Por : Gilberto LAVENANT
Los
doctores lo saben perfectamente, los síntomas, son los efectos que cada persona
refleja y que permiten identificar sus males. Esto, aunado a otros instrumentos
de gran utilidad, como los análisis clínicos, ultrasonidos, rayos x. Los
profesionales de la medicina, no son adivinos, ni brujos.
Puede
decirse, que también los males sociales, se muestran y detectan a través de sus
síntomas. Las manifestaciones de protesta o reclamo, son parte de esos
síntomas, generalmente, que reflejan la problemática social.
Aunque
muchas veces, son simplemente parte de los usos y costumbres de la política.
Hay grupos sociales que recurren a las manifestaciones, como formas de presión,
para obligar a los funcionarios a atenderlos y por lo tanto a resolver sus
reclamos, aunque sean improcedentes o infundados.
Para
muchos, dizque líderes sociales, este tipo de movimientos, durante años, se
convirtieron en jugosos negocios. En ocasiones, maquinados por políticos de
primer nivel. Daban instrucciones de invadir grandes superficies de terreno,
las que no combatían de manera alguna, y se evitaban procedimientos engorrosos y
costosos de expropiación.
Así
surgieron enormes asentamientos humanos, muchos de los cuales hoy carecen de
servicios públicos elementales. Dicho en otras palabras, fueron problemas
creados, porque un alto porcentajes de los invasores, ya se habían convertido
en “profesionales” de ese tipo de movimientos. Tenían predios por diversos
rumbos de la ciudad.
A la vez,
los movimientos maquinados, agudizaban los problemas reales. Se posesionaban de
predios de manera irregular, predios que no era factible su venta, precisamente
por sus accidentadas condiciones y la falta de servicios básicos.
Junto con
los “invasores profesionales”, llegaban familias que realmente requerían de un
pedazo de tierra para edificar su vivienda. Lamentablemente, dotarlos de
servicios públicos, no solo resultaba carísimo, sino además casi imposible de
lograrlo.
En otros
casos, los partidos de oposición, también contribuían a crear ese tipo de problemas.
Los alentaban, los dirigían y asesoraban, para luego exhibir a los rivales
políticos como gobernantes ineptos o insensibles. Dicen, que en política todo
se vale.
La
cuestión es que las cosas han cambiado. Los recursos públicos, disponibles,
cada día son menos, y en la misma forma cada día son menos las posibilidades de
dar respuesta a los reclamos sociales. Las arcas públicas, están vacías.
Los
programas de gobierno, son mero formulismo, pues ya ni siquiera con tierra se
tapan los baches. Los elementos de seguridad pública, son casi inexistentes, el
desempleo, la pobreza extrema, acentúan la delincuencia y la inseguridad.
Al paso
que va la sociedad actual, las instituciones de gobierno serán mero simbolismo.
Una figura decorativa. Una mera representación oficial. Una oficina para
realizar trámites, pero que no atiende, ni mucho menos resuelve reclamos
sociales.
Los cinco
ayuntamientos de Baja California, “andan a la quinta pregunta”. Apenas si cubren
sus “costos de operación”. El fin de semana se dió una noticia, presuntamente
sensacional. El gobierno del Estado, dicen, logró que la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, adelantara
participaciones federales a los municipios.
Las
participaciones, como se indica, son la parte que corresponde a los gobiernos
locales, del total de recursos federales que se captan en la entidad, en cuya
captación los municipios juegan un papel sumamente importante, a través de los
convenios de coordinación fiscal.
El
reparto fue el siguiente : Mexicali 29 millones, Tijuana 50 millones, Ensenada
15 millones, Tecate 4 millones y Playas de Rosarito 4 millones. Como darles un “mejoralito”,
para una horrible migraña o un “curita” para tratar de cubrir una herida
profunda.
La
problemática social, está en un punto sumamente grave. Las pésimas administraciones
municipales, que llevaron a vaciar las arcas y a contraer deudas que ya casi son
impagables, incluyendo las del gobierno estatal, vislumbran condiciones de riesgo
de estallido social en los próximos años.
Pero los
gobernantes no lo entienden, piensan que con simples discursos van a atajar los
reclamos. El hambre, no se calma con meros rollos políticos. Los empleos, no se
crean como por arte de mágia. Los delitos, no se abaten, con la supuesta
coordinación policiaca.
De paso,
los dizque líderes sociales, insisten en arrancar respuestas a sus reclamos,
mediante simples presiones, allanamientos de oficinas públicas o marchas callejeras,
como en los tiempos de bonanza.
Pero,
como dicen, los políticos, “ven la tormenta y no se hincan”. Apenas se acercan
las fechas de los procesos electorales, y surgen a montones aquellos dispuestos
a “sacrificarse” ¿Y cómo no? si de acuerdo a los dichos de los hermanos
Ledezma, los ingresos ilícitos en el gobierno municipal de Tijuana son de
aproximadamente 80 millones de dólares.
Si todos
cumplieran su parte, gobernantes y ciudadanos. Si la corrupción se erradicara y
se contratara como funcionarios, solo a individuos honestos y capaces. Pero el
sólo imaginarlo, resulta una mera ilusión.
Lo que
hoy son simples síntomas de los males sociales, pronto brotarán como un caudal
incontrolable, que arrasará con todo. Lamentablemente.
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