Por
: Gilberto LAVENANT
En el box, cuando uno de
los contendientes ya está prácticamente aniquilado. Cuando el “nocaut” técnico
ya es más que evidente” y su rival le pega “hasta por debajo de la lengua”, sus
asistentes, tratando de evitar que siga siendo castigado, en tanto que el
referi ni cuenta se da de ello, suelen tirar la toalla al centro del ring, como
señal de que reclaman la suspensión inmediata de la pelea.
A veces, el boxeador,
ante tal hecho, aparenta molestarse y hace como que pretende continuar peleando.
La verdad, en la mayoría de los casos es solamente una actitud en defensa de su
dignidad, para dejar constancia que, por su parte, hubiese continuado peleando.
La verdad, dentro de sí mismos, dan gracias, porque les salvaron la vida.
Pues deben saber, que
varios de los contendientes del actual proceso electoral, que hacen su primera
incursión en la política, debutando como candidatos a diputados federales, están
más que arrepentido, de haberse dejado seducir, al grado de que quisieran “tirar
la toalla”. Cuentan, que hasta la boxeadora Jacky Nava, se ha visto en esa
situación.
Parece absurdo, en el
caso de la pugilista y hasta sería penoso para ella, que lo que no hizo sobre
el ring, ahora lo llegara a hacer en el terreno de la política. Muy en sus
adentros, Jacky ha tenido que reconocer, que no es lo mismo fajarse con otra
peleadora, que adoptar el papel de mujer política y recorrer calles de
colonias, escuchando reclamos, peticiones e incluso protestas, sin tener una
respuesta clara y efectiva a la mano.
Pero el caso de Jaqueline
Nava Mouett, no es el único. También otras candidatas y candidatos, casi están
a punto de “tirar la toalla”. Casi están por hacer “debut y despedida” en política.
Apenas a unos días de actividades de proselitismo, han sufrido en carne propia
el repudio de la ciudadanía en general
hacia los políticos.
En algunos casos, hasta
les han cerrado las puertas en la nariz. Han tenido que hacer “de tripas corazón”
para convencer a los molestos electores, que ellos no son políticos, sino
ciudadanos, que aceptaron ser candidatos, para tratar de cambiar la política. Hasta
les juran que ellos también repudian a los políticos.
Seguramente, muchos
ciudadanos les han de haber dicho en su cara, aquello de : “dime con quien
andas y te diré quien eres” o lo de : “quien con lobos anda, a aullar se enseña”.
Después de cada jornada diaria, han de rezar unos 100 “padre nuestro” y otros
tantos “ave maría”. Cuando termine la campaña, van a tener que darse una “limpia”,
para eliminar las malas vibras.
En más de dos casos, de
estos novatos de la política, tendrán que acudir en busca de ayuda profesional,
para superar el stress y eliminar esa carga de culpa, generada por andar
disfrazados de políticos, los individuos más detestables, socialmente hablando.
Pero no solamente es el
trato casi desagradable e incómodo con los electores, lo que está pesando en
algunas candidatas y candidatos a diputados federales. Diríamos que eso es lo
menor peor. Más que eso, ha sido el decepcionante y casi repugnante trato o
relación con verdaderos políticos. Con esos que prácticamente apestan. Que son
mentirosos y no pueden creerles “ni el bendito”, como dicen por ahí.
Y es que, prácticamente
los engatuzaron. Les hicieron creer que todo iba a ser relativamente fácil. Que
como ciudadanos, no serían rechazados por los electores, pues precisamente el
clamor popular es que ya no quieren saber nada de políticos. Que quieren
ciudadanos.
El caso es que “se las pintaron
tan bonita”, que “cayeron redonditos”. Hasta se imaginaron sentados en una cómoda
curul, participando en la toma de decisiones importantes. Se miraban enfrentando
o reclamando, en vivo y a todo color, al Presidente Peña Nieto y a funcionarios
públicos de primer nivel. El cuento de Blancanieves, les hubiese parecido más
realista.
Como dicen, “del dicho al
hecho, hay mucho trecho”. Los dirigentes de los partidos, estaban preocupados,
solamente por rellenar espacios, para tener candidatos en todos los distritos
electorales. Para reunir el número de votos, requeridos para no perder el registro.
Al menos el 3% de la votación general.
Y es que, para ellos, eso
sería una catástrofe. Sin registro, dejarían de recibir las prerrogativas, que
implican muchos millones de pesos. Más de mil millones el PRI y PAN. Al menos
unos 120 millones los partidos pequeños, PT, Humanista, Movimiento Ciudadano,
Morena.
Imaginen el tamaño del
interés de los políticos. El proceso electoral de este año, tendrá un costo de
21 mil 786 millones de pesos, de los cuales, los partidos políticos recibirán
un total de 5 mil 355 millones. No cabe duda : “de la vista, nace el amor”.
Entonces, surge la
verdadera razón del malestar y decepción de candidatas y candidatos. Que no obstante
las enormes cantidades de dinero que recibirán los partidos políticos, a la
mayoría de los candidatos, no les dieron ni un solo peso. La mayoría continúan,
alentados por el simple orgullo.
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