Rickettsiosis, conjunto de enfermedades infecciosas agudas provocadas por bacterias de los géneros Rickettsia, Rochalimaea, Coxiella y Ehrlichia, de la familia Rickettsiaceae.
Estas bacterias son parásitos intracelulares obligados y producen endotoxinas.
Los huéspedes definitivos (reservorios) de las rickettsias
en la naturaleza son los animales vertebrados (por lo general mamíferos de
pequeño tamaño como ratas, ratones, conejos o ardillas, aunque también el
ganado vacuno y ovino) y los animales invertebrados (artrópodos como piojos,
pulgas, garrapatas, ácaros o larvas de ácaros), que además se comportan como
vectores de la enfermedad, es decir, son los responsables de transmitir la
infección a los seres humanos.
Por lo tanto, todas las situaciones que
favorecen el contacto con artrópodos como las catástrofes naturales, las guerras,
las áreas de acumulación de basuras, las zonas de vegetación exuberante, los
trabajos agrícolas, las actividades recreativas al aire libre en regiones
endémicas y el trabajo con ganado ovino o vacuno aumentan la incidencia de las
rickettsiosis. La distribución geográfica de la enfermedad es similar a la de
sus artrópodos vectores o sus reservorios vertebrados.
Los microorganismos se introducen en la piel a través de la
herida que producen las garrapatas, o a través de pequeñas lesiones cutáneas
contaminadas por las heces de piojos o pulgas, y pasan directamente al torrente
sanguíneo, multiplicándose en las células endoteliales de los vasos sanguíneos.
Las manifestaciones clínicas son variables según el agente causal, pero son
frecuentes la presencia de pústulas o escaras cutáneas, las erupciones en la
piel y la fiebre alta, que pueden ir acompañadas de hipotensión y alteraciones
del sistema nervioso central, como dolor de cabeza intenso, letargia, confusión
o delirio. Las enfermedades específicas más frecuentes son el tifus epidémico,
la fiebre de las Montañas Rocosas, la fiebre botonosa, la fiebre Q, el tifus
murino, y la rickettsiosis pustulosa o vesicular.
El diagnóstico de la mayoría de rickettsiosis se facilita
por el desarrollo de anticuerpos específicos en la sangre de los pacientes
infectados, que pueden ser detectados por tests serológicos. La prevención de
estas enfermedades implica la erradicación de los portadores artrópodos. Hasta
al año 1948, no se disponía de un tratamiento efectivo contra estas
enfermedades. En la actualidad, hay un amplio espectro de antibióticos que
proporcionan una curación efectiva y que actúan contra estas bacterias, como la
tetraciclina y el cloranfenicol.
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