Por : Gilberto LAVENANT
El Alcalde de Tijuana, Jorge
Astiazarán Orcí, se ha metido en un verdadero atolladero, pues, en lugar de
fincar responsabilidades en contra de su antecesor, el empresario priísta
Carlos Bustamante Anchondo, simplemente se encoje de hombros, como diciendo : “ni
modo”, y sigue su gestión al son de esa popular canción, cuya tonadilla
principal dice : “sacaremos ese buey de la barranca”.
Los problemas heredados, son
muchos y complejos, algunos de ellos de enorme cuantía. Varios factores se
juntan y hacen aparecer a la administración del XXI Ayuntamiento, como que no
avanza. La verdad es que Astaziarán, no halla, ni por dónde empezar.
Sin duda alguna, el principal, es
la falta de dinero. Bustamante dejó al gobierno municipal, prácticamente en la
bancarrota, con una administración hecha un desorden, en la que fueron omisos en
controles. Hicieron convenios leoninos, pero en perjuicio del propio gobierno,
y se recurrió al afán de lucimiento, echando a andar obras o proyectos, sin un
proyecto claro y factible.
En cuanto al económico, fue tan
serio, que se tuvo que reajustar el cinturón al máximo. Le cerraron la llave de
los recursos a los delegados municipales, y aunque se supone que hace como un
mes se destrabó esto, los recursos aún no fluyen y los ciudadanos se cansan de
dar vueltas y vueltas, pues sus reclamos, no reciben respuestas. Lo único que
no falta, son las promesas.
Se tenía la esperanza, de que
fuera sustanciosa la recaudación del impuesto predial, pero las expectativas no
se cumplieron. Ahora, echaron a andar un nuevo programa de exensiones, para estimular
a los tijuanenses a que cubran sus adeudos.
Los propósitos, chocan contra dos
enormes muros. Uno, los ciudadanos comúnes y corrientes, hasta traen las bolsas
por fuera, pues esta crisis económica, agudizada por la reforma hacendaria del
Presidente Peña Nieto, los está empujando al despeñadero de la pobreza extrema.
El dilema es : comer o pagar impuestos.
El otro, mucho más alto, es el de
los hombres de dinero, que también ya no sienten lo duro, sino lo tupido. Estas
crisis cíclicas, que datan de finales del sexenio echeverrista, no parecen
tener fin. Y adoptan la misma postura que los pobres ciudadanos : operan sus
empresas, o las cierran, para pagar impuestos.
Quizás, para muchos, sea una
exageración, el decir que los empresarios no tienen dinero, pero debe
reconocerse que la incertidumbre política y financiera, es tal, que nadie puede
garantizar o establecer un programa de inversión y operación a mediano o largo
plazo. “Lolita” la del SAT, trae asustados, a unos y a otros.
Pero insistiendo, en el “paquetote”
que trae a cuestas Astiazarán. Se niega a escuchar, cuando le advierten que
tendrá que asumir las consecuencias, si insiste en protegerle la espalda a Bustamante.
Cualquiera diría que el empresario, sigue manejando la administración municipal.
La muestra más claro de ello, es
el tema del aberrante arrendamiento de las luminarias de Tijuana. En lugar de
denunciar los hechos, ante las instancias legales correspondientes, el XXI
Ayuntamiento está verificando las condiciones en que se encuentran las
lámparas, para que una vez que se haga constar que todas las contratadas, están
instaladas y funcionando, pagar el último mes de renta, bajo el supuesto de que
con eso, pasarán a ser propiedad del gobierno municipal. El tema, en sí, además
de sucio, está muy manoseado.
Surge por ahí, el célebre tema de
la Ruta Troncal. Un proyecto, en el que a lo largo de varias administraciones
municipales, los alcaldes lo han anunciado y puesto en marcha, de una u otra
forma, que seguramente ya se hubiese pavimentado con oro.
El domingo 24 de noviembre del
2013, a sólo 6 días de concluir su gestión, Bustamante, en un acto de mero
lucimiento, colocó la primera piedra de lo que se pretende sea el Sistema
Integral de Transporte de Tijuana, conocido comúnmente como Ruta Troncal.
Entonces se dijo, que se iniciaba
con una inversión de 43 millones de pesos, que el gobierno federal había
aportado 482 millones a fondo perdido. Y efectivamente, se destrozó la vialidad
que conduce al Hospital General, y está cerrada al tránsito vehicular.
Hace unos días, Astiazarán dió a
conocer, que en la próxima reunión de Cabildo, subirá la propuesta para
renegociar la deuda que se tiene con Banobras y el Banco Mundial, por unos mil
700 millones de pesos. La intención es disponer de 400 millones de pesos que el
gobierno local deberá invertir este año en la Ruta Troncal.
El proyecto de renegociación, se
antoja interesante, pero delicado. En lugar de pagar el adeudo, a 17 años, se
prolongaría a 30 años, con lo que se disminuiría la tasa de los intereses a
pagar, y se tendría un ahorro de hasta 600 millones de pesos, dicen. De los
cuales, 400 serían para la Ruta Troncal y el resto para otras obras. Parece
fácil. Así han dicho con las renegociaciones anteriores y los tijuanenses están
endrogados, hasta el gorro. Bueno, hasta los que aún no han nacido.
Todos esos temas, heredados de la
administración bustamantista, han metido en un verdadero atolladero al XXI
Ayuntamiento de Tijuana, que encabeza el Alcalde Jorge Astiazarán. Estos
podrían cavar su tumba. Sobre todo, porque prácticamente ya está en marcha el
proceso electoral para los comicios del 2015, para luego seguir con los del
2016.
Lo peor de todo, es que
Astiazarán se niega a escuchar a quienes le tratan de hablar sobre la necesidad
de enderezar acciones legales en contra de Carlos Bustamante y colaboradores
del XX Ayuntamiento. Es más, incluso prácticamente está dando por buenas, las
irregularidades. Simplemente tararea esa tonadilla de : “sacaremos a ese buey
de la barranca”. Sin albures, que conste.
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