Por : Gilberto LAVENANT
Las condiciones que vive México,
en estos momentos, son sumamente lamentables. Y delicadas, obviamente.
Se está dando, algo así como un
linchamiento social, respecto del Presidente de la República, el priísta
Enrique Peña Nieto.
Esto, a mitad del camino de su
gestión, es sumamente lamentable.
Todo, a partir de la desaparición
de los 43 normalistas de Ayotzinapa.
Muchos, a través de las redes
sociales, culpan a Peña Nieto, de esta tragedia. Como si personalmente haya
dado la orden o los haya acribillado e incinerado.
Obviamente, todo esto, lleva “chanfle”.
Se trata, de diluir la responsabilidad
del PRD. Los hechos se registraron en una entidad gobernada por el PRD. En un
poblado gobernado por el PRD.
Así es que, no es natural o
normal, la embestida nacional contra el priísta, que funge como Presidente de
México.
La comunidad digital mexicana, es
como un tsunami, que arrasa con todo, a partir de un factor común, que despierte
la ira. Todo aquello que proyecte o implique corrupción, arbitrariedad,
irresponsabilidad, despilfarro de recursos públicos.
Y ciertamente hay mucha razón
para el reclamo. No porque Peña Nieto haya estado involucrado en la trama que
llevó a la desaparición de los normalistas. Esta muy lejana esa posibilidad.
Más bien, sobre el Presidente de
la República recae la responsabilidad de esta tragedia, porque los aparatos de
seguridad, de su administración, no funcionaron. Algo sumamente lamentable.
Dos años, gobernando a México, de
espaldas a la realidad. Enfocando todo el interés y los recursos, en sacar las reformas
estructurales, como fundamento del proyecto político que impulsan.
Lograron sus propósitos. Y lo
presumieron. Aunque, muchos mexicanos no tienen ánimos, para festejarlo, porque
las consecuencias económicas y sociales, han sido desastrosas.
Dichas reformas, pusieron el
espectro de la macroeconomía mexicana, en la luna. Pero llevó a la
microeconomía de los mexicanos, a la tumba.
Los peñanietistas, aseguran que pronto,
tal vez tarde varios años, México será otro, mucho mejor que el que es ahora.
Sin embargo, muchos mexicanos
culpan al peñanietismo, de ser el responsable de las condiciones deplorables en
que se encuentran. Muchos de ellos sin empleo, incluso aquellos que ostentan un
título profesional.
Los políticos de la oposición, y
los criminales en general, están tratando de aprovechar las circunstancias,
para recuperar terreno. Hacer efectivo aquello de “a río revuelto, ganancia de
pescadores”. Así es que, obviamente, no son ajenos al linchamiento actual de
Peña Nieto.
La situación es harto delicada,
pues se está llevando al grado de reclamar el cese o dimisión de Peña Nieto. Como
si eso fuese la solución al caos. Como si hubiese a la vista, un individuo, con
la capacidad y la estatura suficiente, para tomar las riendas del país y
llevarlo a puerto seguro.
En el ámbito político nacional,
no hay un solo personaje, con tales dimensiones. Ni organización política que
lo respalde.
Lamentablemente, faltan 4 años,
para la próxima sucesión presidencial. Pensar en un cambio brusco del Primer
Mandatario, es sumamente arriesgado. Sin embargo, Peña Nieto, se ve débil y
errático. Lo mismo que sus colaboradores.
Pa´acabarla, brota el asunto ese
de la “casa blanca”, que ubica a la figura presidencial, en el “ojo del huracán”
de un asunto de supuesta o presunta megacorrupción.
Por otra parte, varias comunidades
del país, en base al asunto de los normalistas de Ayotzinapa, son escenarios de
dramáticas revueltas. Todas, bajo el pretexto de la tragedia de los 43 jóvenes
desaparecidos.
Grupos de salvajes, muchos de
ellos identificados como anarquistas, y por competo ajenos a los normalistas, lapidan
e incineran instalaciones públicas, toman por asalto unidades de transporte y
bloquean vialidades importantes, sin que ninguna autoridad se los impida.
Y el Presidente Peña Nieto, que
viajó al exterior en los momentos críticos, regresa y declara, que el uso de la
fuerza pública, será el último recurso que aplicará en contra de los actos
vandálicos. O sea, que no hará nada para impedir la barbarie.
Esto significa, que el país
seguirá sin rumbo. A expensas de hordas que destrozan todo, ante la pasividad
de las autoridades, que omiten cumplir con sus responsabilidades. Lo que México
reclama y requiere, urgentemente, es orden y autoridad. Qué lamentable, que sea
todo lo contrario.
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