.
Aquí no cabe aquello de que : “quien esté
libre de culpa, que tire la primera piedra”. Duele pensar que Baja California
sea gobernada por un pillo. La duda, cala más que la certeza. Y aún así,
proclaman que hay que abatir el abstencionismo. Qué cinismo.
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