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lunes, 6 de enero de 2014

Palco de Prensa: Nuevos estilos políticos.


                                        Por : Gilberto LAVENANT

El alcalde de Tijuana, Jorge Astiazarán Orcí, no es político. Afortunadamente. En el menor peor de los casos, es un novato de la política. Se observó durante la campaña política en busca de la alcaldía, postulado por el PRI. Se enfrentó al panista Alejandro Monraz Sustaita, supuestamente  “una chucha cuerera” en el terreno político, y “se lo bailó”.

Aunque hay quienes insisten en que el triunfo electoral de Astiazarán, estaba incluido en el pacto, entre ciertos priístas y panistas, para impedir que Fernando Castro Trenti llegara a la gubernatura estatal, lo cierto es que nadie le puede negar méritos al Doctor.


Esos méritos, consistieron, entre otros, precisamente en que se conducía más como ciudadano, que como político. Sorprendió a muchos cuando al acudir a un evento, con determinado grupo, se levantaba del lugar que le tenían destinado, se desplazaba entre los asistentes y su mensaje implicaba simplemente una charla ciudadana.

Pero alguien podría decir, que los políticos son una cosa en campaña y en la administración pública son otra cosa totalmente distinta. Astiazarán, quizás precisamente porque no es político, apenas en el segundo mes de su gestión, probablemente sin tener ese propósito, está implementando nuevos estilos políticos.

Para empezar, es de los primeros en llegar a las oficinas de gobierno y se da el lujo de recorrer las dependencias, dialogar con el personal y reprender a quienes llegan demorados a sus chambas. Hoy, ya más de uno procura ser puntual, para no ser sorprendido por el jóven alcalde. Para Jorge, no hay días de descanso, ni días de asueto. Como dicen por ahí, acostumbra descansar “haciendo adobes”. Una de las primeras acciones fue limpiar personalmente sus oficinas.

Pero eso es lo de menos. Sin que sea precisamente su slogan, aplica en la administración pública aquello de “todos coludos, o todos rabones”. Iniciado el período para el pago del impuesto predial, fue de los primeros en acudir personalmente a cumplir con dicha obligación. Parece ser que de todos los funcionarios municipales, solo el Secretario de Finanzas, José Mojica, hizo lo mismo.

Por cierto, luego de que en reunión del gabinete municipal, precisamente el contador Mojica se mostró sorprendido de que un par de policías municipales se presentaron ante él, para ser sus guaruras, pues para ello estaban asignados desde la pasada administración, el funcionario le hizo saber al Alcalde y a todos los demás ahí presentes, que a esos elementos de seguridad, les dijo que se presentaran ante su jefe, para que fuesen integrados a labores de vigilancia y seguridad pública de la ciudad.

En atención a esto, el Alcalde Astiazarán ordenó que todos aquellos que habían venido desempeñando labores de guaruras personales de funcionarios y de las familias de estos, se les suspendiera esa función y fueran reasignados a labores de seguridad pública de la ciudadanía en general. Resulta que esos elementos, más que policías, actuaban como asistentes personales, niñeros o choferes de las esposas de los funcionarios o vigilantes de las casas de estos. Más de 120 estaban asignados a esas “tareas especiales”.

Pero quizás lo que más ha llamado la atención, es lo que Astiazarán ha dispuesto para qué en Tijuana haya orden. Su antecesor, Carlos Bustamante, tenía como slogan favorito aquel de que “Tijuana es una ciudad con orden”, o algo así, pero en la práctica la administración municipal era todo un desorden.

Aunque la información que ha recibido el Síndico Municipal, Arturo Ledezma, respecto a las fallas e irregularidades de la administración de Bustamante, detectadas durante el primer mes de labores, aún no ha sido revelada, ha trascendido que huele mal, que apesta.

En casi todas las áreas de la administración municipal que encabezó Bustamante, había cuchupos, tranzas, libertinaje para tolerar operaciones de empresas, fuera de regularización, falsificación de firmas en la expedición de permisos o concesiones y tantas cosas más, que curiosa o extrañamente la sindicatura municipal no observó, ni detectó.

Dicen que uno de los problemas más serios, detectados hasta el momento, lo es el de la clonación de vehículos de transporte público. Con un permiso o concesión, operaban 10 o 20 unidades diversas, amparadas bajo un mismo número oficial, aunque fuesen vehículos totalmente distintos.

Y hay algo más. El sistema político mexicano, obliga a que las administraciones públicas, en este caso las de nivel municipal, sean como bipolares. Por una parte hablan de orden, de apego a derecho, y en la práctica, soslayan, solapan y propician el desorden.

Por ejemplo, el chofer de una unidad de transporte público, sea autobús o calafia, no respeta, para nada, las señales de tránsito. Circula a exceso de velocidad, retaca de pasajeros el vehículo, se pasa los altos de disco e incluso semáforos en rojo.

¿Y porqué ocurre eso? Una, porque prácticamente no existen agentes de tránsito y por lo tanto casi nunca son sorprendidos e infraccionados. Otra, porque cuando se les levanta una boleta de infracción, los representantes de las empresas transportistas, el sindicato o central obrera, haciendo valer sus compromisos políticos, o servicios de campañas electorales, acuden a las instancias correspondientes a gestionar la cancelación de las mismas.

Aunque no lo crean, la instrucción del Alcalde, es precisa y contundente : estrictamente prohibido condonar o cancelar infracciones. No solamente en el área del transporte, sino en todas las demás actividades de competencia municipal, como en el tema del predial. Por cierto, se está preparando una lista de los principales deudores y seguro entre ellos habrá muchos conocidos. De los que salen frecuentemente en las secciones de sociales. A esto se le llama nuevos estilos políticos : para que haya orden, todos coludos, o todos rabones. Nada de compadrazgos, ni impunidad, ni disimulos.

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