Palco de prensa: Las Traiciones
Por : Gilberto LAVENANT
Los políticos no tienen palabra. Es una de sus características esenciales. Son falsos, traidores, por naturaleza propia.
Lo vemos en la vida real. En lo individual, dos ejemplos claros de ello.
El controvertido Alejandro Moreno Berry, supuestamente hombre de izquierda, buscó y logró ser postulado como candidato a Alcalde del municipio de Playas de Rosarito, por parte del Partido Municipalista, de reciente creación y esta semana los abandonó, para ponerse la camiseta de Mirna Rincón, la candidata del PAN.
Esto es el clásico “chaquetazo”, de lo que ya comentamos en días pasados.
Otro caso de “chaqueteros” lo es el de también controversial Gabriel González Celestino, quien entró a la política haciendo precampaña por la candidatura panista a la alcaldía de Tijuana y luego, súbitamente logra lo registren como candidato a diputado por el PVEM, por el Distrito XIII, el único en el que el PRI no va en alianza.
Igual que Moreno Berry, el tal González Celestino, esta semana abandonó la candidatura del Partido Verde, para volverse a vestir de azul. Con todo cinismo, se cambió de camiseta y se colocó la del panismo y se sumó a la campaña de Carlos Torres, rival del priísta Arturo Aguirre.
Definitivamente los “chaqueteros” son cínicos, oportunistas, falsos. Lo decía el columnista en días pasados, son como los camaleones. Hoy son de un color y, según la conveniencia y circunstancias, amanecen de otro.
Ese tipo de “adhesiones”, no suman, restan. Nadie sabe en qué momento van a abandonar el barco. Pero, como dicen, “no tiene la culpa el indio, sino quien lo hace compadre”.
Estos son los ejemplos de traiciones, que se dan en política. Que se han dado en el actual proceso electoral. En cuanto a individuos se refiere.
Pero también este tipo de traiciones de dan a nivel de organizaciones partidistas. En el proceso de 2013, el PAN invitó a aliarse con ellos, al PRD. Para ello, los panistas ofrecieron a los perredistas “el cielo y las estrellas”.
Pero el idilio duró muy poco. Acostumbrados a las traiciones, los panistas les dieron migajas a los perredistas. Roberto Dávalos, diputado del PRD, se convirtió en el más severo crítico de la administración de Kiko Vega.
No obstante, como la mujer engañada, supusieron que los panistas iban a cambiar y que el presente proceso electoral, sería excelente oportunidad para que los panistas hicieran efectivas las promesas incumplidas.
Hubieran caído, pero el comité central del PRD no les autorizó a establecer alianza con el PAN, por lo que, contra sus deseos, el panismo tuvo que entrar a esta contienda, solo, sin el PRD, que había sido su aliado en anteriores procesos.
De cualquier forma, resultaba aberrante, una alianza entre PAN y PRD. Tanto como pretender mezclar el agua y el aceite.
Esta semana, definitivamente rompieron relaciones. Las pocas esperanzas de los perredistas, los panistas terminaron por hacerlas añicos.
Al integrar la actual legislatura, habían acordado repartirse la presidencia del Congreso. El acuerdo fue en el sentido de que le tocaría un período a cada partido.
De esta forma, Cuahtémoc Cardona, logró la presidencia, por parte del PAN; Irma Martínez, por el Panal; Felipe Mayoral, por el PEBC y supuestamente ahora le correspondía a Roberto Dávalos, por el PRD.
Pero los panistas hicieron “chapuza”. Esta semana, al renovar la directiva del Congreso, impusieron a la panista Mónica Bedoya. El perredista Dávalos, les llamó rateros, por incumplir lo que habían acordado.
Es incómodo, pero normal entre políticos. Dicen una cosa, y hacen otra. Dávalos acusó al PAN de robarse la mesa directiva del Congreso, desde la Junta de Coordinación Política y alertó a los ciudadanos de que Acción Nacional, después de esta elección local, viene a robar de nuevo a los ciudadanos.
Así pasa en la vida real. Cuando se casan : “jarrito nuevo, dónde te pondré”. Luego de un tiempo, la expresión cambia : “jarrito viejo, a dónde te lanzaré”.
Nadie puede, ni debe, creer en los políticos. Son falsos y embusteros.