Por : Gilberto LAVENANT
Después de dos sexenios de gobiernos federales panistas, cuando Enrique Peña Nieto se lanza por la Presidencia de la República, los rivales políticos pretendieron atajarlo, pregonando que regresaba el “viejo PRI”, que gobernó durante 70 años, en los que, les adjudican la costumbre a los jalicienses, “cuando no ganaba, arrebataba”. A tal grado que le llamaron la “Dictadura Perfecta”.
Los priístas, intentando un tanto eludir los efectos negativos de la “mala fama”, de su partido, lo que suponían afectaría a su candidato presidencial, proclamaban que el suyo, era un “nuevo PRI”. Que atrás habían quedado mañas y malas costumbres.
Al final de cuentas, aunque podría decirse que las instituciones no fallan, sino los hombres, en términos generales es lo mismo el “viejo PRI”, que el “nuevo PRI”. Incluso se puede decir aquello de que “es la misma gata, nada más que revolcada”.
Sin embargo, hoy puede decirse que el “viejo PRI” era intolerante, dictatorial, manipulaba elecciones a su antojo y retiraba funcionarios, incluso los de elección popular, simplemente por meras ocurrencias del Presidente de la República en turno. La disciplina priísta era más severa que la militar. Aquel que se atrevía a desafiar y desobedecer los deseos presidenciales, recibía como castigo la “muerte política”.
Muchos políticos, con una carrera exitosa, que no escucharon o pusieron “oídos sordos” ante la voz presidencial, fueron a parar al exhilio, en su propio país. Súbitamente dejaban de existir, políticamente. Algunos lograban “resucitar” años después, pero ya no lograron recuperar el tiempo perdido.
Vale la pena hacer hincapié, en lo que era el “viejo PRI”, para observar que, en cuanto a disciplina, el “nuevo PRI”, parece un anciano. Hoy en día, los niños y jóvenes, ya no respetan a los mayores de edad. No respetan a sus padres, mucho menos a los abuelos y con mayor razón a los llamados adultos mayores, que ni familiares son. Casi algo similar le pasa actualmente al Presidente de la República priísta. Como que sus deseos, dejaron de ser órdenes, para los propios priístas.
Cuando el Presidente Peña Nieto, dá a conocer sus propuestas de reformas estructurales, no todas son recibidas con gusto, en especial por muchos priístas. No las cuestionan abiertamente, para no provocar la ira presidencial, pero las apoyan “de dientes pa´fuera”.
Sin embargo, a Peña Nieto se le pasó la mano con la propuesta hacendaria, sin importar las condiciones críticas que vive el país, dando trato de riquillos a los fronterizos, con medidas más centralistas que las aplicadas en los sexenios de Fox y Calderón, al grado que muchos priístas ya no se aguantaron y se atrevieron a romper la tradicional disciplina partidista. En principio, porque la propuesta les pega en sus bolsillos y saben que causará estragos en la economía local.
La primera en rebelarse, lo fue la diputada federal María del Carmen López Segura, que siendo coordinadora de los diputados federales priístas de Baja California, se atrevió a pronunciarse en contra de la homologación del IVA. Pareció algo insólito, ver a una mujer, hacer a un lado la disciplina partidista, para sumarse a quienes promovían la integración de un frente común de defensa. Los demás priístas, simplemente guardaron silencio. La legisladora, mediante las redes sociales, pidió que no la dejaran sola.
Bueno, por fin un grupo de priístas se atrevió a seguir el ejemplo de López Segura y este fin de semana dieron a conocer una carta, dirigida al Presidente Peña Nieto. Le hacen saber, que su propuesta hacendaria, en especial la homologación del IVA y la aplicación de dicho impuesto a la educación privada, está causando una gran inconformidad en la sociedad de Baja California.
Un total de 24 priístas, los observadores políticos ya apuntaron que en su mayoría son hankistas, sin atreverse a denunciar que su partido, el PRI, no ha sido una institución de defensa de los intereses de los bajacalifornianos, que sus dirigentes simplemente se han dedicado a respaldar la propuesta presidencial, ignorando los reclamos de los diversos sectores, aunque dicen que lo hacen “de manera franca y abierta”, le solicitan que tales medidas tributarias sean retiradas. Con todo cuidado, como para no causar el enojo del “primer priísta” de México.
Aquí, lo del barco al garete. Durante 24 años en que el PRI ha sido oposición en Baja California, el excandidato a la gubernatura, Fernando Castro Trenti, formó su propia estructura partidista. Negociaba con la oposición y decía quien sí y quien no, sería postulado para tal o cual cargo. Era algo así como un cacique político. Era “el capitán” del “barco priísta”. Marcaba rumbo. Por eso se atrevió a postularse para la gubernatura, aunque tarde comprobó que muchos priístas le odiaban, le guardaban rencores, le reían “de dientes pa´fuera” y le cobraron las facturas en las urnas. Al cabo el voto es secreto.
El destino de Castro Trenti, aún no está definido. Su designación como embajador de México en Argentina, está en la indefinición.
Mientras tanto, estándo lejos “el capitán”, el “barco priísta” en Baja California, está al garete. Los sucesores o herederos de Castro Trenti, no han sabido controlar al priísmo. Nadie les respeta. Las voces de ellos no imponen órden. Mucho menos hacen valer la disciplina partidista.
Hablando, en términos de navegación, podría decirse que en estos momentos “hay motín a bordo” y que muchos priístas ya se están preparando para el abordaje. Lo indefendible de la propuesta hacendaria de Peña Nieto, en especial por cuanto hace al IVA, está generando un clima propicio para la rebelión. Mientras tanto, el barco está al garete.
No hay comentarios:
Publicar un comentario