Por
: Gilberto LAVENANT
Nunca, como
ahora, en que el sistema político mexicano enfrenta una de sus más serias
crisis, cobra vigencia, la descripción que de este hizo el escritor peruano
Mario Vargas Llosa, hace 24 años, como “la dictadura perfecta”.
En el 2000,
cuando el PAN logra arrebatar al PRI la Presidencia de la República, con el
foxismo, muchos auguraban que era el fin de la era de los dinosaurios políticos.
Parecía que el priísmo no recuperaría, nunca más, la Presidencia de México.
Que atrás
quedaba la época de “la aplanadora”, de las elecciones de “carro completo”. Que
el “dedazo” había pasado a mejor fin.
Bastaron
dos sexenios de gobiernos panistas, de políticos deshonestos y rapaces, que se
encaramaron a la mesa del poder, a hartarse de riquezas mal habidas, para que
los mexicanos los mandaran por un tubo, a un tercer lugar en las preferencias
electorales.