Por : Gilberto LAVENANT
Los constantes humdimientos en tramos de vialidades “beneficiadas” por el PIRE, está generando no solamente múltiples molestias y erogaciones, sino un enorme sospechosísmo.
De acuerdo con los técnicos, las causas de tales desplomes, se deben a los indigentes que viven en el subsuelo y encienden fogatas.
Incluso, aseveran que no se trata de fallas técnicasde la obra. Las fallas son de los humanos, que tuvieron a su cargo las obras del PIRE.
También fallaron, los humanos a cargo del cuidado de la canalización, concretamente los de la Comisión Nacional del Agua, que de manera negligente nunca se preocuparon por evitar los asentamientos de indigentes, no solamente sobre las lozetas de concreto, sino en el interior de los pluviales, presunta causa de los daños que ahora se lamentan.
No hace mucho que se hicieron las obras del PIRE. Un poco más atrás las de la canalización. Aún es tiempo de realizar un estudio sobre la calidad de las mismas.
Esta semana, en declaraciones atribuidas a Roberto Sánchez Martínez, titular de la Secretaría e Desarrollo Urbano Municipal, indican que, se han detectado 26 puntos de riesgos de hundimiento en las vialidades coocidas como vías rápidas.
Y además de los riesgos que representan para los automovilistas, el costo de reparación es enorme. Un colapso, registrado a fines de mayo en la Vía Rápida Oriente, bajo el Puente Simón Bolivar, tuvo un costo de 2 milones de pesos, repararlo.
En Julio, otro hundimiento, en esa misma vía, frente a la altura de la Clínica 1 del IMSS, su reparación implicará erogar un millón 200 mil pesos.
Esta semana, se registró otra falla en la misma vía, con un costo similar.
No es posible creer, que no haya sido posible preveer tales fallas, cuando se realizaban dichas obras. Por algo dicen que más vale prevenir, que lamentar.
Aunque está visto, que tratándose de obras públicas, hay una ausencia casi total de supervisión. Casi siempre, la calidad de los materiales y la eficiencia de las obras, salen sobrando.
Las obras públicas, generalmente, se hacen a troche y moche. Lo que importa es realizarlas en el menor tiempo posible, para que los compas beneficiados con las mismas, capten las utilidades lo más pronto posible.
Es absurdo, que uno de los grandes valores de Tijuana, el cauce del Río, haya sido malbaratado, en beneficio de unos cuantos y deteriorado con obras que hoy se cuestionan por las constantes fallas.
Fue grandiosa la transformación. Asentamientos humanos irregulares. Enormes “deshuesadero” de automóviles. Si es cierto, todo eso prácticamente desapareció, pero los depredadores humanos hicieron de las suyas.
Sería sumamente interesante, hacer un “Libro Rojo del Río Tijuana”, a partir de la creación de Produtsa. Los políticos que tuvieron a su cargo el manejo de la misma, en especial la venta de terrenos valiosísimos, hoy en manos de especuladores sin escrúpulos. Seguramente los “detalles” del PIRE, parecerían poca cosa.
Por el momento, urge un estudio serio, detallado, sobre la calidad y resistencia de las obras de las vías rápidas. ¿Cuántas fallas más, habrán de registrarse? ¿Cuánto costará la reparación de las mismas? ¿Cuántas de dichas posibles fallas, podrían evitarse? ¿Qué se puede hacer, para evitar más colapsos?
Las autoridades competentes, se refieren a estas fallas, como algo natural, imprevisible. Los automovilistas, que se aguanten. La naturaleza no obedece ley alguna.
Si le escarban a este tema, no solamente van a encontrar grupos de indigentes viviendo como topos en el subsuelo. Tal ves descubran, que grandes y maravilosas obras, como las del PIRE, se realizaron sin registro alguno.
Bueno, tal parece que esto pasó con el estacionamiento subterráneo, construido a un costado del edificio del Palacio Municipal. Se dice, que las constancias técnicas y administrativas, se hicieron de humo. De eso no habla el flamante diputado federal electo, el panista Jorge Ramos Hernández. Esta, es otra cara de la corrupción.
¿Cuántas edificaciones de esta ciudad, carecen de antecedentes técnicos y administrativos? Sin duda alguna, son muchas.
Los desplomes en las llamadas vías rápidas, en la canalización del Río Tijuana, solamente son una mínima parte del fenómeno de la corrupción, que se desenvuelve libremente en torno al tema de las obras públicas.
Esto es como un embrollo. Nadie le estira al hilito, porque podría incomodar a muchos. Se observaría, que no son poco los involucrados. Los ganones.
En situaciones como esta, es cuando cabe recordar aquello de que “tanto peca, el que mata la vaca, como el que le agarra la pata” o bien aquello de “a río revuelto, ganancia de pescadores”.
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