Por : Gilberto LAVENANT
De manera
peyorativa o despectiva, se utiliza la palabra “burro”, para señalar que
alguien es ignorante. Incluso, la expresión “burrada”, se aplica para calificar
actos o acciones tontas y absurdas.
Un
castigo común, que aplicaban a sus alumnos, los profesores de antaño, era
colocar una especie de gorro de papel, semejando a las orejas de un burro, a
estudiantes que mostraban poco avance en las clases. Hoy, esto sería calificado
como “bullying” y quien lo haga se expone a ser exhibido y quizás hasta
expulsado de su fuente de trabajo.
Parece un
contrasentido, equiparar a los burros con la ignorancia, pues siendo animales,
carecen de capacidad de razonamiento. Quizás sea porque este tipo de animales,
generalmente son considerados como bestias de carga y es difícil adiestrarlos
en alguna actividad o tarea.
En
cambio, los perros, por ejemplo, cuya expresión se utiliza comúnmente para
insultar a alguien, llegan a asimilar maniobras o tareas, que se dice que
solamente les falta hablar. Incluso, sus cualidades o características animales,
como el olfato o el oído, les convierten en excelentes auxiliares en labores de
investigación.
Algunos
otros animales, como los changos o monos, mamíferos primates, misma orden a la
que pertenece el hombre, por su similitud morfológica a la de los humanos,
reciben un tratamiento distinto, aunque
no realicen tareas útiles para la humanidad.
Pero,
volviendo a lo de los burros y la ignorancia. Este domingo, 27 de julio, en la
página 3A del periódico El Sol de Tijuana, aparece una nota, cuyo título o
encabezado, es el siguiente : “Saber leer y escribir, debe ser requisito para
diputados”.
Se trata
de una entrevista del reportero Juan Guizar, hecha al priísta Salvador
Kayachanian, Presidente del Grupo Político Tijuana, quien luego de pronunciarse
a favor de la Reforma Política del Estado y de que esta contemple la reducción
de los diputados de lista, dijo que se deben condicionar las candidaturas a un
mejor nivel cultural.
Luego,
justificó el por qué de su observación. Dijo que hay diputados que no saben
leer y apenas escriben. Como diría la voz popular, que son unos burros. “Se
debería comenzar –dijo- por mejorar la calidad y la preparación de los
candidatos. Hago un llamado a los partidos políticos para que pongan más
atención y empeño en el nivel educativo de quienes van a lanzar a competir por
un espacio en el Congreso”.
Tal
aseveración, la de que “hay diputados que no saben leer y apenas escriben”,
parece una exageración. Pero si el priísta Kayachanian lo dijo, ha de ser por
algo. Lástima que no se atrevió a dar nombres, ni siglas partidistas de los
presuntos legisladores analfabetas.
Se ha
discutido, cuando alguien plantea, que quienes son los encargados de hacer
leyes, deben ser licenciados en derecho, los argumentos en contra señalan que
esto no es necesario, sino que por el contrario, se requiere representantes de
todos los sectores sociales, para que en el proceso legislativo manifiesten
precisamente la forma de pensar o de sentir de profesionistas, jóvenes, hombres
y mujeres, obreros y amas de casa.
Quienes
insistan en reclamar preparación profesional, o sea no solamente el haber
cursado la licenciatura de derecho, sino en cualquier otra área, deben saber
que cada legislador cuenta con un auxiliar o secretario técnico, que es
precisamente el encargado de darle forma legal a las ideas del supuesto
representante popular.
El
problema que se dá, es que muchos de esos asistentes técnicos, nunca o poco han
ejercido la profesión relativa al título de la carrera que ostentan y han
permanecido tanto dentro de la administración pública, que se han convertido en
meros burócratas con título.
Cabe
observar, que la mayoría de los políticos que ostentan títulos profesionales,
desconocen por completo los principios fundamentales de la carrera que cursaron
en una institución de educación superior. Cuando menos, aquellos que
efectivamente las cursaron, porque hay quienes los adquirieron mediante recursos de carácter económico.
Lo ideal
sería, en estos tiempos, que todo aspirante a ocupar un puesto de elección
popular, incluso los de designación, de primero y segundo nivel, acrediten
haber cursado estudios superiores.
Y todavía
más, que al momento en que sean considerados como aspirantes a alguna
candidatura, sean sometidos a exámenes de conocimientos, a estudios médicos, o
como a los integrantes de los cuerpos de seguridad pública, a exámenes de
control y confianza.
En
especial, que se determine las condiciones de la salud mental, pues hay quienes
parecen normales o sanos, y cuando ya están en la función pública, reflejan en
sus actos, sus enfermedades o incapacidades mentales.
Ojalá que
solamente fuesen “burros”, pues la ignorancia, producto de falta de educación
formal, se suple un tanto, cuando la universidad de la vida les ha dotado de
vasta experiencia y, sobre todo, de sentido común. Al menos, que fuesen
honestos, para reconocer sus limitantes, y honrados, para no disponer de los
recursos públicos en beneficio propio
La
irracionalidad, no solamente es propia de los animales. También muchos
políticos son irracionales. Además de torpes, miopes, sordos y necios.
Los
sentidos y el interés de los políticos, en general, son alentados o guiados,
por el dinero fácil, por las negociaciones ilícitas, por ostentar y ejercer el
poder, que les permiten adoptar posturas de reyecitos.
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