Por : Gilberto LAVENANT
Dicen, que nadie nace enseñado o
sabiendo todo. Que, hasta para un trabajo común y corriente, se requiere preparación
previa. Con mayor razón, para la función pública.
Se puede haber cursado una
carrera profesional, pero sin duda alguna en la curricula no se incluye la de práctica política o el desempeño de la
función pública. Para acabarla, muchos de quienes ostentan un título
profesional, nunca han utilizado, en la práctica, los conocimientos adquiridos
en las aulas. Y quizás hasta ya se les olvidaron.
En especial, muy pocos se han de
haber interesado, por conocer los vericuetos de la política en general y sobre
todo el cómo actuar en el desempeño de un cargo público. Además, como dicen, de
la teoría a la práctica, hay una enorme distancia.
Curiosamente, la mayoría de los
nuevos funcionarios, tienen que recurrir a sus auxiliares más cercanos, los
empleados de base, los que durante tantos años han realizado las tareas fundamentales
de la dependencia a su cargo. Y tienen qué confiar en ellos.
Esos funcionarios, en muchos
casos, la capacidad, apenas si les alcanza para estampar su firma en cada
documento que les indica su secretaria o asistente personal. Y hay quienes,
hasta en eso se equivocan.
Esto, es sumamente grave, más que
por el hecho de que desconozcan las materias o funciones de la dependencia a su
cargo, pues si se aplican, pueden aprender, es porque les falte algo esencial
en todo individuo : el sentido común. Eso sí que está delicado.
No poder diferenciar, entre lo
que es bueno y lo que es malo, lo que es legal y permitido, o ilegal y
prohibido, tiene consecuencias serias. Sumamente serias.
Y no se diga, si esos personajes,
tienen una enorme debilidad y atracción por el dinero fácil. Si carecen de
ética y son deshonestos, casi por naturaleza propia. Entonces, se convierten en
un verdadero peligro social.
Cabe hacer este tipo de
observaciones, para apuntar que el XXI Ayuntamiento de Tijuana, que encabeza Jorge
Astiazarán Orcí, integró a su equipo de colaboradores, a personas carentes de conocimientos
o experiencia, sobre lo que implica la función pública. Esta es su primera
experiencia de ese tipo. Obvio, les falta oficio político.
Y siendo ellos, los colaboradores
y soporte del Alcalde, quien tampoco es político, los que deben operar el
aparato gubernamental, en sus respectivas áreas, son pobres los resultados que
se han logrado, a seis meses de haber iniciado la gestión del XXI Ayuntamiento.
Hay quienes afirman, aunque eso resulta extremoso, que pareciera que ni
siquiera ha arrancado la actual administración municipal.
Bueno, este aparente
estancamiento, también se debe a otros factores. El principal, la falta de
recursos. No hay dinero suficiente, para enfrentar el grave rezago urbanístico
y de servicios públicos de la ciudad.
A esto se agrega, el uso de
viejas prácticas políticas. Tal parece, que el Alcalde Astiazarán no ha
entendido, ni alguien se lo ha dicho, que solamente es el coordinador de los
integrantes del Cabildo. Que las acciones a realizar, primero debe presentarlas
a los demás ediles, para su discusión y consenso.
Tradicionalmente, con el apoyo de
sus colaboradores cercanos, el Alcalde prepara sus programas, planes y
acciones, cita a sesión de cabildo, como mero protocolo, para que los regidores
se los aprueben, sin discusión alguna. Si alguien se opone, pues se recurre el
clásico mayoriteo y asunto arreglado.
Los regidores, de la filiación
partidista del Alcalde, en este caso, los priístas, independientemente de sus
convicciones, en automático levantan la manita para aprobar cuanta propuesta
haga el primer edil.
Pero los demás regidores, los de otras
fuerzas políticas, reclaman, que cuando menos les expliquen previamente cada
asunto, para estar en condiciones de aprobar o rechazar cualquier propuesta.
Esto es lógico.
Conforme al reglamento de
Cabildo, deben ser citados al menos con 36 horas de anticipación. Dicen que para
la sesión del jueves de la semana pasada, fueron citados apenas dos horas antes.
Esto ocasionó una enorme tensión durante le sesión. Esto, es cuestión de
formas. Sobre todo, de oficio político.
Lo menos peor, que se puede decir
de esto, es que los colaboradores del alcalde, muchos de ellos, aún están en el
proceso de aprendizaje, pero a seis meses de haber iniciado la gestión del XXI
Ayuntamiento, es mucho más que eso. Al paso que van, ni en los tres años de la
gestión, alcanzarán a aprender, sus respectivas funciones.
Algo sumamente delicado, pues aunque
se imponga el mayoriteo, queda un pésimo sabor de boca, cuando no hay una
justificación plena y se generan las dudas y sospechas.
En breve, el Cabildo deberá
deliberar sobre temas tan delicados como la posible renegociación de la deuda o
temas controvertidos como son casi todos los asuntos heredados de la
administración de Carlos Bustamante, tales como el absurdo arrendamiento de las
luminarias, o la leonina contratación de las videocámaras para las multas
electrónicas.
Sobre todo, la aparente intención
de solapar o encubrir las presuntas irregularidades del XX Ayuntamiento. Se
requiere oficio político, además de experiencia y capacidad, para actuar con
contundencia y claridad. Tarea casi imposible, para simples aprendices
políticos. Es grave, incurrir en irregularidades, por dolo o mala fe. Pero no
menos grave, cuando se hace por simple desconocimiento, torpeza o falta de
oficio político.
No hay comentarios:
Publicar un comentario