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jueves, 7 de febrero de 2013

Existe una comunidad de pescadores cuya característica común es la pobreza que cada día les abate más.


 

"Si la justicia existe, tiene que ser para todos; nadie puede quedar excluido, de lo contrario ya no sería justicia."
     Paul  Auster
 Viene este tema a colación  y a propósito de la nota que dan cuenta hoy,  los diversos medios de la localidad, sobre el decomiso de 400  kilos de totoaba   y la  detención de los pescadores por parte de las autoridades, este hecho se suma a otros muchos decomisos de nuestras autoridades,  que sin embargo no desaniman a los pescadores a buscar su captura y comercialización, sobre todo por la demanda  del buche de este  cetáceo  en el mercado oriental, lo que le da un muy alto valor en el mercado negro.
Sin embargo  este aparente acto de aplicación de justicia,  no puede ser visto solo del lado “ambientalista” por así calificarlo, porque del otro extremo de esta  acción de la justicia existe una comunidad  de  pescadores cuya característica común  es la pobreza que cada día les abate más por la terrible circunstancia de estarles excluyendo cada vez de manera más estricta,  en la pesca ribereña pues las zonas en las que tradicionalmente solían pescar hoy les son prohibidas para sus embarcaciones de trabajo,  todo en nombre de la protección de especies protegidas como la Totoaba, la vaquita marina y las diversas especies de tortugas marinas que ahí habitan, además de las especies que se manejan  en etapas de veda como el camarón y la curvina golfina.
Y esta acción protectora de las autoridades sin duda que es correcta en cuanto al adecuado manejo de nuestras especies, pero como decíamos al principio no hay justicia si no se considera el daño que por otro lado causa a nuestra ya muy endeble  “especie  de pescadores ribereños”.
El ambientalista tiene una muy clara visión de su objetivo, salvar especies en peligro de extinción, por lo que centran todos sus esfuerzos para lograrlo y eso es plausible,  pero lamentablemente no sucede lo mismo con quien legítimamente pesca para vivir, ya que ese no es de su especial interés.
 Es verdad que a los pescadores ribereños  se les ha apoyado para reconvertirse en prestadores de servicios turísticos, o en pequeños comerciantes, buscando que se aparten  de una actividad que le es inherente por sus raíces con la vida marítima, sin embargo no han tenido éxito  por  ser esfuerzos poco coordinados y sin ningún plan general de reconversión de la región.  Es así como encontramos a pescadores con cuartos para renta,  o con pequeños restaurantes y cafeterías pero sin ningún plan que atraiga el necesario flujo de gente  para que detone el Puerto como zona turística, ni que decir de algún proyecto de mejora de la infraestructura turística. Pareciera más bien que la intención es que pierdan sus permisos de pesca, sin importar su bienestar.
Es claro que la pesca tradicional está siendo explotada al máximo en la mayoría de las especies, por lo que ya no hay mucho campo para crecer, siendo la acuacultura y la maricultura las únicas vías que se tienen para un desarrollo equilibrado y sustentable de nuestras especies marítimas. Luego entonces, porque nuestros gobernantes no demuestran la misma preocupación para salvar la vaquita marina o la totoaba  para  salvar a nuestros pescadores ribereños, dándoles la alternativa de integrarse a la práctica de la acuacultura,  después de todo si partes de la totoaba  es altamente requerida, pues hagámosla  un negocio licito para beneficio de nuestros  pescadores,  a través del cultivo ordenado y sustentable  de esta y otras especies.
No debemos perder  de cuenta que  se estima  que  la Acuacultura producirá en 10 años el 45% de lo   que se produce actualmente en la pesca tradicional, es decir, alrededor de un millón de toneladas, en un esquema mucho más rentable, según lo expresado por Raúl Romo, Director del Instituto Nacional de Pesca y Acuacultura.
Los Grupos Ambientalistas han sostenido largas y costosas luchas por salvar a las especies marinas del Golfo de California, lo que es muy loable, ellos pueden jactarse de que se está haciendo justicia a estas endebles especies, ahora toca a nuestros gobernantes  apoyar  de manera decisiva  a los pescadores ribereños, porque si estos  desaparecen  o  siguen siendo  incesantemente perseguidos y castigados por algo que desde sus antepasados han realizado, entonces esto no es justicia, porque esta  tiene que ser para todos, de lo contrario ya no será justicia, como bien dicePaul  Auster. 


Dip. Nancy Gpe. Sánchez  Arredondo 

 

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