Por : Gilberto LAVENANT
Para
muchas personas, los profesionales de la medicina, obviamente los que son
estudiosos y profesionales, son algo así como semidioses, en tanto que otros
los consideran como mágos o adivinos. Algunos dicen que son “muy acertados”.
Obviamente,
esas personas no saben, ni entienden, que quienes cursan la carrera de medicina,
estudian el organismo humano y sus funciones. Así mismo, observan su
comportamiento por los efectos producidos por el paso del tiempo o derivados de
alguna enfermedad.
De la
misma forma, estudian los medicamentos y los efectos que estos producen en el
organismo humano. Sobre todo, estudian la sintomatología de cada enfermedad,
para poderla identificar y entonces determinar qué medicamento es el adecuado y
con qué frecuencia e intensidad debe ser aplicado, según cada caso.
Definitivamente,
los médicos, no son brujos. Ni magos o adivinos, ni semidioses. Como tampoco lo
son otros profesionales, en sus respectivos campos de trabajo. La
sintomatología de cada cosa, o sea el conjunto de síntomas, que caracterizan a
una enfermedad, en el caso de la medicina, los elementos de cada figura
jurídica, en el área del derecho, por ejemplo, permiten o son las bases para
tomar determinaciones.
Viene al
caso comentar y precisar esto, porque en días pasados, al comentar aquí el
desorden que existe en Tijuana, en el tema de las carteleras publicitarías,
concretamente el pasado jueves 10 de julio del año en curso, bajo el título “La
ciudad del desorden”, el columnista recibió, vía correo electrónico, múltiples
observaciones respecto a otros aspectos del desorden urbanístico, por llamarle
de alguna forma.
Cabe
recordar, que, de manera absurda, en el tema de las carteleras, destaca en
primer lugar, la empresa de los hermanos Ledesma Romo –Miguel Angel, empresario
del ramo, Arturo, Síndico Procurador del XXI Ayuntamiento de Tijuana y Eduardo,
“El pochongo”, delegado de CONAGUA- denominada Anuncios e Imagen, S.A. de C.V.,
que tiene 10 espectaculares unipolar y
77 de diversos tipos, o sea un total de 87, de los cuales 67 no cuentan con
licencia, 12 está en trámite la licencia y 8 tienen la licencia vencida. O sea,
ni uno sólo está regular.
El
columnista hacía hincapié, en que parece increíble, que los Ledesma Romo,
tengan 87 carteleras publicitarias, todas sin permiso para operar, y que el
Síndico Procurador, Arturo Ledesma Romo, haga como que no está enterado de tal
irresponsabilidad. Que le debería de dar vergüenza.
Cual si
fuese una competencia, para ver quien incurre en mayores irregularidades, a la
empresa de los Ledesma Romo, le sigue muy de cercas la de Conrado Gaxiola,
Gaxiopsa, S.A. de C.V., que cuenta con 82 carteleras, de las cuales, solamente
8 tienen licencia vigente, 41 no tienen licencia, 22 la tienen vencida y 11 en
trámite de autorización.
Este
desorden, es solamente uno de los síntomas de la corrupción prevaleciente en la
administración pública municipal. Porque las tienen identificadas, en su mayoría.
Saben a quienes pertenecen, y nadie puede creer que simplemente no han tenido
tiempo para “meterlos en cintura”, que lógicamente, alguien cobra y se
beneficia por tolerar tales irregularidades.
Cabe
recordar, que en el escándalo suscitado al interior del Palacio Municipal, por
la supuesta extorsión o chantaje, de los Ledesma Romo, exigiendo al Alcalde
Jorge Astiazarán, exigían el 50% de los ingresos ilegales del gobierno
municipal. Sabían lo que decían. Solamente faltó que precisaran, con quien se
reportaban ellos, para tener casi 100 carteleras publicitarias, sin pagar un
centavo al gobierno de Tijuana.
Lógico, eso
de las carteleras, es solamente uno de los síntomas de la corrupción, que ha
afrontado el gobierno municipal de Tijuana. Conocedores del área de urbanismo,
afirman, que hay muchas otras cosas totalmente irregulares. Uno de ellos, señaló
: “Como bien dices, lo de las carteleras, es “sólo una muestra”, la “punta del
iceberg”, diría yo”.
“Otro “bomboncito”
de la falta de orden, es el de la infinidad de edificios “autorizados y con
licencia”, pero que claramente violan las disposiciones legales y
reglamentarias vigentes. Es decir, las que tiene qué respetar la autoridad “competente”.
Y cita
ejemplos : “El Hospital “Excel” es el ejemplo sobresaliente. Yo cuento más de
11 violaciones. Una que algún día va a explotarle al gobierno municipal, es la
de todas las ventanas abiertas precisamente en la línea de colindancia”.
“Si mañana –abunda- cualquiera de los vecinos
decide construir, a la misma altura que el hospital, se tendrá qué separar del
límite de su propiedad, nada menos que la tercera parte de la altura del
edificio del hospital, para que éste siempre goce de luz solar y ventilación
natural. Si lo hace el vecino, pierde casi todo su lote (haz cuentas). Si no lo
hace, el hospital no tendrá, ni luz natural, ni ventilación –lo que viola el
reglamento- y no podrá funcionar”.
Y
cuestiona : “¿Fácil? ¿A quién le cobramos, cualquiera de los daños? Pero, no es
el único. En la Zona Río, hay, por lo menos, otros 8, incluyendo el de los
juzgados federales, en similar situación. La ampliación de lo que fuera el
edificio de Nacional Financiera, es otro. El de especialidades médicas, junto al
“No que No”, también. Y síguele”.
Evidentemente,
quien hizo tales observaciones, sabe lo que dice. Como muchos otros en Tijuana,
que no se explican, ¿cómo es que la autoridad municipal, encargada de regular
las construcciones de particulares, toleraron tales irregularidades? Se
presume, y casi se puede asegurar, que no fueron “de a gratis”.
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