Por
: Gilberto LAVENANT
Un tema, aparentemente
intrascendente, el de la Ciclovía, en Tijuana, está generando controversias y
poniendo de manifiesto el desorden oficial.
Para algunas personas,
esto es producto de simples ocurrencias. Para otras, no se justifica el gasto y
mucho menos la desorganización o desorden.
Sin decir “agua va”,
cuadrillos de trabajadores, empezaron a “sembrar” cuadros de concreto, para
separar el primer carril de algunas vialidades, que supuestamente será destinado
a la circulación de bicicletas.
Pero nadie habló previamente
del proyecto. Se aplicó la estrategia de Pancho Villa, aquella de “primero
maten, después viriguen”.
La comunidad empezó
apercatarse del surgimiento de la Ciclovía, por las llamadas de protesta,
malestar y sorpresa, de quienes observaron que estaban colocando los cuadros de
cemento. No sabían, de qué se trataba, precisamente porque nadie anunció el
proyecto.
Ya no solamente habría
baches en las vialidades de Tijuana, sino también cuadros de cemento. Como para
una “carrera de obstáculos”. Nadie imaginaba, que había la intención de crear
una Ciclovía.
Resultaba extraño, pues,
que se sepa, nadie recuerda que haya habido una petición especial para ello. Es
más, si se hubiese presentado o planteado, una solicitud al respecto,
seguramente la habrían desechado.
Sabido es que los
gobernantes, no hacen lo que los ciudadanos reclaman, sino lo que a ellos se les
ocurre, les parece llamativo o simplemente novedoso.
Durante la administración
del exalcalde panista, Jesús González Reyes, se trazó una ruta troncal,
sembrando boyas de metal, de gran tamaño, que dificultaban la circulación vehicular.
Pero ahora, los cuadros de cemento, rebasaron la imaginación. Como dirían los jóvenes,
ahora sí “se pasaron”.
El asunto de la Ciclovía,
es un verdadero desorden. No solamente porque se “siembra” obstáculos de gran
tamaño, dentro de los carriles de circulación, para destinar uno para la circulación
de bicicletas, con lo cual obligan a los automovilistas a utilizar el segundo
carril, como área de estacionamiento, para accesar a sus domicilios o a algún
establecimiento comercial. Prácticamente se reducen dos carriles de circulación.
No es, propiamente dicho,
una necesidad. Quienes practican el ciclismo, como deporte, como paseo o
recreación, no se plantaron en lugar céntrico, exigiendo la Ciclovía, y en
respuesta a tales reclamos, es que se está realizando este proyecto.
Las autoridades
municipales, tratando de atajar las críticas, y hasta burlas, han dado la cara para
tratar de explicar el origen del proyecto y las finalidades. Dicen que fue algo
heredado, que fue idea de la anterior administración, que no es mucho dinero el
que se destinará y que son recursos aportados por el Pronaped, Programa Nacional
de Prevención del Delito.
El caso es que confirman
el desorden. Si el proyecto se heredó, de la anterior administración, antes de
empezar a “sembrar” obstáculos en medio de las vialidades, pudieron haber
desarrollado un programa de difusión, para dar a conocer lo que se pretendía
realizar.
Actuaron al revés. Se dedicaron
a hacer las cosas, sin anuncio previo. Como quien, de pronto, decide hacer
arreglos en su casa. Siendo de su propiedad, no necesita comunicarlo a los
vecinos. Si acaso, obtener la aprobación del gobierno, en los casos en que así
sea necesario.
Tratándose de ideas o
propuestas, de carácter público, o sea que afecten o beneficien a la comunidad,
debe consultarse a expertos en la materia, plasmarlo en un proyecto y darlo a
conocer a la comunidad. De haberse hecho así, se hubieran evitado los reclamos,
señalamientos y molestias.
Surgen las
preocupaciones, al observar que algo, aparentemente tan simple, se haga al revés.
Primero el “sembrado” de cuadros de cemento y, cuando surgen los señalamientos,
tratar de dar explicaciones o justificaciones.
En especial, más que por
las molestias y problemas que generará la Ciclovía, porque en breve se iniciarán
obras de reacondicionamiento de las calles Novena y Décima, como parte del
proyecto de la Ruta Troncal. Los comerciantes ubicados sobre esas vialidades,
tienen temor fundado, de que las obras se prolonguen durante varios meses, como
ocurrió en la Calle Segunda.
Independientemente de los
imprevistos, debe preveerse, que el que el gobierno municipal tenga recursos
para realizar determinada obra, no significa que también instituciones
federales o estatales, involucradas en la realización de dicho proyecto, también
dispongan de lo necesario, para ello.
Son varios los factores
que intervienen en la realización de obras que, directa o indirectamente, atañen
a instituciones de gobierno de los tres niveles. El primero de ellos, es el
aspecto partidista. Si el proyecto es del gobierno municipal, quizás el
estatal, o incluso el federal, harán lo que esté de su parte, para hacerlo
quedar mal. Actuar con lentitud o pereza, deliberadamente. Además, desfasamiento
presupuestal y descoordinación operativa.
En este asunto, además de
dichos factores, evidentemente es un
caso de desorden oficial.
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