Por : Gilberto LAVENANT
Uno de
los principales defectos de todo político, es la frivolidad. Es tanto como ser
cínicos, desvergonzados, faltos de seriedad. Las cosas serias, delicadas, las
manejan con ligereza, cual si no tuviesen la menor importancia. Obviamente,
suponen que los ciudadanos son tontos y, en lugar de hablar con la verdad, manejan
verdades a medias o mentiras completas.
Esto quedó
de manifiesto, en el asunto del escándalo político, suscitado al interior del
Palacio Municipal de Tijuana, entre el Alcalde Jorge Astiazarán y el Síndico
Procurador, Arturo Ledesma Romo. Se dijo mucho, no se aclaró nada y nadie se
atrevió a disipar dudas y sospechas.
Lo fuerte
empezó o estalló, a fines de febrero pasado, cuando súbitamente el Alcalde
Astiazarán, a voz en cuello, reveló que
desde el inicio de su gestión, empezó a ser hostigado por los hermanos Ledesma
Romo, que le reclamaban posiciones de gobierno, asignación de obras públicas a constructoras
recomendadas por ellos y en especial el 50% de los ingresos ilegales del
gobierno municipal, estimados en 80 millones de dólares.
Propios y
extraños, definitivamente, observando que tales señalamientos eran sumamente
graves, delicados, supusieron que el asunto terminaría en los tribunales. Se
sabe que varios actores políticos intervinieron de inmediato, para aplacar los
ánimos y tratar de conciliar a las partes.
No fue
fácil. Durante las siguientes horas, al ser cuestionado por los periodistas,
sobre sus revelaciones, Astiazarán señalaba categórico : “lo digo y lo sostengo”.
Sin embargo, a medida que pasaron los días, se fue desvaneciendo tal firmeza,
al grado que ni siquiera se atrevió a hacer una denuncia formal.
El
Síndico Procurador, aplicando aquel principio de la Ley de Hilados y Tejidos,
que advierte que “El hilo se revienta por lo más delgado”, exigió la “renuncia
voluntaria” de dos de sus principales colaboradores, su asesor, el exregidor
Rubén Salazar y el contralor, Joel Guardado, quienes aparecieron como los protagonistas
del presunto chantaje.
Tan tensa
estaba la situación, que los regidores, en sesión de Cabildo, determinaron
integrar una comisión especial, que investigara los hechos del escándalo. Esto
ocurrió el 3 lunes de marzo. Ahí designaron como Secretario Técnico, al Regidor
Héctor Riveros, quien a la vez sería el vocero de la misma.
El punto
central de dicha comisión, era aclarar, si eran fundadas las declaraciones de
Astiazarán, en cuanto a la presunta extorsión, pero sobre todo lo de los ingresos
ilícitos, que conforme a lo dicho por el propio Alcalde, los Ledesma Romo
estimaban en 80 millones de dólares.
Para desviar
un tanto la atención y que no se focalizara solamente en lo del escándalo
político, le agregaron otras responsabilidades a la citada comisión, como la supuesta
irregular liquidación de varios empleados de empleados de la Dirección de
Desarrollo Social, que ocasionó la suspensión provisional del Lic. Bernardo
Padilla, Secretario General de Gobierno.
Y otros
asuntos, como el controvertido tema del
absurdo arrendamiento de las luminarias de la ciudad y la burda basificación de
varias jovencitas que eran asistentes personales del Alcalde Bustamante
Anchondo.
Pasaron
los días y el “flamante” Secretario
Técnico de la comisión de referencia, Héctor Riveros, nunca dió información
clara y precisa, sobre las supuestas labores de investigación que le encomendaron.
Simplemente, adoptaba posturas de merolico, hacía disparatadas declaraciones, o
recurría al uso de cantinfladas, para aparentar que sí estaba investigando,
aunque en realidad nunca haya movido un dedo al respecto.
Lo
absurdo, es que cuando prácticamente trató de dar por terminada su misión,
aseverando que no había encontrado ninguna irregularidad, la Sindicatura Procuradora
lo desmintió, anunciando la suspensión e inhabilitación de dos funcionarios del
área de obras públicas, supuestamente por haber incurridos en actos de
deshonestidad, en la asignación de las obras de reencarpetado de la Calle
Segunda.
El Regidor
Riveros, tuvo que confesar, que la Sindicatura nunca le informó sobre tales
irregularidades, con lo que hizo constar, que en realidad nunca llevó a cabo investigación
alguna.
El miércoles 16 de abril, del año en curso, bajo el
título “Las comisiones del olvido”, el columnista autor de Palco de Prensa
señaló : “De todos es sabido, que en la administración pública, cualesquiera
que sea su nivel o función, cuando se constituye alguna comisión especial,
dizque para investigar y aclarar algún escándalo o asunto bochornoso, en
realidad es para desvanecer la tensión, y la comunidad se olvide del asunto”.
Ahora puede decirse, con toda certeza, que aquella
comisión integrada por el cabildo en pleno, el 3 de marzo, del año en curso,
no tuvo nunca la intención de hacer
investigación alguna. La frivolidad llevó a los regidores, alcalde y Síndico
Procurador, a dar la apariencia de intenciones serias de investigar y aclarar,
cuando que en realidad solamente fue una estrategia para que se olvidara lo del
escándalo político.
El pasado fin de semana, el Regidor Héctor Riveros,
anunció que en los siguientes días informaría sobre los resultados de las
investigaciónes de la comisión a su cargo. De manera absurda, casi al mismo
tiempo, el Síndico Procurador, Arturo Ledezma Romo, uno de los principales
protagonistas del escándalo político, dijo que la comisión investigadora, ya había desaparecido. El único que no lo
sabía, era el Secretario Técnico de la misma.
La comisión de referencia, no investigó nada, no obtuvo
resultado alguno y por lo tanto, su creación fue un mero simulacro. Mientras
los políticos se conduzcan con frivolidad, no se puede creer en nada de lo que
digan o afirmen que habrán de hacer.
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