martes, 19 de abril de 2016

GILBERTO LAVENANT

No es tan sencillo, como se piensa. Salir a la calle y decir cosas a los electores, que no hayan dicho antes los políticos. Hacer promesas que no hayan sido prometidas.

No es broma. El primer problema que enfrentan, quienes inician una carrera política, es tratar de saber ¿qué le van a decir a los electores ?

Los políticos, a la antigua, no tienen ningún problema. Se la han pasado años y años, diciendo cosas, sin decir nada claro y concreto.


Incluso, de ellos se desprende aquello de que “el prometer no empobrece”. O bien lo de que “político que no hace promesas, no es político”.

El vicio o el error, de prometer por prometer, es que la mayoría de las veces prometen cosas, que no son de la incumbencia o facultad del cargo al que aspiran. 

Dicho de otra forma, parecen chambistas, pues se lanzan en pos de un cargo público, sin enterarse previamente cuales son las funciones de este. La única pregunta que hacen es : ¿cuánto pagan en el cargo?

Por ejemplo, los que andan en campaña, buscando llegar a ser diputados, hablan de familias sanas y felices, o bien, prometen mejorar la seguridad pública.

Que alguien les diga, que su campo de acción, es la legislación. Que no prometan milagros. Simplemente revisar las leyes, para eliminar lagunas y superar deficiencias. En todo caso, vigilar que las leyes se apliquen.

Sería tan sencillo, si todos respetaran las leyes. Empezando por los propios funcionarios públicos. Vivir en un estado de derecho, significa, ajustar los actos de gobierno a la ley. 

Nadie puede hacer nada, que no esté previsto en una ley. En especial los funcionarios públicos.

Aquel que se exceda, de lo que la ley le permite o faculta, estará incurriendo en un delito, consistente en abuso de autoridad.

Lamentablemente, pareciera que las leyes, la mayoría, están hechas para ser violadas. Lo peor, no se hace nada para evitarlo o sancionar a quienes lo hagan.

Esos que hablan, de transparencia y rendición de cuentas, pregúntenles, qué han hecho, para lograr  que ambos preceptos sean una realidad. Para evitar las simulaciones.

Deben saber, que en las instituciones educativas, supuestamente en cumplimiento de dichos preceptos, transparencia y rendición de cuentas, organizan eventos especiales para ello. Dicen puras mentiras y nadie se atreve a desmentirlos, ni hay autoridad alguna que verifique y sancione las mañosadas.

Los directivos de las instituciones educativas, muchos de ellos, siguen menejándolas como un negocio personal. Se les nota el enriquecimiento ilícito logrado. Ni les preocupa, ni intentan ocultarlo.

Volviendo con el tema inicial, el discurso político. Los novatos de la política, y los políticos tradicionales, deben aprender a llamar las cosas por sus nombres. A ser francos, honestos. A dejarse de simulaciones.

A dejar de repetir las cosas y actitudes, que han provocado el repudio y hartazgo social.

Dicen que el primer acto de corrupción de todo político, es aspirar a un cargo, para el cual no están preparados.

Así es que, si aspiran a ser legisladores, primeramente traten de conocer las facultades de estos. Son amplísimas e interesantes.
Luego, pregunten a los profesionales, de todas las ramas, los problemas que enfrentan en el ejercicio de sus profesiones, por leyes obsoletas o deficientes.

Ellos pueden ser magníficos asesores. La experiencia, es una excelente universidad práctica.

A los electores, en general, cuestiónenlos, sobre la problemática que afrontan y observen qué leyes es necesario o recomendable adecuar o actualizar.

Si piensan y actúan, desligándose de intereses económicos y partidistas o políticos, van a observar que pueden hacer maravillas. Nada milagroso, simplemente lo que se debe hacer.

Una recomendación, para quienes andan en campaña, y carecen de discurso político, hagan un glosario de temas básicos y hagan un breve estudio, que les permita tener una idea clara, sobre cada uno de ellos : trabajo, desempleo, industria, comercio, vivienda, violencia, inseguridad, economía.

Hagan a un lado el supuesto de que salen a la calle a escuchar a la gente. Sin ponerse de acuerdo, casi todos electores les van a decir lo mismo : que ya están hartos de los políticos tradicionales. Que en campañas pasadas, quienes les pidieron el voto, ya no han regresado. Que les prometieron muchas cosas y casi nada les cumplieron. Que resultó una soberana mentira, el que iban a vivir mejor.

Así que esa es la recomendación para un buen discurso político : la honestidad y la franqueza. El común de la gente, se pronuncia a favor de ciudadanos, porque supone que estos no mienten. No les fallen.