Expediente Confidencial
Por: Gerardo Fragoso M.
Decía
Al Capone: "Usted puede conseguir más con una palabra amable y una
pistola, que lo que se puede con solo una palabra amable".
Fieles
seguidores de esta máxima han sido los integrantes de la secretaría de
la Rectoría e Imagen Institucional de la Universidad Autónoma de Baja
California, ente que comanda Hugo Edgardo Méndez Fierros.
A
este columnista han llegado denuncias, por parte de tres editores de
medios de comunicación, quejándose de los métodos que están utilizando
Méndez y sus esbirros, para tratar de acallar los temas que le incomodan
al rector de la máxima casa de estudios, Felipe Cuamea Velázquez.
Relatan
los afectados -cuyas filiaciones omitimos por razones obvias- que los
mensajeros de Méndez han llamado a los departamentos de publicidad de
sus periódicos, para decirles, palabras más, palabras menos, el
siguiente mensaje:
"Les
solicitamos su apoyo para la universidad en estos momentos. Hay
información que perjudica a la institución, que debilita su autonomía y,
por lo tanto, eso puede afectar el presupuesto de Comunicación Social
para el año que viene. Ayudémonos entre todos.
No nos gustaría reducir el presupuesto con ustedes ".
Aquí, además del mensaje, que es deslizado en tono amable pero con cuño gansteril, llama
la atención el hecho de que la llamada no es efectuada al jefe de
información, editor o director de noticias, sino al área de publicidad,
con la finalidad de que en la dirección comercial peguen el grito en el
cielo y ese estruendo, of course, impacte en el escritorio de los dueños.
La estrategia no es nueva. A mí me tocó padecerla en La Crónica,
cuando la poderosa constructora Urbi llamó al departamento comercial
para impedir que se siguiera publicando información sobre una ola de
robos en un fraccionamiento que ellos habían vendido. Era el 2010 y
estábamos, como ahora, en una dura crisis. Aún recuerdo la voz
imperativa de la directora de Relaciones Públicas, diciéndole a mi
entonces subdirector editorial, "te estamos ayudando hasta con
publicidad en el portal. ¿Quieres que dejemos de vender y salgamos
perjudicados todos?".
Semanas
después, se repitió el burdo sendero cuando, desde la Ciudad de México,
llamó personal de Mexicana, para fustigar que se hubiera publicado la
declaración de un portavoz de Grupo Aeroportuario del Pacífico
anunciando que dicha compañía no volaría más desde la capital, como
finalmente, días después, si ocurrió.
Pero
aquí lo criticable y cuestionable es que, de estarse dando la situación
arriba descrita, no estamos hablando de una empresa privada que,
independientemente de lo ético o moral de sus estrategias de
comunicación e imagen, tiene todo el derecho de ir a defender sus pesos y
centavos, porque son de quienes ahí invierten.
No,
aquí hablamos de una instancia pública. Y aunque Méndez reparta el
dinero del área -con discrecionalidad, claro-, esos no son recursos de
su bolsa, ni tampoco vienen de la del rector Cuamea. No, ese es dinero
de los contribuyentes, dinero suyo y mío. Y ese dinero estaría sirviendo
para chantajear y coartar la libertad de expresión.
Está grave, ¿no?
Eso,
independientemente de que es bastante cuestionable si esa es la ética
que tendrían que mostrar los directivos de una casa de estudios, cuya
misión no es vender boletos para sorteos, ni inventar jingles para la
radio, sino formar jóvenes, cosa que parecen haber olvidado sus
responsables.
¿Usted, como contribuyente, como el que paga esos pesos, avala tal situación? Yo no.
Me
niego a que, lo que pago de impuestos, sirva para que Cuamea, Méndez, o
quien esté arriba de ellos, juegue a ser un moderno Al Capone.
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