Por Gerardo Diaz Valles
Imagínate, amable lector, si al llegar a tu trabajo donde por casi tres años te permitieron llevar la contabilidad de la oficina (Por ejemplo la de ZOFEMAT), hacer cheques de pago a empleados y proveedores, conciliar cuentas bancarias, elaborar presupuestos de egresos y reportes puntuales al Comité Técnico de evaluación. Pero un mal día, luego de que detectas que alguien realiza cosas turbias a tus espaldas, te cambia el escenario por completo.
Tus propios compañeros y jefes te ven con malos ojos, te tratan en forma déspota y arbitraria. Finalmente te dan una “puñalada trapera” con el sobado argumento de que a partir de cierta fecha: “ya no eres de fiar”. Es más, por tu mismo jefe (Luigi Cruz Aguirre), ese mal día, eres considerado non grato, conflictivo, problemático y luego te echan a la policía. Acusándote de intentar sustraer “robar información exclusiva del Ayuntamiento”, con aviesas intenciones de “venderla a los medios de comunicación”. Comandantes (como Christian Preciado o Alberto Navarrete), Oficiales (un cuate de lentes) y el mismo Director de la Policía en persona (Francisco Castro Trenti), se encargan de tu humillante arresto, traslado en patrulla y encarcelamiento por más de cinco horas. Qué decir del maltrato recibido, las esposas con las que te sujetaron a la reja, la capucha que te pusieron con tu propia camisa, para mofarse y burlarse de ti, negarte a tus familiares angustiados pues no llegabas a casa, (por los mismos uniformados que se supone están para “proteger y servir”). Luego en la fría y nauseabunda celda crees que estas teniendo una pesadilla que eso no pasa en Rosarito, que no puede ser real. Pronto te das cuenta de la cruda realidad es otra: Hay consigna de chingarte, de inyectarte miedo, que sepas quien es la “máxima autoridad” y que con los jefes “nadie se mete, pendejo”. Lo más triste de todo es que tus compañeros se prestan a este suplicio y también salen embarrados en este mere-que-ten-gue, como cuando esa misma tarde de ese fatídico Lunes, el fiel Tesorero Municipal (Manuel Zermeño) sin pensarla dos veces, ordena a personal de Contabilidad que pronto le cambien las claves y contraseñas del sistema de cómputo. Luego, alguien ordena que te suelten, que te desencadenen: “Y dale gracias al Señor Presidente que abogo por ti. Y dice el alcalde que mañana te presentes en punto de las diez a su oficina para ver tu asunto”. Luego el alcalde Javier Robles, se ocupó de otros asuntos más importantes y nunca, ni por asomo se acordó que existen los teléfonos, correos electrónicos o redes sociales, que alguna vez hubo algo que se llama amistad. Esa cita nunca se dio. Finalmente camino a tu hogar, recordaste el mentado “Debido Proceso” y caes en cuenta que nadie, absolutamente nadie te presento ante el Juez Calificador o Agente del Ministerio Publico alguno. Que nunca te notificaron oficialmente tu cese del trabajo. Te armas de valor y la fuerza de la Ley en la mano, te apoyas en un buen abogado y elaboras sendas denuncias penal y laboral, por los delitos de abuso de autoridad, privación ilegal de la libertad, tortura, difamación de honor y los que resulten. Acudes ante la Sindicatura (donde despacha Roberto Perales) a interponer tu formal denuncia. Y piensas que alguien habrá de escucharte, tarde o temprano. Que la Justicia habrá de manifestarse. Que estas de regreso y que quizás no estás solo."
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