Por Indira Mata
Hay una gran hipocresía pública de los políticos, legisladores y gobernantes
respecto al tema de la violencia de género, denominada también violencia
hacia las mujeres.
Cada 25 de Noviembre del calendario occidental se celebra
oficialmente el “Día Internacional de la Eliminación de la Violencia Contra la
Mujer”, pero para quienes dirigen las
riendas de la política y las acciones de gobierno poco les importa el fondo del
asunto, muchas veces porque bajo su techo ejercen agresiones y violencia directa a las mujeres de la
propia familia.
Fíjese Usted, la semana pasada el director de seguridad
pública municipal en nuestra capital, Alejandro Monreal, reportó que
“únicamente dos agentes eran investigados en asuntos internos por denuncias de
violencia intrafamiliar…”
Lo que para su simple deducción es una cifra que no pinta toda vez que el número
oficial de agentes de la DSPM sobrepasa
los 2 mil elementos…
Pero hay anécdotas repugnantes como la de un ex mandatario
estatal que propinó una bofetada a su
esposa –la Primera Dama del Estado de Baja California- en un hecho que fue
presenciado por un periodista y personal
bajo las órdenes del propio gobernador cuando estaban a punto de realizar un
vuelo privado. Ellos prefirieron guardar un relativo silencio sobre el
bochornoso acto de violencia…
Lo cierto es que actualmente el doble discurso de
nuestras autoridades es por demás notorio empezando por el gobernador del
estado Francisco Vega de la Madrid, la Procuradora General de Justicia Perla
del Socorro Ibarra Leyva y los líderes del congreso local de todos los
partidos, que de manera negligente se resisten a aprobar y ejecutar la “armonización” -con el marco legal
estatal- de la Ley General de Acceso a las Mujeres a una Vida Libre de
Violencia.
Patean y patean el bote, como se dice en el lenguaje coloquial.
El pasado lunes en su informe la diputada Laura Torres
sacó el tema a relucir en presencia de numerosos políticos invitados, y una vez
más hizo alusión al exhorto que ha hecho a las autoridades del estado para que
faciliten “otorgar y cumplir las órdenes de protección a mujeres víctimas de
violencia”.
La legisladora dijo también que presentó la iniciativa de
reforma a la Ley de Acceso a las Mujeres a una Vida Libre de Violencia del
Estado de Baja California, a fin de clarificar el concepto de violencia
feminicida y avanzar en la operación del mecanismo de protección llamado
“alertas de violencia de género”.
De
aprobarse las instancias estatales y
municipales estarían obligadas a
reaccionar de forma inmediata, planificada y eficiente ante las acciones de
inseguridad y peligro de integridad de las mujeres en todo el territorio
estatal, incluso decretar la “alerta de violencia de género” si fuera
necesario.
El asunto no termina en esas propuestas que les tocará
votar próximamente a la mayoría de los legisladores locales hombres. Laura
Torres sabe que la violencia de género no únicamente se circunscribe a lo
físico, sexual o psicológico porque el asunto es contra miles de mujeres en
nuestro país violentadas económicamente cuando
la impunidad de la justicia protege a padres desobligados en la
manutención de los hijos. Asimismo conoce que las agresiones son constantes y
cotidianas cuando en los hospitales las mujeres son violentadas al negarles la
atención médica a punto de dar a luz o sufrir un grave colapso de salud.
Pero para variar hasta en la política se refleja la
famosa violencia contra las mujeres; en términos cotidianos se traduce en
inequidad política. La diputada es diplomática pero hecho en cara a sus
compañeros, correligionarios de partido y representantes de gobierno que “en la
equidad de género, dentro y fuera de la política, las mujeres no hemos
conseguido los espacios que nos merecemos, tanto en lo público y en el sector
privado…” les dijo también a sus compañeros y amigochos empresarios.
Como quien dice, mientras el combate a la violencia de
género o violencia hacia las mujeres siga siendo sólo discurso que guarda apariencias,
el tema de la violencia de género seguirá siendo un tema de hipocresía de la
que pocos se salvan.
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