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martes, 10 de junio de 2014

Palco de Prensa: Las frivolidades.


                                            Por : Gilberto LAVENANT

Uno de los principales defectos de todo político, es la frivolidad. Es tanto como ser cínicos, desvergonzados, faltos de seriedad. Las cosas serias, delicadas, las manejan con ligereza, cual si no tuviesen la menor importancia. Obviamente, suponen que los ciudadanos son tontos y, en lugar de hablar con la verdad, manejan verdades a medias o mentiras completas.

Esto quedó de manifiesto, en el asunto del escándalo político, suscitado al interior del Palacio Municipal de Tijuana, entre el Alcalde Jorge Astiazarán y el Síndico Procurador, Arturo Ledesma Romo. Se dijo mucho, no se aclaró nada y nadie se atrevió a disipar dudas y sospechas.

Lo fuerte empezó o estalló, a fines de febrero pasado, cuando súbitamente el Alcalde Astiazarán, a voz en cuello, reveló  que desde el inicio de su gestión, empezó a ser hostigado por los hermanos Ledesma Romo, que le reclamaban posiciones de gobierno, asignación de obras públicas a constructoras recomendadas por ellos y en especial el 50% de los ingresos ilegales del gobierno municipal, estimados en 80 millones de dólares.

Propios y extraños, definitivamente, observando que tales señalamientos eran sumamente graves, delicados, supusieron que el asunto terminaría en los tribunales. Se sabe que varios actores políticos intervinieron de inmediato, para aplacar los ánimos y tratar de conciliar a las partes.

No fue fácil. Durante las siguientes horas, al ser cuestionado por los periodistas, sobre sus revelaciones, Astiazarán señalaba categórico : “lo digo y lo sostengo”. Sin embargo, a medida que pasaron los días, se fue desvaneciendo tal firmeza, al grado que ni siquiera se atrevió a hacer una denuncia formal.

El Síndico Procurador, aplicando aquel principio de la Ley de Hilados y Tejidos, que advierte que “El hilo se revienta por lo más delgado”, exigió la “renuncia voluntaria” de dos de sus principales colaboradores, su asesor, el exregidor Rubén Salazar y el contralor, Joel Guardado, quienes aparecieron como los protagonistas del presunto chantaje.

Tan tensa estaba la situación, que los regidores, en sesión de Cabildo, determinaron integrar una comisión especial, que investigara los hechos del escándalo. Esto ocurrió el 3 lunes de marzo. Ahí designaron como Secretario Técnico, al Regidor Héctor Riveros, quien a la vez sería el vocero de la misma.

El punto central de dicha comisión, era aclarar, si eran fundadas las declaraciones de Astiazarán, en cuanto a la presunta extorsión, pero sobre todo lo de los ingresos ilícitos, que conforme a lo dicho por el propio Alcalde, los Ledesma Romo estimaban en 80 millones de dólares.

Para desviar un tanto la atención y que no se focalizara solamente en lo del escándalo político, le agregaron otras responsabilidades a la citada comisión, como la supuesta irregular liquidación de varios empleados de empleados de la Dirección de Desarrollo Social, que ocasionó la suspensión provisional del Lic. Bernardo Padilla, Secretario General de Gobierno.

Y otros asuntos, como el controvertido tema  del absurdo arrendamiento de las luminarias de la ciudad y la burda basificación de varias jovencitas que eran asistentes personales del Alcalde Bustamante Anchondo.

Pasaron los días y el “flamante”  Secretario Técnico de la comisión de referencia, Héctor Riveros, nunca dió información clara y precisa, sobre las supuestas labores de investigación que le encomendaron. Simplemente, adoptaba posturas de merolico, hacía disparatadas declaraciones, o recurría al uso de cantinfladas, para aparentar que sí estaba investigando, aunque en realidad nunca haya movido un dedo al respecto.

Lo absurdo, es que cuando prácticamente trató de dar por terminada su misión, aseverando que no había encontrado ninguna irregularidad, la Sindicatura Procuradora lo desmintió, anunciando la suspensión e inhabilitación de dos funcionarios del área de obras públicas, supuestamente por haber incurridos en actos de deshonestidad, en la asignación de las obras de reencarpetado de la Calle Segunda.

El Regidor Riveros, tuvo que confesar, que la Sindicatura nunca le informó sobre tales irregularidades, con lo que hizo constar, que en realidad nunca llevó a cabo investigación alguna.

El miércoles 16 de abril, del año en curso, bajo el título “Las comisiones del olvido”, el columnista autor de Palco de Prensa señaló : “De todos es sabido, que en la administración pública, cualesquiera que sea su nivel o función, cuando se constituye alguna comisión especial, dizque para investigar y aclarar algún escándalo o asunto bochornoso, en realidad es para desvanecer la tensión, y la comunidad se olvide del asunto”.

Ahora puede decirse, con toda certeza, que aquella comisión integrada por el cabildo en pleno, el 3 de marzo, del año en curso, no  tuvo nunca la intención de hacer investigación alguna. La frivolidad llevó a los regidores, alcalde y Síndico Procurador, a dar la apariencia de intenciones serias de investigar y aclarar, cuando que en realidad solamente fue una estrategia para que se olvidara lo del escándalo político.

El pasado fin de semana, el Regidor Héctor Riveros, anunció que en los siguientes días informaría sobre los resultados de las investigaciónes de la comisión a su cargo. De manera absurda, casi al mismo tiempo, el Síndico Procurador, Arturo Ledezma Romo, uno de los principales protagonistas del escándalo político, dijo que la comisión investigadora,  ya había desaparecido. El único que no lo sabía, era el Secretario Técnico de la misma.

La comisión de referencia, no investigó nada, no obtuvo resultado alguno y por lo tanto, su creación fue un mero simulacro. Mientras los políticos se conduzcan con frivolidad, no se puede creer en nada de lo que digan o afirmen que habrán de hacer.

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