Por : Gilberto LAVENANT
Hasta inicios de 2013, al inicio del año se le conocía comúnmente como “la cuesta de enero”. En la temporada decembrina, los mexicanos suelen gastar, hasta lo que no tienen. Hay quienes van a las casas de empeño a depositar algunos de sus bienes, con tal de contar con un poco más de dinero, que les alcance para viajar, para los festejos de fin de año, y sobre todo para los regalos. “Santoclos” no puede fallar nunca.
Así es que enfrentan el inicio de año, con los bolsos vacios, con un montón de deudas por pagar, con recibos de servicios públicos vencidos y un galopante fenómeno inflacionario. Afortunadamente es una costumbre pagarles la mitad de aguinaldo en fin de año y la otra mitad al inicio del año. Es lo único que salva un poco la situación. A algunos, no todos.
Por eso se le llamaba “la cuesta de enero”. Porque, en el aspecto económico, el inicio de año era casi como subir por una pendiente, a pie, agotados. Sumamente difícil la situación. Más aún para aquellos que no tienen un empleo formal, y los que laboraban en la administración pública, y quedaron desempleados, por renovaciones de gobierno. Los dejaron “chiflando en la loma”.
El inicio de este 2014, será algo peor que la tradicional “cuesta de enero”. Ahora será algo así como ser sepultados por una avalancha. La homologación del IVA, que implica elevar la tasa del Impuesto al Valor Agregado, del 11% al 16%, generará incrementos de precios de bienes y servicios, a granel y por doquier.
Por el simple efecto del incremento de la tasa del IVA, subirá todo. Y esos aumentos, repercutirán en los precios de otros bienes y servicios. Será algo así como una bola de nieve. Lamentablemente.
Resulta ingenuo suponer o creer, que las reformas estructurales impulsadas por el Presidente Enrique Peña Nieto, se reflejarán de inmediato en mejores condiciones de vida para los mexicanos. En caso de que realmente sean benéficas, tardarán meses o quizás años, para que se note alguna mejoría.
Lo ideal sería, que al menos se crearan nuevas fuentes de trabajo. Muchos mexicanos es lo que anhelan. No aspiran a ser ricos, sino simplemente a percibir lo más elemental para subsistir. Un empleo, antes de morir de hambre.
Lamentablemente, el tener un empleo, no garantiza la subsistencia de nadie. Con los minisalarios, no alcanza ni para el transporte, ni para el lonche. Necesitan trabajar los dos integrantes de cada pareja e incluso los hijos, para cubrir sus necesidades elementales. Como medio morirse de hambre.
Hay que recordar, que la Comisión Nacional de Salarios Mínimos, encargada de fijar los que deben regir en el país, determinó incrementar en 2.52 pesos los que estuvieron vigentes para esta zona del país, durante el 2013. Esto representa un incremento de 3.9% respecto a los vigentes durante los últimos 12 meses. El incremento fue similar al autorizado en el 2012, para aplicar en el 2013.
A partir de este miércoles 1 de enero de 2014, el nuevo salario mínimo, que regirá en Baja California, durante el presente año, será la “fabulosa” cantidad de 67.28 pesos diarios, por 8 horas de trabajo. Lo que implica que los trabajadores ganarán 8.41 pesos por cada hora que laboren y a la semana 470.96 pesos. Apenas 2.52 pesos más que los 64.76 pesos que estuvieron recibiendo en 2013.
Los tecnócratas mexicanos, o políticos de pacotilla, son soberbios, arrogantes e insensibles. Ni siquiera se atreven a reconocer que con los salarios mínimos, los mexicanos que los perciben, casi se mueren de hambre. Que viven en mejores condiciones los pedigueños, que viven de la caridad, que los empleados formales.
Percibir 8.41 pesos, por cada hora de trabajo, es una grosería. Una ofensa mayúscula, pues convierte a los mexicanos en meros esclavos. Una simple moneda de 10.00 pesos, por 60 minutos de esfuerzos. No compensa, para nada, el desgaste físico o intelectual de una persona. No alcanza, ni para comprar un taco o al menos una botella con agua para beber.
El iniciar el año con ese salario, no es una simple cuesta, es casi como tratar de trepar en un cerro, bajo los métodos de escalismo, pero sin el equipo necesario para ello. Así de sencillo.
Y los políticos o tecnócratas “generosos” que fijan o autorizan tales salarios mínimos, hasta pretenden que les aplaudan por esa “hazaña”.
Cabe hacer hincapié, en que –para aquellos que dicen que los salarios mínimos son simplemente una tasa, para fijar las percepciones mínimas de los trabajadores- los montos sirven también para mantener a raya, no solo a empleados modestos, sino incluso hasta los de mejor nivel, quienes tienen que realizar esfuerzos máximos para percibir algo más que un salario mínimo.
Aunque los salarios, solamente son uno de los aspectos base de la crisis económicas que agobian a los mexicanos. Lo más fuerte, lo que más complica el panorama, es la avalancha de aumentos de precios de bienes y servicios que se registrará a partir del 1 de enero del 2014. Primero, por el 5% adicional en la tasa del IVA. Segundo, como reflejo de las diversas reformas fiscales, aplicables a muchos productos básicos, las que en su mayoría son desconocidas por los mexicanos.
Y conste, como se advierte respecto a los efectos y aplicaciones de las leyes : el desconocimiento, no exime su aplicación, cumplimiento o pago. Este año, los mexicanos no sentirán lo duro, sino lo tupido. Seguramente, hasta el índice de pobreza extrema, se incrementará seriamente. Todo, gracias a los políticos corruptos, frívolos e ineptos.
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