“Can the
child within my heart rise above?
Can I sail
through the changing' ocean tides?
Can I
handle the seasons of my life?
Well, I've
been afraid of changing'
'Cause I've
built my life around you
But time
makes you bolder
Even
children get older
And I'm
getting older, too”
(Fragmento de "Landslide" por Stevie Nicks
interpretada por Fleetwood Mac).
A estas aturas, 17 días después del aumento oficial a los
precios de la gasolina – el así llamado gasolinazo- los efectos ya se están dejando sentir de
manera directa e indirecta. La primera es visible cada vez que llenamos el
tanque de nuestro carro o cuando nos subimos al transporte público y nos
topamos que el costo del boleto ha subido. La manera indirecta es más sutil y
se presenta en el aumento a los precios de las mercancías que adquirimos – un
aguachile verde, un kilo de tortillas, un pantalón, todo- porque los
productores de bienes y servicios muy probablemente “trasladarán a los consumidores”
los incrementos en sus costos variables que incluyen el pago adicional del
combustible.
Pero ¿se podía esperar que sucediera algo distinto que
inflación de los precios de productos y servicios que los mexicanos pagan, usen
o no vehículo? Pues no, era inevitable que un aumento en la gasolina no
condujera a un aumento del costo de vida y posiblemente a un menor nivel de
bienestar. El gobierno Mexicano ha apostado a que los precios no suban de
manera exorbitante y ha intentado controlar la inflación para que el país no
pierda competitividad.
Sin embargo, cabe la pregunta ¿era necesario un gasolinazo?,
cabe aclarar que la medida antecede la entrada temprana –originalmente
programada para 2018- y gradual de la liberalización de precios de la gasolina
misma que está contemplada en la reforma energética. Pero ¿era necesario un gasolinazo? mucho se
ha escrito para explicar que era insostenible mantener el precio artificial
fijado por el gobierno –y que había que implementar el aumento al precio antes
de las elecciones del 2018; para que la medida no tomase un tinte electoral-,
si bien es cierto que era muy costoso mantener el subsidio de los combustibles,
también se ha argumentado que la medida no podía ir separada de una mejora en
el bienestar social-muy urgentemente en el poder adquisitivo y seguridad de la
población-, una planificación eficiente y gradual del retiro de subsidios de
las gasolinas, un manejo transparente y austero de las finanzas nacionales con
una perpetua rendición de cuentas, un aumento de eficiencia y modernización de
los sistemas energéticos -en especial el transporte público masivo-, y una
comunicación gubernamental clara, honesta y continua.
No obstante ¿todos los impactos del gasolinazo son
negativos? Se ha dicho que la medida es positiva en la lucha contra el cambio
climático dado que el aumento en el precio desincentivaría el consumo de
gasolinas, lo que a su vez repercutirían en una menor carburación de
combustibles lo que daría como resultado menores emisiones de Gases de Efecto
Invernadero en el sector que mayormente las genera: el sector energético; en
particular el transporte. Aunque esto en principio es correcto, dista de ser la
única medida de combate ante el fenómeno climático, de hecho, México se ha
comprometido desde hace al menos una década a implementar medidas para mitigar
y adaptarse al Cambio Climático a fin transitar a una economía baja en su uso
de carbón-incluidos los combustibles fósiles-.
Más allá del actual gasolinazo ¿veremos incrementos de
precios de gasolinas en el futuro? La respuesta es muy probablemente que sí a
corto plazo, durante este enero el precio máximo promedio se mantendrá fijo;
pero para las dos primeras semanas de febrero los precios de las gasolinas
tendrán un ajuste semanal. A partir del 18 de febrero, los precios máximos
serán fijados diariamente, es probable que entonces el precio de la gasolina
varíe de un día para otro. La liberalización de precios empezará de manera
regional –existen cinco- el 30 de marzo y culminará el 30 de diciembre de 2017,
y será precedida por el proceso de Temporada Abierta. A medio y largo plazo
podríamos ver una disminución si alguno de los componentes que conforman el
precio de la gasolina varían de manera favorable al consumidor. Recordemos que el precio de la gasolina tiene
seis componentes: el precio de refinación, la logística (transportación, almacenamiento
y merma), las ganancias de las estaciones de servicio (margen comercial), los
impuestos (IVA y IEPS), precio internacional del petróleo y tipo de cambio
(peso-dólar). Por ejemplo, una inversión en infraestructura de almacenamiento y
distribución bien puede convertirse en una ventaja en la competencia de
logística regional que a su vez podría conducir a un precio menor al
consumidor.
Muchos son los escenarios que podrían presentarse en torno a
las fluctuaciones futuras de los precios de las gasolinas; muchas también son
las oportunidades para tomar medidas oportunas y efectivas que consideren el
bien común. Al momento el descontento social está presente y por ahora toma la
forma de marchas multitudinarias; el gobierno no debería prestar oídos sordos
al clamor. Recordemos que aunque las avalanchas son repentinas, los signos de
alerta se presentan con antelación y claridad. En un 90% de los incidentes con
avalanchas, los deslizamientos de nieve se debieron a errores humanos
–individuales o grupales- al actuar con
convicción desestimando riesgos inminentes y creyendo que se podía controlar
una situación no cotidiana.
Dra. Gabriela Muñoz Meléndez
Profesora-investigadora de El Colegio de la Frontera Norte
gmunoz@colef.mx