Por : Gilberto LAVENANT
Es de
todos conocido, que los mexicanos viven en condiciones económicas sumamente
difíciles, no solamente por las crisis financieras y económicas del país en
general. Ni tampoco por el hecho de que los salarios que perciben son ridículos
y de paso son de familias prolíficas, sino además, por el número de
dependientes económicos.
Habrá
quienes traten de aclarar, que eso era antes. Que antes las familias eran numerosas
y que los hombres tenían, por regla general, como mínimo dos familias. En
algunos casos, hasta más.
Aquella
trillada frase, de que “donde come uno, comen dos”, dejó de ser aplicable,
cuando la mayoría de las familias mexicanas llegaba a tener más de doce hijos,
pero -por cuestiones económicas, más que por cualquier otro factor- los nuevos
matrimonios ahora tienen solamente uno o dos hijos, y, por lo tanto, ahora
viven mejor que antes.
Efectivamente,
pero ocurre que lo que agobia a la mayoría de los mexicanos, no son el número
de hijos, sino el número de personas, que, sin ser sus parientes, es más, ni
amigos, dependen económicamente de cada trabajador. Este es el tema de este
día.
En
México, existe un organismo, el INEGI, Instituto Nacional de Estadística y
Geografía, que realiza diversos censos, encuestas o estudios, con cuyos
resultados se trata de conocer precisamente las condiciones de vida de los
mexicanos. En dichos trabajos, entre otras muchas preguntas, se les pregunta a
los encuestados, sobre el número de dependientes económicos. Claro, se trata de
conocer el número de personas que viven en su casa y que él sostiene
económicamente.
Sólo que hay
otros dependientes económicos, que ni siquiera son parientes del encuestado. Es
más, que ni siquiera viven en la casa de este. Pero, contra su voluntad, gravan
su economía.
Sobre
este tipo de dependientes económicos, circula en las redes un trabajo,
sumamente interesante. Una persona se queja, de que al ser visitado por un
encuestador del INEGI y cuestionarlo sobre el número de dependientes
económicos, éste se negó a aceptarle la respuesta que le dió.
Cuenta,
que le hizo la siguiente pregunta : ¿Cuántas personas dependen de usted? El
encuestado, suspiró un poco, para agarrar aire, y empezó a responder :
- 3.5
millones de burócratas en la administración pública federal (sin contar los
aviadores)…aparte de los burócratas de los Estados. Municipios, ciudades y el
resto de las poblaciones del país.
- 800,000
empleados de CFE, a los cuales les pagamos el consumo de energía eléctrica de
sus casas, en las cuales tienen aires acondicionados, estufas eléctricas,
boilers eléctricos.
- 250,000
presos, en 58 centros de detención para menores, 438 centros penitenciarios, 4
de super máxima seguridad, etc., con el 62% de los reclusos recluídos por delitos
“famélicos”, es decir, ocasionados por el hambre y la miseria, 28% son
realmente enfermos, con alguna adicción que los obligó a delinquir y solo el
10% son criminales inveterados. Los realmente peligrosos y desalmados, forman
parte de los partidos políticos.
- 500
diputados, la Cámara de Diputados con 500 curules (asientos), 300 son de
mayoría relativa (votados) y 200 son de representación proporcional (son
elegidos indirectamente y dependen del número de sufragios que tenga cada
partido. Las listas de estos Diputados, las conforman 30 nombres y en la
práctica entran en la Cámara entre 15 y 20 por partido).
- 128
sanguijuelas del Senado. Desglosados por partido político : Partido Acción
Nacional 52, Partido Revolucionario Institucional 33, Partido de la Revolución
Democrática 26, Partido Verde Ecologista de México 6, Partido del Trabajo 5,
Convergencia 5, Nueva Alianza 1. Total : 128.
- 31
Gobernadores, sus familias, sus amigos, condiscípulos, etc.
- 2,500
Presidentes Municipales, con el etcétera consabido.
Un tanto
frustrado, observa : “Mi respuesta, no fue aceptada…”.
Entonces,
hace una petición al pueblo en general : “Ayúdenme a conocer, en qué me
equivoqué. Creo que me faltaron los Maestros zánganos de Oaxaca, Michoacán,
Chiapas y los aviadores del SNTE”. Y concluye : “Parece broma, pero así es”.
Esta es
la realidad de los mexicanos. A ello habría qué agregar, los guaruras de los
políticos de nivel medio para arriba, sus asistentes personales, sus
secretarias “para abrirles sus botellitas de agua” y otras cosas, los guaruras
para sus familias.
Y aún hay
más, los viajes “de trabajo” a nivel nacional o al extranjero, junto con su
séquito, considerando vuelos y hospedajes de primera clase, las liquidaciones
por término de comisión, así como “viáticos”, además de los saqueos de las
arcas públicas.
Todos
esos “dependientes económicos” soportan en sus espaldas los mexicanos. Por eso viven
agobiados. Por eso se dice que México aguanta mucho, pero en justicia, los que
aguantan, son los mexicanos.
A
propósito, las reformas estructurales, impulsadas por el Presidente Enrique Peña
Nieto, no van a solucionar los problemas de México, ni permitirán a los
mexicanos tener mejores condiciones de vida. Es más, no eran necesarias. Lo que
se requería, era reestructurar el
aparato gubernamental, el eliminar a tanto zángano, el reducirles salarios y
prebendas, el meter a la cárcel a los corruptos.
En
especial, mientras no haya acciones claras y enérgicas para combatir la
corrupción –además de la inseguridad pública- y el reducir la pesada carga burocrática, todo
proyecto, por maravilloso que parezca, será un fracaso.
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