Por : Gilberto LAVENANT
Este 23 de marzo de 2014, se
recuerda el vigésimo aniversario del artero asesinato del sonorense, Luis
Donaldo Colosio Murrieta, candidato priísta a la Presidencia de la República.
Una esperanza, hecha mito.
Un trágico acontecimiento, que tiñó
de rojo la historia política del México moderno. Un hecho que averguenza a los
tijuanenses y que, a 20 años de distancia, no se ha podido borrar.
En aquel entonces, muchos
mexicanos voltearon hacia esta ciudad fronteriza, imaginando, seguramente, que
el sonorense, falleció a manos de los tijuanenses. Aún hay quienes se niegan a reconocer
que Tijuana, también fue víctima, en este magnicidio.
Aquel 23 de marzo de 1994, parecía
ser un día, como cualesquier otro. De pronto, la maquinación cumplió su
cometido : acabar la vida de un jóven político sonorense, que crecía, presuntamente,
como un serio peligro para la clase política, entonces gobernante.
Luis Donaldo, era producto del
mismo sistema que se presume intentaba combatir. Sin embargo, despertó en
muchos mexicanos una gran esperanza. La esperanza del cambio.
Lamentablemente, sus presuntas
intenciones, no pasaron más allá de una mera esperanza. No le dieron oportunidad
de demostrar, que sus pretensiones, eran mucho más que un simple discurso
político.
Hoy, muchos se aferran, con
desesperación, a sus pensamientos hechos palabras. Que hoy, parecen un mito de
esperanza.
Sin embargo, la clase política
profana su recuerdo, cuando cada año, predica en su nombre, lo que no es capaz
de practicar en los hechos. Seguramente, en esta ocasión, no será la excepción.
Cada 23 de marzo, todos son
colosistas. Repiten lo más sentido de sus últimos discursos. Podría decirse que
son excelentes oradores, fanáticos, pero abajo del templete, contradicen, con
hechos, las palabras de Colosio.
En especial, aquel que pronunció
en el acto conmemorativo del LXV aniversario del PRI, en el Monumento a la
Revolución, en el Distrito Federal, el 6 de marzo de 1994.
Ahí diría, lo que hoy, a 20 años
de distancia, muchos aún recuerdan : “No entendemos el cambio, como un rechazo
indiscriminado a lo que otros hicieron. Lo entendemos como la capacidad para
aprender, para innovar, para superar las deficiencias y los obstáculos”.
“¡Cambiemos, sí! ¡Cambiemos!
¡Pero hagámoslo con responsabilidad, consolidando los avances reales que se han
alcanzado, y por supuesto, manteniendo lo propio: nuestros valores y nuestra
cultura!”, enfatizó.
Y advertía : “¡México no quiere
aventuras políticas!. ¡México no quiere saltos al vacío!. ¡México no quiere
retrocesos a esquemas que ya estuvieron en el poder y probaron ser ineficaces!.
¡México quiere democracia, pero rechaza su perversión: la demagogia!”.
Luego su oferta política : “Ofrecemos
cambio con rumbo y responsabilidad, con paz, con tranquilidad”. Decía, que “Debemos
admitir que hoy necesitamos transformar la política para cumplirle a los
mexicanos”.
Entonces, describió al México que
tenía a la vista y que pretendía gobernar. Entre otras cosas, dijo :
-Yo veo un México de comunidades
indígenas, que no pueden esperar más a las exigencias de justicia, de dignidad
y de progreso; de comunidades indígenas que tienen la gran fortaleza de su
cohesión, de su cultura y de que están dispuestas a creer, a participar, a
construir nuevos horizontes.
-Yo veo un México de campesinos
que aún no tienen las respuestas que merecen. He visto un campo empobrecido,
endeudado, pero también he visto un campo con capacidad de reaccionar, de
rendir frutos si se establecen y se arraigan los incentivos adecuados.
-Yo veo un México de trabajadores
que no encuentran los empleos ni los salarios que demandan; pero también veo un
México de trabajadores que se han sumado decididamente al esfuerzo productivo,
y a los que hay que responderles con puestos de trabajo, con adiestramiento,
con capacitación y con mejores salarios.
-Yo veo un México de jóvenes que
enfrentan todos los días la difícil realidad de la falta de empleo, que no
siempre tienen a su alcance las oportunidades de educación y de preparación.
Jóvenes que muchas veces se ven orillados a la delincuencia, a la drogadicción;
pero también veo jóvenes que cuando cuentan con los apoyos, que cuando cuentan
con las oportunidades que demandan, participan con su energía de manera
decisiva en el progreso de la Nación.
-Yo veo un México de mujeres que
aún no cuentan con las oportunidades que les pertenecen; mujeres con una gran
capacidad, una gran capacidad para enriquecer nuestra vida económica, política
y social. Mujeres en suma que reclaman una participación más plena, más justa,
en el México de nuestros días.
El México que describió Colosio,
es el mismo de ahora, 20 años después, con muchas más agravantes. Los
políticos, repiten sus palabras, pero carecen de la voluntad para hacerlas
realidad. A lo largo de 20 años, lo han demostrado, plenamente.
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