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domingo, 1 de mayo de 2016

GILBERTO LAVENANT


QPBC.-Parece una broma, pero no es así. Es una forma muy común, socialmente hablando, que a algunos personajes, no se les conozca por su nombre de pila, sino, por un apodo, alias o sobrenombre.
El uso del apodo, entre los amigos o familiares, puede decirse que es normal. El problema es que esta forma de identificar a una persona, no trasciende a personas con quienes la relación no es tan estrecha.
Llamar a alguien por su apodo, alias o sobrenombre, con quienes no se tiene confianza, puede ser considerado como una falta de respeto. Un exceso de confianza, que no se le ha concedido. 

Es un problema realmente muy serio, para aquellos individuos, que requieren ser conocidos, por personas que no están consideradas como parta de su círculo de amigos. Mucho menos familiares. Ni cercanos, ni lejanos.
Esto les ocurre a los políticos. A diferencia de los artistas o deportistas, que el apodo o alias, lo utilizan como “nombre de combate” o nombre artístico.
En la propaganda o publicidad, incluso en las notas informativas en las que se les refiere, se les menciona por su apodo, alias o sobrenombre.
En el caso de los políticos, no llega a ese grado, la costumbre. 
Pero cada día se avanza.
Ya pronto será común, que a los políticos se les refiera por su apodo, alias o sobrenombre, de manera formal y legal, como si fuesen sus nombres originales o nombres de pila.
En algunas entidades del país, de las 13 en las que habrá elecciones este año, las autoridades electorales han recibido solicitudes, para que además de los nombres de los candidatos a puestos de elección popular, se agregue el apodo, alias o sobrenombre.
Una nota de “La Silla Rota”, indica que en Sinaloa, el Instituto Electoral de esa entidad, recibió 65 solicitudes, para que, además de los nombres, en las boletas electorales se anoten también los apodos, alias o sobrenombres de los candidatos.
Indica, que  Candidatos a diputados, alcaldes e incluso la única mujer que busca la gubernatura de Sinaloa, propusieron imprimir en las boletas electorales sus apodos, que van desde “File el chaleco Sánchez”, “Celux,”, “El Gordo”, “La Negrita”, El Novillo despuntado”, “La Mony”, hasta “La Maestra Virgen”.
En ocasiones, el uso de apodos o sobrenombres, no solamente es algo irreverente, sino una falta de respeto, cuando son relativos a un defecto físico. Además, socialmente debe ser tolerado y aceptado por el personaje 
Tampoco debe ser peyorativo, grosero o vulgar. Quizás un tanto irónico o sarcástico. Pero hasta ahí. Sería algo así como el nombre artístico de los personajes que participan en actividades artísticas.
No sería la primera vez, y cada día es más frecuente. En Tijuana participan personajes, identificados más por sus apodos o alias, que por sus nombres. Como “La chula” y “El chon”.
Y hay otro, que nada tiene que ver, con  la farándula, y sin embargo se le identifica más por su apodo o sobrenombre : Arturo Aguirre, candidato del PRI a la diputación por el Distrito XIII, mejor conocido como “El Napo”.  
Otro, en especial, es el del candidato del PAN a alcalde de Tijuana, Juan Manuel Gastélum Buenrostro, conocido como “El patas”. Un apodo nada cómodo, para quien llegue a gobernar esta ciudad 
En algunos casos, como en estos, los apodos o sobrenombres, no tienen ningún significado especial. Se les aplicó en familia, estando pequeños, porque se parecían a algún familiar cercano y se les quedó.
El tema de los apodos, en los casos de los políticos, es interesante, pues para participar en una contienda electoral , requieren ser conocidos, y si hacen campaña, promoviéndose con sus nombres, nadie los va a identificar.
Aún hay tiempo, para que quienes participan en este proceso electoral, presenten su solicitud, ante el Instituto Electoral, a fin de que se agreguen sus apodos o sobrenombres, en las boletas electorales.    
Además, para que, sin temor o vergüenza alguna, acostumbren a la gente a que les refiera por su apodo o sobrenombre.
El problema, es que el uso de apodos o sobrenombre, implica confianza y hay quienes, les dan la mano y agarran el pie. Pecan de confianzudos y surgen los malos entendidos.