Por : Gilberto LAVENANT
En todo tipo de relación, empleo
o actividad, hay una etapa inicial, que no siempre es tan sencilla o alegre,
como pudiese parecer. Quien empieza, cuando apenas trata de digerir el asombro
de estar en una situación casi soñada, de pronto la realidad lo despierta y le
enfrenta a una serie de dificultades y apuros, que nunca imaginó. Le llaman el
noviciado.
La primera etapa, es felicidad y
festejos, pero casi inmediatamente después, surgen los sinsabores, las
frustraciones, los desencantos, los reclamos. Se necesita mucha serenidad,
sobre todo fortaleza y sensatez, para superar las “tormentas”. Si se logra,
después todo será más sencillo.
Después, se endurece el carácter,
se logran habilidades, surge “el colmillo”, la malicia, para enfrentar las
cosas, sin titubeos, sin miramientos, en función del cargo o relación. Aunque
hay un factor esencial para el triunfo o el fracaso : la disponibilidad de los
recursos económicos.
Le ocurre a los recién casados,
cuando el sustento diario es sumamente limitado. Cuando surge la promesa de
matrimonio, el amor supera las penurias económicas. De dos que se quieren, con
uno que coma basta, suele decirse. Y es que el amor, quita hasta el hambre y el
frio. ¿Quien puede pensar en comer, si se vive al lado del ser amado?. Los enamorados
viven en la estratósfera.
Pero, pasada la “luna de miel”, vienen
los reclamos. Sin dinero, el amor se extingue muy rápido. No se puede
sobrevivir simplemente con amor. Cuando el responsable de aportar el sustento
diario, no logra cubrir las necesidades elementales de la pareja, tiene que
enfrentar los reclamos. La guapura o los atractivos físcos, salen sobrando.
El hombre de la casa, no manda,
no guía, no se impone, no apoya. Por el contrario, se hace chiquito. Su voz pierde
tono. Se le observa débil, indefenso. Tibio. Nada en él es contundente. Se
desvanecen sus aparentes virtudes.
Algo similar parece estar pasando
en el gobierno municipal local. A tres meses y medio, de la fecha en que asumió
la Alcaldía de Tijuana, el Dr. Jorge Astiazarán Orcí, está pagando caro su
noviciado en política. Nadie le dijo, evidentemente, que la administración
pública, no es nada fácil, que las buenas intenciones salen sobrando, cuando
los recursos son escasos, cuando las necesidades es lo único que abunda y, sobre
todo, cuando lo perciben débil.
Bueno, la administración pública,
es fácil, sumamente fácil, para los políticos desvergonzados, cínicos,
corruptos, que llegan a los cargos, simplemente a enriquecerse. Que desconocen
por completo todo lo que sea responsabilidades. Aquellos que son buenos para
negociar.
En serio, a ese tipo de “gobernantes”,
que todo negocian, que solapan, cubren o benefician a sus amigotes y les
permiten que no paguen impuestos, que operen sus negocios al margen de toda
normatividad, a esos, nadie les reclama. Por el contrario, hasta quisieran que
todos fuesen como ellos.
Pero quien supone que los demás
actúan de buena fe, de pronto se da cuenta que la realidad es totalmente
distinta a lo que imaginó durante toda su vida. Que la gente, no reclama orden,
sino que en su mayoría es proclive al desorden, a la ilegalidad, al soborno, a
la “mordida”.
La realidad social de Tijuana, y
las deprimentes condiciones económicas del gobierno municipal, superaron todas
las expectativas del Alcalde Astiazarán. Le preocupa, que los recursos disponibles
son escasos y muchos de quienes forman parte de la administración municipal,
gastan los dineros públicos, como si fuesen propios.
En su desesperación, ante el
riesgo de tener que declarar en quiebra a su administración, o decretar la
paralización de la misma por falta de recursos, los centralizo y dejó a las
delegaciones municipales, como simples representaciones simbólicas de su
gobierno. Los delegados municipales, dejaron de ser actores políticos y
quedaron reducidos a simples empleados administrativos. No hay dinero para
responder a los reclamos sociales.
Si la falta de recursos, hacen
difícil el noviciado político de Astiazarán, grave es que su antecesor, el
empresario Carlos Bustamante, le heredó adeudos en la mayoría de las áreas de
la administración municipal y conflictos que evidencian corrupción, como el
tema de las .luminarias, el de las multas electrónicas, el de las carteleras y
muchos otros más.
A esto, se le agrega la
pretensión de los hermanos Ledezma Romo de tratar de “cobrarle piso”, exigiendo
el 50% de los presuntos ingresos indebidos. Aunque la denuncia de los hechos,
desató un escándalo político, que aparentemente frenó la extorsión, Astiazarán
salió perdiendo, porque no se atrevió a hacer la denuncia formal ante las
autoridades competentes.
Efecto similar le ha producido,
la falta de reclamos formales a su antecesor y el poco avance en la posibilidad
de resolver los problemas heredados. Ya muchos acusan su tibieza y llegan al
grado de poner en tela de duda la gobernabilidad de su administración.
Se puede decir, sin equivocación,
que entre quienes se han sumado a las descalificaciones en contra de
Astiazarán, hay quienes lo hacen, como una forma de presión, para obligarlo a
ceder en sus pretensiones de aplicar la ley y exigir que cumplan sus
obligaciones para con el gobierno municipal. Otra forma de chantaje o
extorsión, podría decirse.
Quizás todo sea diferente, cuando
Astiazarán decida guardar su vestuario de médico y decida gobernar con
energía, aplicando la ley sin miramientos.
Que demuestre, que no es tan tibio como aparenta. Que entienda, que las simples
buenas intenciones no bastan.
No hay comentarios:
Publicar un comentario