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jueves, 2 de junio de 2016

Narcos, emparentados por mujeres, ellas son el pago en las Venganzas


Las mujeres en la vida de los narcotraficantes son algo más que el objeto de su amor. Son la primera mira en la venganza y un nexo por el cual se puede rastrear a los criminales

Las mujeres en la vida de los narcotraficantes son algo más que el objeto de su amor. Son la primera mira en la venganza y un nexo por el cual se puede rastrear a los criminales.

La Policía Federal presentó a Carlos Montemayor González, "El Charro", suegro de Edgar Valdéz Villarreal "La Barbie", señalado por la corporación como el sucesor del narcotraficante tras su detención.


Todo queda entre familia

Una mujer es el nexo entre "El Charro" y "La Barbie", pero hay otra fémina en la pista de la organización delictiva. Montemayor González se vinculó al cártel de los Beltrán Leyva en 2003, cuando Sergio Enrique Villarreal Barragán, "El Grande", lo invitó a participar.

La esposa del detenido era prima de Ana Laura Támez, esposa de "El Grande", asesinada en 2003 por "Los Zetas". Sin embargo, Laura Támez no es la única mujer que ha pagado los platos rotos con "Los Zetas".


La misma suerte corrió Zulema Yulia Hernández, quien captó la atención de Joaquín El Chapo Guzmán mientras ambos estaban encarcelados en los noventa. Una vez libre, Hernández trabajó para la banda de Guzmán.

En diciembre de 2009 fue asesinada y su cadáver fue abandonado en un automóvil cercade la Ciudad de México. Sus verdugos la marcaron con la "Z", el símbolo de "Los Zetas" en los senos, estómago y glúteos.

Las hermanas y los Carrillo

En el cártel de Juárez también hay relación a través de las mujeres. En 2009, a Vicente Carrillo Leyva lo atraparon por la pista de su mujer, Celia Karina Quevedo Gastélum, quien no ocultó su identidad, pese a existir el antecedente de que su hermana Giovanna fue la esposa de Rodolfo Carrillo Fuentes, tío de Carrillo Leyva.

Tanto Giovanna como Rodolfo, El Niño de Oro, fueron asesinados en noviembre del 2004.

El funeral de la pareja fue público, en la finca Santa Aurora, en Sinaloa. El último aposento de Giovanna y Rodolfo fue un ataúd matrimonial, fabricado con maderas finas.

La esposa del Chapo

Algunas veces, no sólo los traficantes son rastreados por la vía de sus parejas, también sucede a la inversa, como en mayo de este año, cuando Griselda López Pérez, segunda esposa del líder del cártel de Sinaloa, fue detenida durante un operativo implementado por la Subprocuraduría de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada (SIEDO) en Sinaloa.

Esta mujer, madre del joven Édgar Guzmán López, asesinado hace dos años, fue trasladada a la ciudad de Mexico. Sin embargo, fue liberada un día después con las reservas de ley.

El Chapo también se emparentó en 2007 con el fallecido Ignacio Nacho Coronel, cuando se casó con una pariente suya, la joven Emma, en Durango, según informó en su momento Proceso.

Los platos rotos

En el narcotráfico es común que las mujeres paguen los platos rotos de sus parejas.

En la última década, alrededor de 14 mil mujeres murieron en México debido a crímenes de género, que ahora se practican como mecanismos de venganza entre bandas del crimen organizado y el narcotráfico, dijo la activista y ex diputada perredista Marcela Lagarde en noviembre del año pasado.

Un estudio elaborado por el Congreso de la Unión la pasada Legislatura, y con base en cifras de las procuradurías estatales, sostiene que cada año mueren en el país entre mil 300 y mil 500 mujeres en hechos violentos.

Ese tipo de conducta criminal deriva de ver a las mujeres como una "extensión" o una propiedad de los capos de la droga.

"Hay una gran cantidad de mujeres desaparecidas en conflictos sociales, aunque nunca tuvieron un papel protagónico, sólo por estar vinculadas a un hombre que sí lo tiene".
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