Por : Gilberto LAVENANT
Este sábado,
el columnista, autor de Palco de Prensa, asistió como invitado especial a la
reunión sabatina de Campestre o Nada, A.C., que preside el Dr. Gilberto
Covarrubias Pimentel, a fin de analizar y criticar el libro “La toma del Club
Campestre por los estudiantes”, editado por la UABC, cuyas autoridades
encargaron su realización a los historiadores David Piñera Ramírez y José
Gabriel Rivera Delgado.
Esta obra,
en parte viene a llenar una página en blanco en la historia de la Universidad
Autónoma de Baja California, que habiendo sido creada el 22 de febrero de 1957,
al 5 de febrero de 1971, en que se inicia el movimiento estudiantil relativo al
Campestre, prácticamente era una “universidad virtual”.
Entonces,
la UABC, se puede decir así, existía solamente en papel, pues carecía de
instalaciones propias. Las escuelas preparatorias con que contaba la Máxima
Casa de Estudios, operaban en aulas prestadas. Tenía 4,379 alumnos, de los
cuales 3,546 eran de prepa y solamente 840 cursaban estudios de nivel superior.
De esto
se desprende que 2,760 preparatorianos, sabían perfectamente que no tenían
posibilidades de cursar estudios superiores en Baja California y que por lo
tanto deberían abandonar la entidad y a sus familias, viajar a universidades de
otras partes del país, como Sonora, Jalisco, Nuevo León o Distrito Federal.
Muchos de ellos, ya no regresaban a sus lugares de origen. Allá se
desarrollaban profesional y socialmente.
Sin
embargo, el problema no solamente era salir fuera del Estado en busca de
oportunidades de estudio, sino que además eso tenía un costo que muchos no
podían cubrir, lo cual provocó que infinidad de jóvenes bajacalifornianos
vieran frustradas sus aspiraciones de cursar estudios superiores.
En base a
esto, fue que surgió el llamado movimiento que se conoce como “la toma del
Campestre”. Jovencitos de preparatoria, encabezados y dirigidos por algunos
universitarios, a los que se sumaron cientos de niños adolescentes, en edades
de 14 a 16 años, que apenas cursaban la secundaria, organizaron una marcha
protesta, el 5 de febrero de 1971, iniciando en la Avenida Revolución, frente
al Jai Alai, hasta concluir a la altura del Club Campestre.
Eran unos
verdaderos revolucionarios, pues tuvieron el coraje y el valor para salir a la
calle a reclamar espacios para cursar estudios superiores, lo que probablemente
hoy no ocurriría, pues la mayoría de los jóvenes de ahora son apáticos,
desinteresados en la problemática social. Los excelentes avances tecnológicos,
que les ha proporcionado el uso de la comunicación telefónica móvil, el
internet y redes sociales, les absorben su tiempo y su interés. En 1971, no
tenían ese tipo de distractores.
Este
movimiento surgió, en circunstancias especiales. Apareció una empresa,
denominada Inmuebles Californianos, S.A. de C.V., que adquirió derechos de
propiedad de la familia Arguello, respecto del Rancho Tijuana.
Después
de largos litigios, la ICSA, como se le identificaba, logró resolución judicial
favorable, mediante la cual se le adjudicaban, y se ordenaban le fuesen
entregados, valiosos predios, entre ellos los que ocupa el Club Social y
Deportivo Campestre y su enorme campo de golf, cuyos socios son prominentes
hombres de empresa o profesionistas de holgada situación económica.
Los
socios del Campestre, estaban
desconcertados, los recursos legales ya se habían agotado y les fueron desfavorables.
Urdieron un conflicto laboral y colocaron las banderas rojinegras. Sin embargo,
al reconocer que eso no sería suficiente para frenar a ICSA, luego de reunirse
en un salón del edificio de Canacintra, ubicado frente al Auditorio de Tijuana,
donde constituyeron el llamado Comité Pro Defensa del Patrimonio de Tijuana,
aunque solamente se trataba de su Club Social, caminaron hasta el Campestre y
se apoderaron de sus instalaciones, dispuestos a evitar el despojo.
Para
ello, contaron con el apoyo del gobierno estatal, que encabezada el Ing. Raúl
Sánchez Díaz, el que, en un desesperado intento, decretó la expropiación del
predio del Campestre, dizque para fines de bien común, obviamente con el
propósito de entregarlo a los socios, en caso de resultar favorable la acción.
Fue
entonces que el reclamo estudiantil llegó a su máxima expresión, y al conocer
la supuesta expropiación, surgió en ellos la idea de reclamar que los terrenos
del Campestre fuesen para crear las instalaciones de la UABC, que tanto
requerían para tener espacios en los que pudieran cursar estudios superiores.
Los
jóvenes estudiantes, desalojaron a los socios del Campestre y se establecieron
en el campo de golf, bajo la consigna : “UABC, Campestre o Nada”. Ahí
permanecieron durante poco más de dos meses, utilizando casas de campaña, que
incluso usaron como improvisadas aulas para tomar clases. Fue un verdadero
movimiento social, que hoy en día sería difícil repetir.
Este
movimiento concluyó, hasta que el gobierno estatal donó a la UABC los terrenos
en los que actualmente se ubica el Campus Tijuana. Luego de esto, gracias a
quienes participaron en el movimiento del Campestre, la Universidad Autónoma de
Baja California se desarrolló enormemente, hasta convertirse en una institución
de primer mundo. Sin embargo, nada de esto se decía en la historia
universitaria.
Lo
interesante es que en el libro a análisis, ordenado por las autoridades
universitarias, 43 años después, se proyecta al movimiento del Campestre como
un movimiento político, con tendencias izquierdistas. Si bien es cierto que
algunos de los líderes efectivamente eran de izquierda, este movimiento fue un
fenómeno social. Los jóvenes de entonces eran revolucionarios. El columnista
puede decir : yo también estuve ahí.
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