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sábado, 3 de mayo de 2014

Palco de Prensa: La nomenclatura.


                                         Por : Gilberto LAVENANT

Uno de los problemas urbanísticos, más serios, de la ciudad de Tijuana, es el de la nomenclatura. El desorden, en cuanto a los nombres de los asentamientos humanos, vialidades y números de casas y establecimientos comerciales o industriales. Ni siquiera los residentes de una determinada zona, conocen los nombres de las calles sobre las que se ubican sus viviendas o empresas, o las colindancias.

En principio, podría decirse que esto es producto o reflejo del anárquico desarrollo urbano de esta ciudad y la negligencia de las autoridades correspondientes, que permitieron la creación de asentamientos humanos, regulares e irregulares, sin establecer un orden. La mayoría se crearon, al capricho de cada quien, como áreas aisladas o privadas, unas de otras, de forma tal que se dificulta la circulación vial y en su mayor parte se conduce hacia las principales vialidades. Por eso el caos vehicular.

La traza urbana, es como un rompecabezas. En base a parches o pegóstes, según se fueron desarrollando. En su mayoría, la estructura fue una vialidad principal, que sirvió de acceso y se convirtió en el único punto de salida o desfogue. Los gobernantes nunca exigieron que se acoplaran o ensamblaran, con los desarrollos urbanos colindantes o más antiguos.

Y lo mismo pasó con la numeración de cada vivienda. Cada quien le asignó el número que se le antojó, en muchos casos a partir del número de lote y de manzana. Hoy en día, ni los nativos, ni los viejos residentes de Tijuana, saben ubicar una dirección determinada. Con mayor razón los visitantes o los de arribo reciente.

Bastante “ayudaron” los políticos y gobernantes, al no dar la importancia debida a este tema, ni mostrar intención alguna de poner orden. En especial, porque fueron complacientes o tolerantes a caprichos o compromisos personales, de quienes buscaron lucimiento, asignando nombres de determinados personajes a vialidades o sitios públicos. Situación que se sigue dando, hasta la fecha.

Se supone, que existe un Consejo de Nomenclatura, precisamente responsable de este tema. Se dice que el de Tijuana, fue creado por acuerdo de Cabildo, en sesión ordinaria del 21 de agosto del 2000, publicado en el Periódico Oficial del Estado de ese mismo año. Actualmente, no se sabe quienes lo integran, ni mucho menos si es que  funciona.

En el reglamento correspondiente, se indica que sus funciones son, entre otras, procurar que las calles, avenidas, calzadas, diagonales, cerradas, retornos, parques, jardínes y nuevos asentamientos humanos, lleven los nombres adecuados para su fácil identificación y localización, pudiendo ser numérica o alfabética, o mediante los nombres de personas, que por sus virtudes cívicas, o por los servicios prestados a la colectividad, al municipio, al Estado, a la Patria o a la humanidad, merezcan el reconocimiento público.

De igual forma se pueden utilizar hechos o acontecimientos de significación cívica o patriótica, pero siempre tratando de evitar duplicaciones en las denominaciones, así como la anarquía en la numeración, para impedir la confusión que ello provoca.

También tiene la función de promover la fijación de placas y otros medios de identificación de las vialidades o de cualquier lugar público, vigilar el adecuado uso de la numeración de predios, casas y edificios. Estudiar la problemática respecto de la duplicidad de números. Actualmente, la Dirección de Catastro asigna números oficiales, para los domicilios.

El reglamento del Consejo de Nomenclatura, establece un procedimiento para la asignación de nombres y números para vialidades y lugares públicos. Los avecindados de determinada zona, grupos o asociaciones debidamente constituidos, podrán presentar propuestas, precisando que se trata de un personaje distinguido.

Este, es un tema sumamente interesante. Mucho más de lo que se pudiese imaginar. Cuando se crea una nueva vialidad, por ejemplo, resulta difícil identificarla por su denominación, de principio a fin. Una misma vialidad, llega a tener, por tramos, denominaciones diversas. La tradicional vialidad, que comunica desde el centro de la ciudad, hasta el vaso de La Presa Abelardo L. Rodríguez, tiene diversas denominaciones. Avenida Revolución, Boulevard Agua Caliente, Boulevard Salinas, Boulevard Díaz Ordaz, Carretera libre a La presa.    

Lo peor, es cuando los políticos o gobernantes en turno, por mero capricho o compromiso, un día deciden cambiar el nombre de la vialidad. Parece algo sencillo, pero todas las empresas, principalmente, ubicadas sobre la misma, sufren severos efectos. Batallan para precisar o aclarar a sus clientes  el nuevo domicilio, requieren elaborar nueva papelería y hacer cambios en su identificación fiscal, así como ante las empresas prestadoras de servicios públicos o privados. Todo, por un simple capricho.

En julio del 2012, el entonces alcalde de Tijuana, Carlos Bustamante Anchondo, “revivió” el Consejo de Nomenclatura Municipal. Pero su interés no era tanto para acabar con el desorden existente, en tanto que presumía que el suyo era un “gobierno de orden”.  No, preparaba todo, para cumplir caprichos o compromisos personales. Al Boulevard Fundadores, le asignó el nombre de su exsuegro, Dr. Gustavo Aubanel Vallejo, y a la Vía Rápida Oriente, le asignó el nombre de su padre, Alfonso Bustamante Labastida.

Hace unos días, el Cabildo del XXI Ayuntamiento, que encabeza Jorge Astiazarán Orcí, decidió cambiar el nombre a la Calle Gustavo León, de la Colonia Aviación, para asignarle el de Luis González Espinoza. No explicaron, las razones por las que se hacía el cambio, ni se discutió quien tenía mayores méritos para que esa calle lleve su nombre. Don Luis, fue padre de los empresarios Ricardo y Arturo González Cruz. Don Gustavo, un destacado militar, piloto aviador, de inicios del siglo pasado.

No se trata de regatear méritos a nadie, sino exhortar a los gobernantes, que dejen de cumplir caprichos o compromisos, en el tema de la nomenclatura. Quienes tienen su domicilio en dichas vialidades, seguramente no están dándoles las gracias. Por el contrario.

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