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domingo, 12 de enero de 2014

Palco de Prensa: La polémica.


                                            Por : Gilberto LAVENANT

El evento, en el que el gobernador panista, Francisco Vega de la Madrid, asistió como invitado de honor, al desayuno sabatino del grupo político priísta “Jesús Reyes Heróles”, que encabeza Francisco de la Madrid Romandía, ha generado una polémica de pronóstico reservado. El columnista lo refirió como “La modernidad política”.

El columnista ha estado recibiendo, a través de los medios digitales, observaciones, comentarios y críticas, a favor y en contra, respecto a este tema. Muchos, ajenos a las cuestiones partidistas, aplauden el hecho y se pronuncian a favor de la modernidad política, traducida o entendida como la posibilidad de que los políticos puedan relacionarse, al margen de los intereses e ideologías de las organizaciones políticas a las que pertenecen. Se dice fácil, pero no lo es.


Los factores que hicieron posible el establecimiento del llamado Pacto por México, no fue precisamente porque las tres organizaciones políticas participantes, PRI, PAN y PRD, hayan coincidido en la necesidad de encontrar condiciones que permitan mejores niveles de vida para los mexicanos. No, los dirigentes de cada una, tenía como objetivo apuntalar sus respectivos proyectos políticos.

Si bien es cierto que el priísmo, representado por el Presidente Enrique Peña Nieto, planteó dicho pacto, para poder lograr las llamadas reformas estructurales, y las mismas fueron promovidas como necesarias para abatir el desempleo y las condiciones de pobreza de muchos mexicanos, el objetivo máximo es, luego de haber recuperado la Presidencia de la República, conservar el poder presidencial, al concluir el presente sexenio.

Por su parte, PAN y PRD, fueron seducidos por la idea de supervivencia. Ambos estaban al punto de la extinción y pactaron, en un desesperado intento por salir del estado deprimido en que se encontraban. Hoy, se ven en mejores condiciones, que luego de la derrota en los comicios presidenciales del 2012. Dicho en otras palabras, lograron sus objetivos.

Pero eso no es modernidad política. Las reformas estructurales, fueron negociadas, no consensuadas. Una vez que sean aprobadas las reformas a las correspondientes leyes secundarias, ya no habrá necesidad de nuevos pactos. De antemano se advierte que la contienda presidencial en el 2018, será entre la Morena, de López Obrador, y el PRI.

Pero volvamos al origen de la polémica. Los partidos políticos, en especial los de carácter nacional, tienen una estructura de mandos y representaciones, nacionales, estatales y municipales, a los que deben estar sometidos quienes estén afiliados a los mismos, sea en lo individual o como grupos.

Nadie, como individuo o como parte de un grupo, afiliado o adherido a determinado partido, bajo el supuesto de la llamada modernidad política, puede establecer compromisos, pactos o relaciones, con individuos o grupos de otros partidos políticos, so pena de que se les acuse de traidores. En todos los casos, deben respetar los lineamientos de las dirigencias o solicitar la anuencia de estas, para hacer o dejar de hacer cosas, que comprometan al partido al que pertenecen.

Puede un individuo o grupo político, reunirse con funcionarios públicos de filiación política distinta, pero bajo reglas de austeridad, formalidad, institucionalidad, sean para plantear problemas de urgente solución, crónicos o esenciales, y el funcionario atenderlos en términos similares. Si rebasan esas líneas, pueden incurrir en lo que podría llamarse relaciones indecorosas o pecaminosas. Nada de besitos y arrumacos.

En lo individual, no es lo mismo tener una entrevista de trabajo, entre dos personas de partidos distintos, para exponer o escuchar, para discutir o simplemente analizar, que aprovechando el acercamiento, uno, o ambos personajes, sean hombre y mujer, o dos individuos del mismo sexo, lleguen a flirtear, coquetear, seducir o incluso intimar.

No guardar las composturas, hacer a un lado la formalidad e institucionalidad, hace sospechar negociaciones perversas, ilícitas o pecaminosas. Es más, se corre el riesgo de recibir severos extrañamientos, de parte de las dirigencias partidistas. Simplemente, se es, o no se es. Las definiciones, tanto en cuanto a la sexualidad, como en lo político, son básicas, elementales, imprescindibles.

En esa condición, de indefinidos, quedan aquellos individuos que buscan o acceden integrarse a equipos de gobernantes de filiación partidista, ajena a la del partido al que pertenecen. Con todo y que se aferren o cubran con la bandera de la pluralidad política y a posturas supuestamente democráticas.

Las indefiniciones, e incluso la falta de moralidad y ética política, dan lugar al surgimiento de políticos “chaqueteros”, o camaleónicos, que cambian los colores o siglas de la camiseta, según las circunstancias. Los llamados chambistas, oportunistas, arribistas, traidores. Hoy son rojos, mañana son azules o amarillos.

Estas conductas, y eventos polémicos, llaman poderosamente la atención en Baja California, porque se da casi como un hecho que en los comicios del 2013, hubo acuerdos entre una fracción de priístas con panistas, para impedir que el candidato del PRI, Fernando Castro Trenti, lograra la gubernatura estatal y por lo tanto ganara el panista Kiko Vega.

Los castrotrentistas, acusan a los hankistas, de haber propiciado la derrota de Castro Trenti y advierten que la presencia de allegados de Hank en la administración de Kiko Vega, son pruebas de la traición.

Delicado para los priístas, que a poco de iniciar el proceso de renovación de dirigencias partidistas, con miras hacia los comicios del 2015, además de que persistirá la fractura que tiene al PRI bajacaliforniano, dividido en dos fracciones, argumentando modernidad política, incurran en actos de pluralidad, con visos de indefiniciones o de traiciones. De ahí la polémica.

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