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viernes, 21 de marzo de 2014

Palco de Prensa: La esperanza hecha mito.


                                      Por : Gilberto LAVENANT

Este 23 de marzo de 2014, se recuerda el vigésimo aniversario del artero asesinato del sonorense, Luis Donaldo Colosio Murrieta, candidato priísta a la Presidencia de la República. Una esperanza, hecha mito.

Un trágico acontecimiento, que tiñó de rojo la historia política del México moderno. Un hecho que averguenza a los tijuanenses y que, a 20 años de distancia, no se ha podido borrar.

En aquel entonces, muchos mexicanos voltearon hacia esta ciudad fronteriza, imaginando, seguramente, que el sonorense, falleció a manos de los tijuanenses. Aún hay quienes se niegan a reconocer que Tijuana, también fue víctima, en este magnicidio.

Aquel 23 de marzo de 1994, parecía ser un día, como cualesquier otro. De pronto, la maquinación cumplió su cometido : acabar la vida de un jóven político sonorense, que crecía, presuntamente, como un serio peligro para la clase política, entonces gobernante.

Luis Donaldo, era producto del mismo sistema que se presume intentaba combatir. Sin embargo, despertó en muchos mexicanos una gran esperanza. La esperanza del cambio.

Lamentablemente, sus presuntas intenciones, no pasaron más allá de una mera esperanza. No le dieron oportunidad de demostrar, que sus pretensiones, eran mucho más que un simple discurso político.

Hoy, muchos se aferran, con desesperación, a sus pensamientos hechos palabras. Que hoy, parecen un mito de esperanza.

Sin embargo, la clase política profana su recuerdo, cuando cada año, predica en su nombre, lo que no es capaz de practicar en los hechos. Seguramente, en esta ocasión, no será la excepción.

Cada 23 de marzo, todos son colosistas. Repiten lo más sentido de sus últimos discursos. Podría decirse que son excelentes oradores, fanáticos, pero abajo del templete, contradicen, con hechos, las palabras de Colosio.

En especial, aquel que pronunció en el acto conmemorativo del LXV aniversario del PRI, en el Monumento a la Revolución, en el Distrito Federal, el 6 de marzo de 1994.

Ahí diría, lo que hoy, a 20 años de distancia, muchos aún recuerdan : “No entendemos el cambio, como un rechazo indiscriminado a lo que otros hicieron. Lo entendemos como la capacidad para aprender, para innovar, para superar las deficiencias y los obstáculos”.

“¡Cambiemos, sí! ¡Cambiemos! ¡Pero hagámoslo con responsabilidad, consolidando los avances reales que se han alcanzado, y por supuesto, manteniendo lo propio: nuestros valores y nuestra cultura!”, enfatizó.
Y advertía : “¡México no quiere aventuras políticas!. ¡México no quiere saltos al vacío!. ¡México no quiere retrocesos a esquemas que ya estuvieron en el poder y probaron ser ineficaces!. ¡México quiere democracia, pero rechaza su perversión: la demagogia!”.

Luego su oferta política : “Ofrecemos cambio con rumbo y responsabilidad, con paz, con tranquilidad”. Decía, que “Debemos admitir que hoy necesitamos transformar la política para cumplirle a los mexicanos”.
Entonces, describió al México que tenía a la vista y que pretendía gobernar. Entre otras cosas, dijo :

-Yo veo un México de comunidades indígenas, que no pueden esperar más a las exigencias de justicia, de dignidad y de progreso; de comunidades indígenas que tienen la gran fortaleza de su cohesión, de su cultura y de que están dispuestas a creer, a participar, a construir nuevos horizontes.

-Yo veo un México de campesinos que aún no tienen las respuestas que merecen. He visto un campo empobrecido, endeudado, pero también he visto un campo con capacidad de reaccionar, de rendir frutos si se establecen y se arraigan los incentivos adecuados.

-Yo veo un México de trabajadores que no encuentran los empleos ni los salarios que demandan; pero también veo un México de trabajadores que se han sumado decididamente al esfuerzo productivo, y a los que hay que responderles con puestos de trabajo, con adiestramiento, con capacitación y con mejores salarios.

-Yo veo un México de jóvenes que enfrentan todos los días la difícil realidad de la falta de empleo, que no siempre tienen a su alcance las oportunidades de educación y de preparación. Jóvenes que muchas veces se ven orillados a la delincuencia, a la drogadicción; pero también veo jóvenes que cuando cuentan con los apoyos, que cuando cuentan con las oportunidades que demandan, participan con su energía de manera decisiva en el progreso de la Nación.

-Yo veo un México de mujeres que aún no cuentan con las oportunidades que les pertenecen; mujeres con una gran capacidad, una gran capacidad para enriquecer nuestra vida económica, política y social. Mujeres en suma que reclaman una participación más plena, más justa, en el México de nuestros días.

El México que describió Colosio, es el mismo de ahora, 20 años después, con muchas más agravantes. Los políticos, repiten sus palabras, pero carecen de la voluntad para hacerlas realidad. A lo largo de 20 años, lo han demostrado, plenamente.

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