Por : Gilberto LAVENANT
Todo proceso electoral lleva implícitos, intereses y objetivos de todo tipo. Básicamente, aspiraciones de poder y el tener al alcance oportunidades o posiblidades de enriquecimiento fácil.
Solamente unos lo logran el triunfo o éxito y son una mayoría los que ven frustradas sus intenciones, sus propósitos.
En esa lucha por el poder, se recurre a todas las artimañas, para desplazarse unos a otros. La humanidad es como los cangrejos : cuando alguien está a punto de salir del balde en que se encuentran, otros se encargan de jalarlo, para derribarlo.
Así ocurre, que en el terreno político, no avanzan y triunfan, precisamente los mejores, sino los más hábiles, los más tramposos, los que han logrado formar una “estructura de cangrejos”, para desplazar a quienes les aventajan o tienen capacidades y experiencia para ganarles.
Es entonces que se inventan las guerras sucias. Ocurren todos los días, pero en especial en temporadas electorales. Son los tiempos propicios para lanzar lodo y piedras a los rivales.
Ni siquiera es necesario investigar, para encontrar verdades. Generalmente las mentiras, entre más sucias, hacen más daño que las verdades.
Hoy en día, las redes sociales se han convertido en vías básicas y propicias, para el desarrollo de guerras sucias. Como dicen : repite una mentira mil veces y termina siendo verdad.
Solamente aquel que ha sido objeto de las mismas, sabe lo que esto significa. Se pueden combatir las mentiras con verdades, pero no bastarán para superar el daño causado.
Quien, por algún medio, supo de una mentira, en especial aquellas que ofenden o denigran, siempre dudará de que lo que se diga en contra, efectivamente sea la verdad.
Lo irónico y delicado, es que, generalmente, la fuente de la mentira y ofensa, no es auténtica. Y genera tal daño, que nadie puede garantizar que la verdad que se difunda, para disuadirla o aclararla, recorra los mismos caminos que la mentira y con la misma efectividad.
Peor aún, no es posible, acudir a cada uno de los receptores de una mentira, a tratar de convencerlos de lo infundado de la mentira. Aunque se intente, no hay tiempo, ni formas para ello. Es más, apenas se empieza a hacer el intento, cuando brota una nueva mentira. Y es el cuento de nunca acabar.
Si se observa, todos los días, y en especial en esta temporada, las redes sociales destilan lodo o suciedad. Se tiene que ser muy cuidadoso, para tomar las cosas con calma. Como dicen, no todo lo que brilla es oro. En sentido negativo, no toda la suciedad es auténtica.
Aprovechando la comodidad del anonimato, o escondidos tras pseudónimos o simples alias, abundan los “valientes” agresores. Denostan sin limitación alguna. Que cada quien batalle para lavar su propia magen.
Y pensar que hay tantos ingenuos, que a travéas de las redes, exponen sus vidas diarias. Ponen en un enorme escaparate, a la vista y conocimiento de propios extraños, sus éxitos o sus fracasos. Hasta cuestiones íntimas y muy personales, como amistades y familia.
Al grito de que en la guerra y en el amor, todo se vale, en las guerras sucias, todo se vale. Sin limitación alguna.
El 27 de septiembre, inicia formalmente el proceso electoral, hacia los comicios del 2016. Las candidaturas a puestos de elección popuar, alcaldías, regidurías, sindicaturas y diputaciones locales, son los trofeos o “piezas de caza”.
Está a punto de empezar el temporal. La temporada de guerra sucia. Tiempos propicios para las mentiras, especulaciones, intriga o simples rumores. Los “misiles” son de muchos tipos y de alcance diverso.
Tratando de blindarse contra tales agresiones, hay quienes optan por eliminar contactos en las redes sociales. Incluso cerrar sus cuentas, tratando de hacer valer aquello de : ojos que no ven, corazón que no siente.
De cualquier forma, se deben preparar para todo. Al menos, aquellos que tienen aspiraciones o pretensiones políticas. Son candidatos idóneos al desprestigio.
Por eso, se recomienda cuidar su trayectoria. Tratar de no generar “cola” que les pisen. Aunque, si no la tienen, se las inventan.
Procurar una vida, clara y transparente. Lejos de toda duda.
Por cierto, en cada “bunker político”, además de individuos “mala leche”, se requiere al menos un especialista en cuestiones cibernéticas. Para identificar, limitar y frenar los ataques o simplemente para responder a la guerra sucia.
Estamos entrando a una zona de turbulencias. Como dicen en los aviones : “ajústense los cinturones”. Los que no estén preparados para ello, la van a pasar muy mal. Sobre aviso, no hay engaño.
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