Por: Gerardo Fragoso M.
Radicales y facciosos, algunos personajes se han rasgado las
vestiduras, tomando el crucifijo en una mano y agua bendita en la otra, para
exorcizar a la política bajacaliforniana del "mal" que representan el
pacto y la negociación.
Probablemente porque sus intereses, en particular los
económicos, se están viendo afectados, dichos heraldos determinaron poner, otra
vez, el grito en el cielo, al observar una nueva charla entre los que, según
ellos, debieran ser rivales irreconciliables.
"Divide y vencerás", decía Nicolás Maquiavelo. Y
sus más fieles seguidores locales han libado de esa máxima por años. Entonces,
al acabarse la división y observar, con azoro, que empieza la suma, cancha en
la que ellos no saben jugar, recurren a la triple 'D': Diatriba, denuesto y
descalificación, sazonada, of course, con algunos adjetivos.
La semana pasada, en este mismo espacio (columna
"Negociaciones y fantasmas"), platicamos de la reunión que habían
sostenido los priistas René Adrián Mendívil Acosta, Mario Desiderio Madrigal
Magaña, Carlos Barboza Castillo, Carlos Enrique Jiménez Ruiz y Andrés Garza
Chávez, con el panista Salvador Morales Riubí, secretario particular del
gobernador, Francisco Arturo Vega De Lamadrid.
Ahora, la urticaria se ha presentado en ciertos personajes,
por la que tuvieron Mendívil, Magaña, Barboza, Jiménez y Garza, acompañados por
Alberto Murguía Orozco, Juana Laura Pérez Floriano y Fausto Gallardo García.
Dicen que Mendívil cometió una "traición".
¿Traición a quién?, pregunta este columnista.
Al contrario. Excelente noticia es que Mendívil se reúna con
todos ellos. Madrigal, Barboza, Jiménez, Garza y Pérez pueden tener el membrete
dehankistas, pero antes que nada son priistas y, que yo sepa, Mendívil también
lo es.
Gallardo, por su parte, es miembro de un partido, el PVEM,
que fue aliado con el PRI en las pasadas elecciones y, además, coordinador
parlamentario en la 21 legislatura, al igual que Mendívil.
Si todos los priistas están conversando, negociando y
tejiendo acuerdos, si están unidos, es la mejor noticia que puede haber para
Baja California.
¿Por qué? Porque un estado, por salud política, mental y
operativa, requiere partidos unidos, fuertes, precisa menos "grilla"
y más concordancia.
Ya lo vimos en el Pacto por México. Se sacaron adelante
reformas que llevaban, mínimo, 15 años atoradas en el poder Legislativo
federal. El cariz de esas enmiendas es tema de otra discusión, pero se logró
avanzar en algo que llevaba mucho tiempo empantanado.
Entonces, que el PRI en Baja California se vuelva a unir es
bueno para el tricolor, para sus militantes y para los ciudadanos.
El PAN tendrá un rival de mayor altura, las campañas serán
de más alto nivel, habrá mejores candidatos. ¡Qué bueno que los priistas dejen
de ser facciones para ser, simplemente, personas con puntos de vista distintos
que pueden tejer acuerdos!
Si algunos quieren ver divisiones, porque les resulta más
redituable, ese es otro boleto. Pero lo que el estado necesita son acuerdos, no
grillas.
Y si los priistas pactan entre ellos para unificarse, con el
PVEM para fortalecerse, y con el PAN para obtener posiciones, eso no es
traición, es política.
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