Por : Gilberto LAVENANT
La
existencia de personas, con doble carácter, o personalidad, es un tema que
genera controversias, pero, sobre todo, que resulta desconcertante. Pocos se pueden
imaginar, que un individuo, hombre o mujer, en un momento determinado sea atento,
comprensivo, reflexivo, dispuesto a pactar o convenir, y poco tiempo después,
sea todo lo contrario : agresivo, intolerante, conflictivo. Le llaman
bipolaridad.
Hay
quienes dicen, que este tipo de personas no tiene lado bueno. Apenas parece que
se le conoce, y de pronto cambia. Sale su otro yo. Una doble personalidad, cada
una distante de la otra. Lo que hoy parece agradarle, más tarde, no solamente
le desagrada, sino que le exalta. Le hace estallar.
Cuando
esta condición se da en una persona común y corriente, pues es preocupante,
pero afecta tan solo a su entorno familiar. Es difícil soportarlo, pero no hay
de otra. Ni modo de “borrarlo” o eliminarlo. Pero cuando se trata de quien
ostenta un cargo público, de primer nivel, en el que ostenta facultades para
tomar decisiones que trascienden o impactan, es algo sumamente delicado.
Peligroso, podría decirse.
Casi en
tales términos, se describe al actual Síndico Procurador del XXI Ayuntamiento
de Tijuana, Arturo Ledezma Romo, luego de la reunión privada de la comisión
especial del Cabildo, constituida para investigar los incidentes que originaron
el espectáculo político, desarrollado en los días recientes, al interior del
Palacio de gobierno.
Cuentan,
los que estuvieron presentes, que el personaje en mención, les mostró su lado
sensible, sumamente humano, comprensivo, reflexivo, al grado de que aceptó “cortar
por lo sano” el escándalo en torno a las acusaciones de chantaje o extorsión respecto
a los presuntos ingresos indebidos del gobierno municipal. Quedaron
impresionados. Casi les hace llorar.
Por ello,
después de 90 minutos de discusiones, los participantes en esa reunión privada,
se mostraron satisfechos con los resultados. Si acababan las supuestas
exigencias, pues las acusaciones salían sobrando. Se acababa el escándalo y
cada quien se enfocaría en temas realmente serios.
A tal
grado fue la actitud, aparentemente madura, del Síndico, que no solamente
reconoció que había dejado de lado las “incidencias” detectadas, respecto de la
administración del XX Ayuntamiento, que presidió el empresario Carlos
Bustamante, que no manifestó oposición alguna para que dicha comisión las incluyera
en su agenda.
Unas
horas más tarde, surge la otra personalidad del funcionario en mención.
Mediante un boletín de prensa, da a conocer que sus dos colaboradores,
involucrados en los supuestos actos de extorsión o chantaje, el contralor, Lic.
Joel Guardado, y su asesor, el exregidor Rubén Salazar, le presentaron sus
renuncias.
Hasta
ahí, esto parecía congruente y una muestra de que efectivamente todo concluiría.
El problema es que dentro de dicho comunicado, retó al Alcalde Astiazarán para
que lo denunciara penalmente, pero en caso de que no lograra acreditar que
había incurrido en actos de extorsión, limpiara su nombre y el de su familia.
Esto, en
principio, fue considerado como el rompimiento del pacto tomado horas antes, en
el sentido de dejar por la paz acusaciones y exigencias, en el entendido de que
ninguno de los involucrados, diría ni media palabra, en torno a este asunto.
Salvo el secretario técnico de la comisión, el regidor del PEBC, Héctor Rivero
Moreno. El escándalo, que parecía extinguirse, revivió nuevamente. Esto llevó
al Alcalde a declarar, ayer temprano, que reiteraba sus declaraciones respecto
al chantaje o extorsión de que fue objeto, supuestamente, de parte de los
Ledezma Romo. “Lo digo y lo sostengo”, señaló tajante, para no dejar lugar a dudas
respecto a su posición.
Nadie se
ha atrevido a hablar, sobre la doble personalidad del Síndico Procurador, que
ha hecho que todos los involucrados se vean mal. Al grado del ridículo. Eso de
que hoy se diga que sí, y luego que no, y más tarde que quien sabe. Parece una
vacilada.
Esto
explica un tanto, la postura iracunda, intolerante, del Síndico Procurador, al
exaltarse cuando en días pasados lo cuestionaron los periodistas, respecto a la
acusación hecha por alguien que se dice pertenecer a la corriente crítica del
PRI, en el sentido de que estaba protegiendo al exalcalde Carlos Bustamante
Anchondo. El funcionario, iracundo, advirtió a los periodistas que si no lo
respetaban, que si lo seguían molestando con tales cuestionamientos, no les
concedería más conferencias de prensa. ¡Gulppp!
Por
cierto, cuentan, quienes saben de estas cosas, que de manera indirecta, el
Síndico guarda relación de parentesco con el exalcalde Bustamante, y que
precisamente por esos lazos familiares, ha sido presionado para que no moleste
al exedil. Se dicen cosas más explícitas sobre este punto, pero ni vale la pena
comentarlas. Lo importante, es que ya transcurrieron los 90 días que tenía para
revisar las incidencias detectadas y determinar presuntas responsabilidades. Le
pareció más prioritario el asunto del escándalo.
Que
conste, el tema no es broma. De ninguna manera. Es algo sumamente serio. Al
frente de instituciones como la sindicatura municipal, encargada de velar por
el buen uso o destino de los recursos públicos, debe estar una persona capaz,
conocedora, con experiencia, íntegra, con solvencia moral, con probada ética,
no alguien que tiene dos caras, dos caracteres, doble personalidad.
Este es
un aspecto poco discutido. La posibilidad y necesidad, de que, además de hacer
una especie de exámen de confianza, como a los elementos policiacos, a quienes
aspiran a ocupar cargos de elección popular, se les someta a estudios psiquiátricos
o de personalidad. Esto, al margen de la voracidad de otros personajes,
involucrados en este asunto.
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