PALCO DE PRENSA
Por
: Gilberto LAVENANT
Respecto al mundo de la corrupción, la voz popular emite algunas
expresiones, un tanto chuscas, pero que evidencian, que los moches y
extorsiones, son algo común, de la vida cotidiana.
Por ejemplo, se dice que cuando alguien presenta un documento a trámite,
el responsable de atenderlo, toma el papel y lo observa, luego lo voltea,
supuestamente para verlo por un lado, después por el otro, y cuestiona al
solicitante : ¿con qué ojos?
También se dice : “No veo claro”.
En cambio, cuando al documento se le agrega un billete –la denominación
depende de la importancia del trámite a realizar- la respuesta es amable, gentil,
atenta, cordial, zalamera : “No se preocupe, de inmediato le daremos curso, estamos
para servirle”.
Obviamente, estas son suposiciones que surgen de las experiencias vivídas.
También ocurre, porque hay personas que son enemigas de andar ofreciendo
propinas o de acceder a chantajes, que cuando acuden a una dependencia pública
a realizar algún trámite, el encargado les hace ver su suerte. Les exige, en
tono seco, ausente de amabilidad, que deben cumplir con todos y cada uno de los
requisitos exigidos, sin excepción alguna. A veces hasta les agregan requisitos
inexistentes.
Por el contrario, cuando el solicitante llega con una sonrisa y, sobre
todo, con una generosa gratificación, los requisitos salen sobrando. El funcionario
o empleado público, actua cual si hubiese sido afectado por “amor a primera
vista”, a tal grado que “ciego de amor”, hasta lo imposible lo hace posible,
con tal de quedar bien, con quien le ha “conquistado”, “a primera vista”.
Luego, cuando surgen los problemas, por haberse realizado algún trámite,
al margen de la ley, cuando vienen las protestas de los afectados, resulta que
las autoridades encargadas de la tramitología, se hacen las sorprendidas y
juran que no saben cómo es que se dió tal o cual autorización.
Eso es lo que está pasando, con el caso del expendio de gasolina que se
construye en la zona central de Tijuana, sobre la Calle Cuarta, entre Negrete y
Madero, precisamente a unos metros de la Escuela Alba Roja, una institución emblemática
de la ciudad.
A mediados de la semana, las autoridades municipales acudieron a
clausurar la construcción, porque, al parecer, súbitamente se percataron de su
existencia. Pero esto ocurrió, porque maestros, padres de familia y alumnos, de
las escuelas que conforman ese núcleo escolar, exigieron que se frenaran, por
representar un serio riesgo para todos ellos.
El problema es que, nadie puede explicar con claridad, cómo es que la empresa
Adjasa, S.A. de C.V., representada por el empresario Gerardo Alvarez, logró
librar toda la tramitología, sin tropiezos.
Bueno, dicen que en el 2010, el XX Ayuntamiento negó los permisos de uso
de suelo, y que el XXI lo otorgó en el 2014, pues el empresario presentó uma
resolución del Tribunal de lo Contencioso Administrativo.
Que no salgan con argucias legaloides o triquiñuelas. Es bien sabido que
para brincar requisitos legales, la parte oficial vicia el procedimiento, de
tal forma que dan lugar al uso de recursos especiales, que dan visos de
legalidad al asunto.
Que se revise meticulosamente el procedimiento, en este caso concreto, y
se finquen responsabilidades a quienes hayan hecho trampa, deliberadamente,
precisamente para que en base a tecnicismos dicha empresa haya logrado algún fallo
protector.
Podrá alguien decir, que no pasa nada, que es casi imposible que ocurra
una tragedia o algún percance. En Hermosillo, Sonora, ocurrió una tragedia
dantesca, que acabó con la vida de niños inocentes, cuando los propietarios de
un jardín escolar, no se percataron, o en todo caso nada hicieron, para
prevenir lo ocurrido, por la existencia de edificaciones contiguas, manejadas
tan negligentemente.
La negeligencia, es amiga de las tragedias. Lo mismo se puede decir de
la ambición y el lucro, que son propicias para la corrupción y que provocan “ceguera”
en las autoridades responsables. Tal parece que en este caso, la tramitología se
cubrió “a ciegas”, o sea, le dieron trámite, sin ponerle peros o brincando los
requisitos, por las generosas gratificaciones.
Lamentablemente, todo indica que este no es el único caso. En mayo del
presente año, Alejandro Borja Robles, Presidente de la Asociación de
Propietarios de Estaciones de Gasolina, dijo que se estaban construyendo diversas
estaciones irregulares y que pretendían entrevistar al Alcalde Jorge Astiazarán,
para solicitarle suspendieran a las que no cumplían los requisitos. No se supo si
se hizo la petición, pero no hubo respuesta.
En días pasados, insistió en el tema. Señaló que el 40% de los permisos
de uso de suelo, para gasolineras, otorgadas por el gobierno local del 2010 a
la fecha, no cumplen con los reglamentos estatales y municipales, en especial
el que deben estar ubicadas a más de 50 metros de distancia de una escuela o
iglesia.
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