QPBC.- Los ayuntamientos
de Baja California, para su operación, cuentan con una estructura
operativa, a base de delegaciones municipales, que son representaciones del
gobierno de la ciudad, en la prestación de servicios.
La población de
cada municipio, ya es enorme, por lo que es difícil, además de complejo,
atender a todos en las oficinas centrales del gobierno. No hay capacidad para
ello.
Así mismo, para
quienes viven en la periferia de las ciudades, les resulta incómodo y costoso,
viajar desde su comunidad hasta las oficinas prestadoras del servicio.
La mejor forma de
atender las necesidades sociales, es instalar oficinas en cada zona de la
ciudad y para ello se establecen delegaciones municipales y subdelegaciones.
El problema es que
esta estructura requiere de personal y eleva el costo de operación del gobierno
municipal.
Cada delegación o
subdelegación, cuenta con oficinas casi similares a las del gobierno central y
el titular de la delegación o subdelegación es una especie de presidentito. De
ahí la denominación de delegado.
Tratando de
optimizar los recursos, y dada la crisis financiera de los gobiernos
municipales, en el caso del Ayuntamiento de Tijuana, se determinó establecer un
sistema centralista, que limitó seriamente a los delegados.
Las peticiones que
reciben los delegados municipales, de parte de los vecinos, se concentra en el
gobierno central, el que programa las acciones. Así mismo, tratando de la
adquisición de bienes, se hace mediante una sola operación y el gobierno
central programa la atención o realización de obras en cada zona de la ciudad.
Supuestamente, al
concentrar las adquisiciones, se evita el derroche, se logran descuentos y se
evitan desviaciones. Sin embargo, le resta o limita la capacidad de respuesta
de los delegados. Quedan convertidos en simples empleados administrativos.
Políticamente hablando, dejan de ser los representantes del Alcalde. Demora la
posible solución a los problemas sociales.
Los colonos o
vecinos de una zona, dejan de acudir a la delegación municipal a plantear un
problema, si el titular no tiene facultades para resolverlos. Solamente es un
mero tramitador y la respuesta habrá de darla el titular del gobierno central o
el funcionario a quien le corresponda.
Bajo el mismo
sistema, un día, al alguien se le ocurrió que los delegados municipales, no
tengan facultades o ascendencia sobre los elementos de seguridad pública
municipal, asignados a la delegación. El alcalde, es el jefe de la policía
municipal, pero los delegados municipales, no tienen facultad alguna en materia
de seguridad pública. Absurdo.
La corporación
cuenta con una estructura y los jefes de la corporación en cada zona o
delegación, no son subordinados del delegado municipal. Ellos son
independientes o autónomos.
Esto es absurdo,
porque el delegado municipal, siendo el representante del Alcalde, también
debería ser una especie de jefe policiaco en su jurisdicción. Sin facultades,
no puede frenar los excesos o superar deficiencias en materia de seguridad
pública. No puede dar respuesta inmediata a las quejas o reclamos de los
colonos o vecinos.
Se entiende esto
del centralismo, a nivel federal. Que implica el que en la ciudad de México,
sede del gobierno federal, a 3 mil kilómetros de distancia, se tomen decisiones
o acuerdos que afectan a Baja California.
Que las decisiones
del gobierno estatal, se tomen en la ciudad de Mexicali, sede de la gubernatura
estatal.
Pero es difícil
aceptar, que las decisiones que atañen a cada zona de la ciudad de Tijuana, se
tomen en el Palacio Municipal, existiendo las delegaciones municipales, que son
representaciones del gobierno de la ciudad.
En ocasiones, las
medidas adoptadas, bajo supuestos objetivos de ahorro, resultan caros e
ineficientes, porque las representaciones delegacionales, carecen de facultades
para atender y resolver problemas o reclamos sociales.
Para
quienes han ostentado la titularidad de alguna delegación municipal, al
menos en Tijuana, resulta incómodo este modelo de gobierno municipal
centralista, que en lugar de facilitar las acciones de gobierno, las complica.
Parece
un tema intrascendente, pero no lo es, dada la compleja problemática de la
ciudad y la próxima renovación de los titulares del gobierno municipal.
Si
se trata de controles, hay sistemas informáticos para ello, y normas, para
regular las labores de los funcionarios públicos. Cuídenles las manos. Que cada
quien cumpla con sus responsabilidades.