Por
: Gilberto LAVENANT
Nunca, como
ahora, en que el sistema político mexicano enfrenta una de sus más serias
crisis, cobra vigencia, la descripción que de este hizo el escritor peruano
Mario Vargas Llosa, hace 24 años, como “la dictadura perfecta”.
En el 2000,
cuando el PAN logra arrebatar al PRI la Presidencia de la República, con el
foxismo, muchos auguraban que era el fin de la era de los dinosaurios políticos.
Parecía que el priísmo no recuperaría, nunca más, la Presidencia de México.
Que atrás
quedaba la época de “la aplanadora”, de las elecciones de “carro completo”. Que
el “dedazo” había pasado a mejor fin.
Bastaron
dos sexenios de gobiernos panistas, de políticos deshonestos y rapaces, que se
encaramaron a la mesa del poder, a hartarse de riquezas mal habidas, para que
los mexicanos los mandaran por un tubo, a un tercer lugar en las preferencias
electorales.
Y resucitó “el
prinosaurio”. No había muerto. La derrota del 2000, solamente fue un extrañamiento,
para que los priístas limitaran sus apetitos y midieran sus actos.
Pero si
bien es cierto, que el PRI recuperó Los Pinos, los hechos han demostrado que “el
dinosaurio aún tiene la cola muy larga”. Que aún prevalecen los tradicionales usos
y costumbres del priísmo.
El
amiguismo, los compadrazgos, el tráfico de influencias, las componendas, los
moches, las prebendas, son las “monedas de cambio” en el sistema político
mexicano. Igual o peor que antes del 2000.
El problema
es grave, pues el Presidente de la República, Enrique Peña Nieto, junto con su
esposa, quedó atrapado en descarados conflictos de intereses, aunado a la
indignación general, provocada por la exagerada confabulación de políticos y gobernantes.
Es en estas
condiciones, que hay quienes añoran los mejores tiempos de la llamada “dictadura
perfecta”, que describía Vargas Llosa, en tanto que hay quienes avizoran que si
en el 2000, el sistema político mexicano no murió, ya se advierten los
estertores de su muerte.
Nadie puede
adivinar, ni anticipar, qué es lo que sigue. La figura presidencial está en su
más bajo nivel de calificación y de confianza. El destino del sistema político
mexicano, habrá de definirse en los próximos cuatro años. Lo que si puede
asegurarse, es que no volverán los tiempos de la “dictadura perfecta”.
En
septiembre de 1990, en un evento denominado “El Siglo XX, la experiencia de la
libertad”, destacados intelectuales se reunieron para analizar y discutir sobre
las dictaduras latinoamericanas.
En su
intervención, el escritor peruano Mario Vargas Llosa, sorprendiendo a los
presentes, y en particular incomodando al mexicano Octavio Paz, describió a México
como una dictadura perfecta.
Y es que el
mexicano, era la envidia de todos los regímenes políticos de latinoamerica. Un
solo partido político, el PRI, lograba conservar el poder, durante más de 70 años.
Presumía que las elecciones eran simple protocolo, pues las ganaba todas, de “carro
completo”. Se autoproclamaba como “la aplanadora”.
Vargas
Llosa, dijo entonces : “Yo no creo que se pueda exonerar a México de
esa tradición de dictaduras latinoamericanas”.
“Creo
–señaló- que el caso de México, cuya democratización actual, soy el primero en
celebrar y aplaudir, como todos los que creemos en la democracia, encaja,
dentro de esa tradición, con un matiz, que es más bien el de un agravante. Yo
recuerdo haber pensado, muchas veces, sobre el caso mexicano, con esta fórmula
: México, es la dictadura perfecta. La dictadura perfecta, no es el comunismo.
No es la Unión Soviética. No es Fidel Castro. Es México”.
Y
agrega : “Porque es la dictadura camuflada. De tal modo que puede parecer, no
ser una dictadura. Pero tiene, de hecho, si uno escarba, todas las
características de la dictadura. La permanencia, no de un hombre. Pero si, de
un partido. Un partido que es inamovible. Un partido que concede suficiente
espacio para la crítica, en la medida en que esa crítica le sirva. Le sirve,
porque confirma que es un partido democrático. Pero que suprime, por todos los
medios. Incluso los peores. Aquella crítica que, de alguna manera, pone en
peligro su permanencia”.
Seguramente
Vargas Llosa, ni se imaginaba que 24 años después, la “dictadura perfecta”
llegase a estar tan abollada. Que la sociedad mexicana, alentada por los
adelantos tecnológicos, sería capaz de linchar, al menos virtualmente, al
Presidente de México.
24 años
después, la descripción de Vargas llosa, sobre la “dictadura perfecta”, ya no
coincide con la realidad. Hoy, solamente es como una referencia anecdótica de
su pasado reciente.
Cabe
observar, que con frecuencia, alguien hace cita de aquella –entonces audaz- descripción
de Vargas Llosa, pero casi nadie ha tenido oportunidad de conocer el contenido
exacto y amplio de dicha descripción.
Un cibernauta,
localizó el enlace con el video correspondiente y el columnista procedió a
hacer su transcripción, para quien desee conservarla, pues aunque adquiere
vigencia el conocerla, hoy en día es solamente una nota anecdótica del sistema
presidencialista mexicano, que en estos momentos da patadas de ahogado. Los
estertores de muerte, dicen.
No hay comentarios:
Publicar un comentario