Por : Gilberto LAVENANT
Algo que molesta a los mexicanos, es la excesiva corrupción, en todos los órdenes de gobierno.
Pero lo que molesta, aún más, es la impunidad. De poco sirve que se denuncie a los corruptos, si no se les castiga.
Eso de “ponle el dedo al ratero”, es una simple campaña mediática, tratando de convencer a los ciudadanos, de que sí existe la voluntad de perseguir y castigar a los pillos. Bueno, a los delincuentes de bajo nivel, porque a los políticos, a los de rateros de “cuello blanco” y a los capos de las mafias, eso no funciona.
Los casos de corrupción, brotan como hongos y se hace un escándalo, que hace imaginar, que en poco tiempo, los protagonistas serán “huéspedes distinguidos” de algún reclusorio.
El caso es que transcurre el tiempo y no pasa nada. Los corruptos siguen haciendo de las suyas. Los que son políticos, cínicamente buscan ser postulados para nuevos cargos de elección popular y los ladronzuelos, salen de la cárcel, más rápido de lo que entran. Al grado de que los accesos de los reclusorios parecen puertas giratorias.
Eso de que en México, la justicia debe ser pronta y expedita, es puro cuento. Nadie se los cree.
Por eso, resulta inútil que la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, advierta que nadie debe hacerse justicia por sí mismo, ni ejercer violencia para reclamar su derecho.
Cual si fuese, una broma de mal gusto, la Carta Magna señala, que : “Toda persona tiene derecho a que se le administre justicia por tribunales que estarán expeditos para impartirla en los plazos y términos que fijen las leyes, emitiendo sus resoluciones de manera pronta, completa e imparcial”. Se vale reir.
En la práctica, al menos en México, la justicia anda a paso de tortuga. Peor aún, de una tortuga reumática, ciega y torpe.
Hace unos días, el titular del Organo de Fiscalización Superior del Estado, Manuel Montenegro Espinoza, declaró los periodistas, en Tijuana, que a más tardar el próximo 15 de noviembre, ya habrá una resolución, en el caso de las luminarias de Tijuana, uno de los asuntos más controvertidos y cuestionados del XX Ayuntamiento, encabezado por el priísta Carlos Bustamante Anchondo.
Obviamente, supusieron que en breve, tendrían una información impactante. De esas de “ocho columnas”. Sin embargo, al ahondar en el tema -no mucho, por la secrecía con que se debe manejar este tipo de investigaciones- dijo que se refería a una denuncia, que hizo el entonces alcalde Carlos Bustamante Anchondo, contra la empresa que le dió en arrendamiento las luminarias, por incumplimiento.
Esto, no es broma. El funcionario habló en serio. Pero hagamos cuentas, para observar la “agilidad” con la que el Orfis ha atendido este asunto.
Carlos Bustamante Anchondo, fue Presidente del XX Ayuntamiento de Tijuana, del 1 de diciembre de 2010 al 30 de noviembre de 2013.
El 20 de septiembre de 2011, celebró contrato de arrendamiento de 64 mil luminarias, con la empresa Sola Basic, comprometiéndose a pagar poco más de 144 millones de pesos, a 26 meses. Concluía el 30 de noviembre de 2013, precisamente al terminar su gestión administrativa.
El 29 de noviembre de 2011, a dos meses de haber celebrado el contrato de arrendamiento, aunque no se había instalado, ni una sola luminaria, Bustamante pagó a Sola Basic, 25 de las 26 mensualidades, un importe de más de 141 millones de pesos. Dejó pendiente de cubrir, solamente la última mensualidad, por un monto de poco más de 3 millones de pesos.
A mediados de 2013, al ver que se acababa el tiempo de su gestión administrativa y que Sola Basic no instalaba las luminarias, y las que instalaba, se fundían de inmediato, tratando de “lavarse las manos” y pretendiendo evitar se le fincaran responsabilidades, Bustamante acusó a la empresa de incumplimiento, ante el Orfis.
A esa denuncia es a la que se refiere Manuel Montenegro, que habrá de resolver a mediados de noviembre. Tres años después de haberla recibido.
Sobre las posibles o presuntas irregularidades, en que se haya incurrido en ese asunto, no se ha hecho denuncia alguna, por parte de la Sindicatura del XXI Ayuntamiento, cuyo titular es Arturo Ledesma Romo. El argumento es de que han tenido que contar todas las 64 mil luminarias. Y cuando pierden la cuenta, pues tienen que volver a empezar.
Esta “agilidad” del Orfis, recuerda el chiste aquel, cuando los animales que habían salvado la vida, durante el diluvio, a bordo del arca de Noé, decidieron enviar a la tortuga en busca de auxilio. Como pasaban los días, y la tortuga no regresaba, empezaron a hablar mal de la comisionada. Hasta que de pronto, sumamente molesta, ésta reclama : si me siguen diciendo así, no voy.
Tal parece que así opera el Orfis, a paso de tortuga. Ni digan que es lento, ciego y torpe, porque puede ocurrir, como en el caso de la tortuga, que se moleste y diga, que si hablan mal de él, no hará nada. Este es un ejemplo claro sobre la “justicia pronta y expedita”.
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