QPBC. Sin duda alguna, un
principio básico o elemental, para que salgan bien las cosas, es el optimismo.
Aquel que participa, pensando que va a perder, casi es seguro que perderá.
Sin embargo, si bien
es cierto que es recomendable ser siempre optimista, no hay que exagerar.
Lo vemos en el actual
proceso electoral. De 12 aspirantes a la alcaldía de Tijuana, todos se presumen
ganadores. Si solamente uno de ellos será electo, esto significa que los 11
restantes, son mentirosos.
El optimismo no debe
llevar a nadie a la exageración, pues, tarde que temprano, se sabrá la verdad.
Lo más recomendable
es la honestidad, la sensatez. Ser optimista, pero estar siempre consciente de
la realidad.
No es cierto eso de
que repetir una mentira, mil veces, termina convirtiéndose en verdad.
Varios de los
aspirantes, empezaron mal, pues se engañaron a sí mismos, al considerar que
tenían elementos suficientes para ganar.
Para empezar, saben
poco o nada de política. Casi nadie los conoce. Podría decirse que son unos
completos desconocidos.
Son conocidos, en
grupos sumamente reducidos, pero no lo suficiente para que sean identificados
cuando se trata de una contienda pública.
El problema básico,
de todo aquel que tiene aspiraciones políticas, es que primeramente debe
dedicar tiempo a realizar labores sociales. Orientar a grupos sociales.
Asesorarlos. Encabezarlos.
Hay quienes, se
confunden. Piensan o suponen, que su actividad cotidiana en los medios de
comunicación, los locutores, por ejemplo, es suficiente. Pero esto no es
cierto.
No es lo mismo dar
opiniones a “vuelo de pájaro” que tomar un problema y encausarlo, hasta lograr
una solución favorable.
Tal vez si después de
los horarios de micrófono, personalmente atienden a los quejosos, los escuchan,
los orientan e incluso los acompañan a hacer las gestiones correspondientes.
Tal vez.
Hay individuos que,
acostumbrados a hablar frente al micrófono o frente a la cámara de televisión,
son bravos para hablar. Pero son desconocedores de trámites o procedimientos, y
lo único que hacen es criticar “a vuelo de pájaro” y crean confusión o
desorientan a quienes les escuchan.
Esos personajes, es
común que sean seducidos por la invitación de dirigentes partidistas, quienes
les ofrecen alguna candidatura, diciéndoles que son excelentes prospectos,
atribuyéndoles virtudes inexistentes.
Para los dirigentes
partidistas, es más fácil “enganchar” a uno de esos personajes, que preparar
cuadros, o sea capacitar elementos propios del partido.
Al final de cuentas,
lo que buscan las dirigencias partidistas, no es precisamente que sus
candidatos triunfen en las elecciones, sino que les permitan obtener al menos
el 3% de votos que requieren, para conservar su registro. Y con ello, sus
prerrogativas. Bueno, también las regidurías o diputaciones plurinominales, que
implican ingresos y poder político, para ellos.
La función de las
dirigencias partidistas. Es alimentar el ego de sus candidatos, haciéndoles
creer que efectivamente son populares y que tienen posibilidades de triunfar en
los comicios. Aunque sea a base de mentiras. Hay muchas maneras, para ello.
Las más comúnes, las
encuestas “a modo”. Cuya regla es que “el que paga gana”. O falsas encuestas,
nunca realizadas, “conocidas” solamente por las dirigencias partidistas.
Para ellos, es
cómodo, además de recomendable, presumirse tiunfadores. Unos, a sabiendas de
que es falso. Otros porque así se los han hecho creer.
Sin embargo, la
realidad es deprimente. Lo que puede constatarse con los resultados de las dos
recientes encuestas de Lauro Ortiz y su Pural.mx, en las que los llamados
independientes y los candidatos de los partidos emergentes, por utilizar una
expresión futbolística, están “en el sótano”.
En unos días se
conocerá la realidad. En la encuesta definitiva del próximo domingo 5 de junio.
Solamente habrá un triunfador. No tantos, como hasta ahora.